El K2 200 exprime la salida potente del gallego y el final del catalán
25 jun 2016 . Actualizado a las 13:36 h.Durante cinco días de mayo, el gallego Cristian Toro y el catalán aficando en Asturias Saúl Craviotto convirtieron un K2 200 que todavía no tenía plaza olímpica en un aspirante al podio. Ganaron en Duisburgo el billete para Río 2016 con un margen de un segundo, una eternidad para su distancia. Y luego se colgaron el oro en la Copa del Mundo, ya frente a los otros favoritos para los Juegos, con cinco décimas de ventaja. Con la confianza y los resultados de su lado, renunciaron al Europeo de este fin de semana en Moscú, y acumulan estos días sesiones de trabajo, bajo la mirada de Miguel García, al que todos en Trasona llaman cariñosamente El Abuelo. «Me esperaba un gran resultado, pero quizá no con tanta diferencia sobre los rivales», explica Toro, gallego nacido en Isla Margarita (Venezuela) hace 24 años, criado en Viveiro y formado como palista entre Lugo, Madrid y Trasona. En enero, hace un suspiro, la federación los eligió como el K2 200 para aspirar a los Juegos. «Sorprende el nivel que cogimos en tan poco tiempo. En la Copa del Mundo sabíamos que estábamos fuertes, pero nunca sabes cómo va el resto», coincide Craviotto, de 31 años, oro en Pekín en K2 500 y plata en Londres en K1 200.
Similitudes con Perucho
El barco actual remite a la «combinación explosiva» de Craviotto y Perucho que se clasificó a última hora para Pekín 2008 y ganó el oro en K2 500. Uno joven y otro veterano; uno con una salida explosiva y otro matador en los metros finales. «Con Saúl solo puedo aprender. Yo aporto mi fuerte y me siento cómodo en esos primeros metros de salida. Al barco no le viene mal», indica el gallego.
«Toro tiene mejor cogido el tema de la salida y yo la estoy mejorando gracias a él. Él está puliendo la fase final gracias a mí. Ahora controlamos mejor todas las partes del 200, que es lo importante. Nos estamos compenetrando muy bien, y vamos a seguir, sin dormirnos», explica el catalán, perfeccionista y puntilloso al comentar todos los detalles del entrenamiento al llegar al hangar. Y Toro lo mira unos ojos negros muy abiertos, para grabar todo. «Está atento hasta para ordenar la mochila. Se fija en cualquier detalle y marca la diferencia. Yo lo aprendo todo de Saúl. Sobre todo la disciplina, el día a día entrenando, la constancia y sus valores. Además de ser muy muy bueno físicamente, es muy buen deportista. Estira, se cuida comiendo, entrena más que nadie aún siendo mejor que los demás... Veo que por ahí va el camino. Aunque se diga que hay que entrenar, dar el 100% cada día es muy difícil», razona Toro.
Los rivales para la medalla
Desde la lancha, atento a cada detalle, Miguel García se queda con la evolución del K2 en el arranque. «Llevamos año y medio insistiendo en la técnica de salida. En el K1 de Saúl éramos muy muy buenos en la segunda parte, pero llegábamos ahí con un déficit a veces difícil de compensar. Pero en la Copa del Mundo de Duisburgo confirmamos que con el K2 vamos por el buen camino. Al paso por los 100 metros ya estamos bien situados en carrera, y luego teníamos otra marcha para marcar diferencias», detalla Miguel García. Y sitúa al barco español en un grupo de seis favoritos al oro, junto al británico, el francés, el ruso, el serbio y el alemán. «Si llegamos en condiciones, vamos a pelear por la medalla», avanza el entrenador.
Su fuerza les hace dar menos paladas que el resto
El K2 200 español tiene una peculiaridad. Su gesto amplio y potente le permite dar menos paladas que la media. Si el resto usa unas 83, ellos se quedan en 80. Lo explica el estilo de Craviotto, tal como explica su entrenador. «Saúl lleva toda su carrera con una palada que desliza más, por lo que da menos que el resto. Toro se está adaptando perfectamente. Los dos son muy fuertes, muy potentes, pueden hacerlo», indica Miguel García. Un estilo de pocas paladas que despierta el interés de otros técnicos. «Marcaron la diferencia en la Copa del Mundo. Así que muchos venían y preguntaban por el número de paladas. El comentario era el mismo», indica Miguel García.
«Saúl suele dar menos paladas que el resto, por sus proporciones [1,92 metros y 98 kilos]. Y yo también me siento cómodo en esa frecuencia, más baja, y que te obliga a meter más fuerza con un gesto amplio, como si fuese una zancada más larga en atletismo», explica el piragüista vivariense.
Craviotto ve listo a Toro para el debut olímpico. «Tiene experiencia como absoluto en Mundiales, Europeos, Juegos Europeos... Ya se ha peleado con los grandes del K2. Lo veo preparado y con ganas y casi está tirando del carro más que yo con su ilusión», indica el catalán.