¿Celos o incompatibilidad? Apenas se llevaban 15 meses, pero nunca fueron unas hermanas bien avenidas. Su odio, cimentado en el Hollywood dorado, es parte de la leyenda y la carrera de Olivia de Havilland y Joan Fontaine
12 jun 2024 . Actualizado a las 14:18 h.En el año 2003, cuando los premios Óscar cumplían 75 años, una venerable señora de pelo blanco , vestida de gasa azul, cruzó el escenario para presentar a muchos de quienes en ese tiempo habían ganado una estatuilla. Ella, a sus 86 años, tenía dos. Era Olivia de Havilland. Entre los actores y actrices que la acompañaron, no estaba su hermana menor, Joan Fontaine. También había ganado un premio. ¿Acaso no estaba invitada? Sí, pero las malas lenguas hollywoodienses aseguraban que declinó la invitación no por su prolongado retiro, sino porque no quería ver a su hermana ni en la otra punta del escenario. No se hablaban desde el año 1975. Estrellas de una época dorada del cine en la que ambas rodaron con algunos de los mejores directores del mundo, protagonistas de clásicos incontestables como Lo que el viento se llevó o Rebeca, ¿cuánto hubo de verdad en aquella enemistad que se llevaron a la tumba? Según las perlas que ellas mismas fueron soltando a lo largo de sus larguísimas vidas, todo venía de la infancia: peleas, piernas rotas, vestidos rasgados, con una madre volcada en Olivia y un entorno empeñado en enfrentarlas.
HABITACIONES Y PREMIOS
Hijas de padres británicos, ambas nacieron en Tokio. Olivia, la mayor, en julio de 1916. Joan, la menor, en octubre del 2017. Olivia, que mantuvo el apellido familiar, aseguraba que el problema es que tenían que compartir habitación. Cuando sus padres se separaron, ambos rehicieron su vida. Joan tomó el apellido de su padrastro, George Fontaine, cuando inició su carrera en el cine. Una carrera en la que Olivia se había adelantado. Las niñas, junto con su madre y su padrastro, se habían instalado en California, y la mayor de las hermanas comenzó a hacer teatro en el colegio. Joan decidió volver a Tokio con su padre, y al regresar a Estados Unidos, expresó que también quería ser actriz... claro que Olivia ya apuntaba a estrella: en 1936 rodó La carga de la brigada ligera, a las órdenes de Michael Curtiz, compartiendo cartel con Errol Flynn. Repitió éxito con los dos un par de años más tarde, convertida en Lady Marian en Robin de los bosques. En el libro Hermanas. La historia de Olivia de Havilland y Joan Fontaine, el autor Charles Higham asegura que Olivia y su madre (que tenía predilección por su primogénita) boicotearon el acceso de Joan a los grandes estudios. Cuando Fontaine se presentó al legendario casting para Escarlata en Lo que el viento se llevó, el director George Cukor le dijo que la veía más como Melania. Joan le espetó que para hacer de tonta, mejor contratase a su hermana. ¿Fue así como Olivia se convirtió en la dulce rival de Escarlata, uno de sus papeles más celebrados?
Paradójicamente, para Joan el éxito llegó de la mano del todopoderoso productor David O. Selznick, el cerebro detrás de Lo que el viento se llevó: en 1940 insistió en que ella protagonizara la que sería la primera película de Alfred Hitchcock en Estados Unidos, Rebeca. Ella recortó su luna de miel (acababa de casarse con el actor Brian Aherne ¡que había salido con su hermana Olivia!) y se lanzó de cabeza. Y aunque el escritor Donald Spoto asegura que hubo que mejorar su actuación en la sala de montaje, aquel papel de la segunda señora De Winter le valió su primera nominación al Óscar... que ganó el año siguiente por otro papel para Hitchcock, en Sospecha. Ese mismo año, Olivia compitió con ella en Si no amaneciera. Joan contó que cuando dijeron su nombre «toda la antipatía que sentíamos mutuamente desde niñas... Todo se hizo presente. Pensé que se lanzaría sobre la mesa y me tiraría del pelo». Hay quien dice que Joan rechazó la felicitación de Olivia y que está se vengó cuando años después fue ella la que ganó por Vida íntima de Julia Norris. De esta última ceremonia hay una imagen que demuestra el desplante, y la maquinaria del cotilleo de Hollywood no hizo más que airear aquella enemistad eterna.
DEL ODIO A LA INDIFERENCIA
Fue Joan, sobre todo, quien lanzó más dardos. En sus memorias, No Bed of Roses, aseguraba que se habían odiado tanto que ahora simplemente se ignoraban. Según Olivia, en aquel libro no había ni una palabra de verdad. Aunque muchos testimonios apuntan a que De Havilland se parecía mucho más a su papel de prima despiadada en Canción de cuna para un cadáver que a la mosquita muerta de Melania en Lo que el viento se llevó. Joan la acusó de no avisarla a tiempo de la muerte de su madre para que no llegara al velatorio, cosa que Olivia siempre negó. La muerte de su madre marcó el fin definitivo de su relación. Fontaine aseguró: «Me casé la primera, gané un óscar la primera. Si me muero, ella estará furiosa porque otra vez le he ganado»... Lo hizo: Joan murió en el 2013, a los 96 años. Olivia, con 104 años, falleció en el 2020.