Anáisis táctico del partido propuesto por Juan Antonio Anquela
07 may 2018 . Actualizado a las 12:23 h.Nota: 7, notable.
El contexto obligaba a una victoria carbayona y eso nunca es fácil gestionarlo. Un Lorca descendido llegaba al Carlos Tartiere con la etiqueta de "rival a golear", lo que convertía al partido de ayer un todo o nada para el Real Oviedo. Los de Anquela volvían a casa tras ser goleados en Soria y sumar tres puntos ante los murcianos era, más que un objetivo, una obligación.
El fin de semana en Segunda imponía una victoria a los azules pero también dibujaba un escenario en el que dichos tres puntos no significaban sobrevivir, si no mucho más. El Oviedo, a lomos de su mejor jugador y su mejor socio, sigue metido en una pelea que, como ya dijo Anquela muchas veces, durará hasta el último minuto del último partido. Que así sea.
El aspecto táctico
La búsqueda de una nueva vía murió en Soria y el técnico del Real Oviedo volvió a apostar por el esquema con el que los azules jugaron su mejor fútbol del curso: Carlos, Forlín y Christian en la línea de tres, costados para Diegui y Mossa y Rocha en el doble pivote con Folch. Por delante, Fabrini y Berjón con Linares de referencia.
No fue el Oviedo de antaño, pero bien es cierto que los azules llegaron con relativa asiduidad al área visitante en los primeros minutos del encuentro. La nave viraba continuamente hacia la izquierda, lugar donde Mossa y Saúl Berjón, una de las mejores parejas de la categoría, masacraron a un Lorca incapaz de frenarlos.
Aunque sea una de las constantes del curso no podemos dejar de mencionar todo lo que ofrece la asociación entre el 23 y el 21. Si en el primer cuarto de hora ya habían abierto una herida en dicho costado, la expulsión de Pina hizo que la hemorragia no cesase. En la derecha, Diegui se convirtió en espectador de lujo a la espera de algún balón.
El gol de Linares hizo respirar a un Tartiere que no se fiaba de la fragilidad del Lorca. Ya con el marcador a favor, los azules siguieron haciendo daño al conjunto de Fabri pero no fueron capaces de controlar un poco la situación cuando el partido así lo demandaba. El continuo corre calles en los primeros instantes del segundo tiempo favorecían a un Lorca sin una idea clara pero con jugadores capaces de dar algún que otro disgusto.
En este contexto, se echó en falta la figura de Ramón Folch, superado un poco por el extraño ritmo del partido y siendo incapaz de darle pausa al juego. Por lo demás el guión seguía siendo el mismo: la banda izquierda del Oviedo era el jardín de Saúl y Mossa y la totalidad de las ocasiones carbayonas llegaban por dicho flanco. Ya en el 74', y para tranquilidad del Tartiere, una nueva internada de Mossa acababa con el segundo gol de Linares, firmando un doblete que le debe espolear a la titularidad en la recta final del curso.
Anquela decidió guardar en frío a Saúl hasta la batalla de El Sadar y el partido acabó con dicho cambio. En Pamplona, el Oviedo puede dar un golpe encima de la mesa en cuanto a puntuación, pero la sensación es que la imagen que se muestre será más importante que dicho resultado.
Con todavía tres partidos por delante tras el encuentro en tierras navarras, el juego azul debe asentarse en uno de los mejores campos de la categoría y dejar claro, tanto a ellos mismos como a los demás, que están preparados para luchar por todo.
Los cambios
Todavía con el 1-0 en el marcador, Anquela dio entrada a un Aarón Ñíguez que en pocos minutos demostró que su asociación con Berjón está más asentada que la del ovetense con Fabbrini. El italiano, muy impreciso en todas sus acciones, fue uno de los puntos negativos del juego azul en el día de ayer y en ningún momento del encuentro pudo ser decisivo en el desarrollo del juego.
Toché sustituyó a Berjón y en los poco más de diez minutos que estuvo sobre el césped no gozó de ninguna ocasión para aumentar la renta y poner fin a una sequía goleadora vigente desde finales de enero. Mariga, ya en el tiempo de descuento, fue el último en entrar al campo.