Joaquín Sabina recordó en su recital a Ignacio Echeverría y a las familias gallegas afectadas en el incendio
16 jun 2017 . Actualizado a las 11:49 h.Joaquín Sabina regresó en la noche del miércoles a la capital británica para cantar en el mítico Royal Albert Hall ante 5.000 personas, homenajear al héroe del monopatín de los atentados del puente de Londres, el gallego Ignacio Echeverría, y acordarse también de las dos familias gallegas que lo perdieron todo en el incendio de la torre Grenfell.
«Superviviente, sí, ¡maldita sea!, nunca me cansaré de celebrarlo, antes de que destruya la marea las huellas de mis lágrimas de mármol, si me tocó bailar con la más fea, viví para cantarlo», entonaba Sabina para rendirles tributo recitando los versos de Lágrimas de mármol, una de las canciones de su último disco, Lo niego todo, con el que promete que le queda mucha guerra por dar.
No es el primer homenaje del cantautor al héroe del monopatín, a quien ya ensalzó en el primer concierto de la gira, el pasado 8 de junio en Úbeda. Con traje azul y sombrero negro, evocó su amistad con el poeta Benjamín Prado, con el que escribió Quien más, quien menos.
Sabina también recordó sus giras al otro lado del Atlántico, cómo nunca imaginó que el espacio «de nuestra lengua era tan amplio» y cómo esto lo iba a llevar de giras por Latinoamérica. De aquellas tierras se trae olores, sabores e inspiración para sus canciones. Y allí fue donde le dedicó una canción a México y a su querida Chavela Vargas.
La del miércoles era para Sabina «una noche mágica», con la que no contaba ni en sus sueños más locos. Para el ubetense era imposible pensar que acabaría en el Royal Albert Hall tras hacer sus pinitos como cantante en el metro y varios locales en el Londres de su exilio en los años 70. Se acuerda de una discoteca jamaicana en el barrio de Portobello y también de la Mexicano-Taverna, en la que actuó para George Harrison, y este le dejó una propina de cinco libras. «No debe uno olvidar. Vuelvo aquí con mucha ilusión. Pero he visto en la tele a un par de familias españolas afectadas por el fuego no muy lejos de ahí», lamentaba sobre el escenario. Estuvo bien arropado por los que dijo que «no son unos músicos cualquiera, son mi familia, el núcleo más duro, los que me han aguantado más que ninguna mujer en mi vida», reconocía irónico. Los presenta uno a uno, entre ellos están Antonio García de Diego y Pancho Varona, pero también anuncia una nueva incorporación, la de la argentina Laura Gómez.
Hendrix y Lennon
Varona confesó que estaba temblando: «Estamos en el templo donde tocaron Jimi Hendrix, John Lennon y tanta gente a la que admiro». Está solo sobre las tablas y apuesta por tocar La del pirata cojo. A partir de ahí Sabina regresa para hacer un repaso a los grandes éxitos. Por un momento, se puso serio para cantar una canción que no podía faltar, un dúo con Olga Román, para hacer poesía y recitar: Y sin embargo te quiero. Pero tras esos acordes, poco a poco fue anunciando que se iba más y más al sur.
A punto de llegar a las dos horas de concierto, afloró la mítica Y nos dieron las diez. Con el público entregado y llenando el aforo, pese a que las entradas no eran baratas, llamó al escenario al cantautor Leiva, que había hecho de telonero. Alguien del público le dice a grito pelado: «Joaquín, que soy de Úbeda y del Atleti; te quiero». Pero Sabina hace como que no va con él la cosa.
Tras realizar un repaso de los recuerdos de las últimas cuatro décadas, Sabina, con platillos en mano, enfila la despedida final cantando: «Si lo que quieres es vivir cien años, haz músculos de cinco a seis». Y parece que él es de los que quiere vivirlos... subido al escenario, por supuesto.