La montaña asturiana está perdiendo sus aves

E.G REDACCIÓN

ASTURIAS

Un gorrión descansa posado sobre un cable
Un gorrión descansa posado sobre un cable

En el Principado se nota, de forma considerable, el descenso de las poblaciones de diferentes aves como el roquero rojo o la collalba gris

12 mar 2022 . Actualizado a las 11:40 h.

El descenso de las aves de montaña es una realidad. Así lo aseguran desde SEO/Bird Life que advierten que, según los datos del programa de seguimiento de aves, hay un declive poblacional de especies como el roquero rojo o la collalba gris.

Una reducción, como explica Nicolas López, delegado en Asturias de la organización, que en el Principado «se nota, de forma más acusada, en las poblaciones del quebrantahuesos y de acentor alpino, entre otras muchas». Dos aves menos conocidas que las que habitualmente ocupan titulares, consecuencia, como anota López, «de una estrategia de comunicación para conservar los hábitats. Proteger a esta especie y proteger, además, el hábitat en el que se encuentra lo comparte a su vez con otras muchas especies».

Este decrecimiento poblacional de las aves que viven en la montaña se debe, en palabras de la ONG, a la combinación de dos factores: el cambio climático y los usos del suelo. «Los primeros resultados indican que las poblaciones de aves de montaña descienden también a escala europea y se atribuye al cambio climático y a los cambios de uso del suelo. Es decir, a la destrucción de su habitad», reconoce López. «Los incidíos forestales que hay en Asturias son una de las principales causas en la desaparición de ciertas especies y los parques eólicos que, no solo, son una trampa para las aves también destruyen su habitad», añade.

«Concretamente, lo primero que hemos notado en los últimos años es que las características de hábitats que teníamos, por ejemplo, a 1.600 metros de altitud, ahora se encuentran a 1.700 o 1.800. Y las especies que antes criaban a 1.600 ahora lo hacen 100 metros o 200 más arriba», detalla López.

«Esta subida de altitud, además, trae consigo una disminución de la superficie disponible debido a que la montaña suele tener una forma, digamos, de triángulo, por lo que al subir de altitud pierden espacio», añade el delegado en Asturias de SEO/BirdLife. «Además, algunas están perdiendo sus hábitats, debido a estos cambios», añade.

Pero no solo el cambio de las condiciones de temperatura y precipitación ha modificado los hábitats, sino que «la pérdida de la ganadería extensiva ha acelerado estos cambios», indica López.

«Las aves son muy sensibles y ya llevamos casi 20 años notando, no solo que las aves migratorias llegan antes que hace dos décadas, sino que además el resto están cambiando de hábitats al perder los suyos», detalla. «Así que las aves pueden actuar, por tanto, como bioindicadores, puesto que en tres años ya te dan información, pero en diez la información que te proporcionan es inequívoca».

Por este motivo, ahora lo que se pretende es medir la velocidad a la que se están produciendo estos cambios.