Bangladés, capital Buenos Aires: la locura del país con la Albiceleste

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MOHAMMAD PONIR HOSSAIN | REUTERS

Los goles de Maradona a Inglaterra hermanaron a argentinos y bengalíes

05 dic 2022 . Actualizado a las 09:07 h.

Son las tres de la mañana en Daca, la capital de Bangladés, pero pocos duermen. Más bien al contrario. Miles de personas están de celebración en las calles más importantes de la ciudad. Y no conmemoran ninguna fiesta nacional. Celebran victorias en el Mundial, tres concretamente, pese a que su selección, 192º en el ránking FIFA, está lejos de mostrar un fútbol competitivo. El país surasiático y todos sus vecinos de la región de Bengala son seguidores incondicionales de la Argentina de Messi.

Hasta la propia selección alucinó con las imágenes. «Están relocos como nosotros. Gracias por el apoyo», publicó en redes sociales la cuenta oficial de la Albiceleste. La nación sudamericana, que cuenta con cerca de 45 millones de personas, suma para su causa a otros 167 millones potenciales hinchas nacidos en Bangladés, el octavo país más poblado del mundo.

Millones de muertes

El origen está en un enemigo común más allá del fútbol: el Reino Unido. Durante la Segunda Guerra Mundial, el país británico esquilmó las existencias de alimentos de sus colonias en la India y otras regiones como Bangladés para alimentar a su población. Un hecho que propició la muerte de más de 10 millones de personas, no solo a causa de la desnutrición provocada por la falta de víveres, sino también por las epidemias que sufrieron, como consecuencia de la hambruna, los habitantes de esta zona del sureste de Asia.

La animadversión entre ingleses y argentinos es de sobra conocida y tiene su punto álgido en la Guerra de las Malvinas, desarrollada en 1982.

Bangladés sintió como propios los goles de Maradona a Inglaterra en el estadio Azteca, en México 86. Una reválida que fue igualmente celebrada en el sureste asiático. Tanto es así que el Diego luce una estatua en Calcuta. Argentina, de hecho, disputó un amistoso en el 2011 ante Nigeria en Bangladés en un estadio abarrotado. En ese duelo, que perdió la Albiceleste, no estuvo Messi, que recogió el testigo de la devoción de los bangladesíes.

La imagen del rosarino recorre las calles de todo el país, del mismo modo que sucedió en su momento con Maradona, el artífice de un hermanamiento que sigue latente 36 años después.