La estratosférica actuación del argentino ante Colombia reivindica su rol de líder en la selección camino de su misión más complicada: llegar a Rusia 2018
17 nov 2016 . Actualizado a las 07:47 h.«Con Messi en esta dimensión, es imposible». José Pékerman sabe de lo que habla. Conocedor de cada rincón de las categorías inferiores del fútbol argentino y seleccionador absoluto en el Mundial 2006 donde tenía a un imberbe Messi a sus órdenes, el responsable técnico de Colombia era el primero en saber el peligro de enfrentarse al jugador definitorio de esta época. Aún así, no pudo hacer nada para evitar lo que ocurrió en la madrugada del martes al miércoles. Leo se sacudió las críticas, el mareo del avión del día antes, el ambiente tenso con la prensa y la apremiante situación de Argentina en el grupo de clasificación para el Mundial. Su estratosférica actuación en el 3-0 de la albiceleste sobre los cafeteros reivindica no ya su condición de mejor jugador del mundo, si no su rol de líder en la selección camino de su misión más complicada: llegar a Rusia 2018.
Tampoco es que le cogiera a nadie por sorpresa. De los últimos 12 goles de la selección argentina, 10 fueron marcados o asistidos por la Pulga. Ésa es la dimensión de Leo Messi, en la que un tiro franco se convierte en un penalti. Así abrió la cuenta el 10 de Argentina, con una falta perfecta a la escuadra que Ospina no pudo sacar por mucho que ajustara su vuelo. Messi fue el amo del partido, echado a la derecha como en el Barcelona pero la mayoría del tiempo jugando casi como segunda punta por detrás del grandote Pratto. Recibió sobre la línea de cal, regateó hacia dentro y hacia fuera, alivió a un equipo peleado con la pelota y, antes del descanso, le puso a Pratto un centro perfecto en la cabeza para el 2-0. «Nosotros arrancamos bien el partido. Si hubiéramos convertido de entrada en alguna opción que tuvimos, la historia podría haber sido otra. Pero insisto en que la media punta de Messi es increíble y muy difícil de tomar», abundó Pékerman.
El argentino que dirige Colombia quiso corregir su plan en el descanso. Daniel Torres, aburrido por Messi en el lateral izquierdo y cargado con tarjeta, fue sustituido por Copete, de mayor presencia atacante. Argentina replegó velas con dos goles de ventaja y las apariciones de Messi fueron más esporádicas, pero igual de determinantes. Hizo un eslalon que dejó a media Colombia por el camino. Regaló un mano a mano a Di María, que el Fideo estampó en el poste ante el portero Ospina. Y a 10 minutos del final, tras un espectacular taconazo para Mercado, recuperó la pelota en zona de peligro, condujo hasta el área y tras amagar un pase regaló el 3-0 a Di María, uno de los supuestos «amigos de Messi» que la prensa señala como niños mimados de la albiceleste, los culpables de que Argentina pene para meterse en el Mundial.
Messi ha liderado a su selección a tres finales consecutivas, en Brasil 2014 y en las dos últimas ediciones de la Copa América. No ha vencido ninguna, y su rol con Argentina es un debate que le acompañará hasta su retirada a no ser que conquiste Rusia en el 2018. Pero ante Colombia, una vez más, la Pulga reivindicó su condición de líder de un grupo anémico de fútbol, en el que la sola modificación de Bauza de darle un socio más en la figura de Banega (en lugar de Enzo Pérez) le ayudó a Messi a mejorar la imagen suya y del equipo mostrada en Brasil (3-0).
Por delante, sin embargo, un reto tan grande como inesperado: meter a Argentina en el próximo Mundial. El triunfo ante Colombia recoloca a la albiceleste en puestos de clasificación para Rusia, pero la cita siguiente ante Chile marcará el devenir en el durísimo grupo sudamericano. La selección andina, verdugo de Argentina en las dos finales consecutivas de la Copa América, volverá a medir a Messi en su constante búsqueda de la redención con Argentina. O quizás simplemente es que viven en dimensiones diferentes.