La historia de superación de un asturiano con cáncer: «Este bicho no va a poder conmigo»
ASTURIAS
Francisco Javier Márquez fue diagnosticado por primera vez de cáncer de pulmón en 2017: era deportista, no bebía ni fumaba y quedó en estado de shock
22 oct 2022 . Actualizado a las 17:07 h.Francisco Javier Márquez tenía 52 años cuando en 2017 le detectaron cáncer de pulmón. Era una persona deportista, practicaba ciclismo y jugó toda su vida a fútbol; no bebía ni fumaba, así que cuando el médico le dio los resultados se quedó en estado de shock. «Te tocó, y tienes que estar agradecido de que te lo hemos detectado a tiempo», le aseguró su médico. Este tipo de cáncer suele ser asintomático, no causa dolores y no se suele detectar hasta que se ha expandido a otros órganos. Aún así, aceptarlo fue muy duro. «No es como otra gente que juega con fuego y al final se quema, yo no comprendía cómo me podía estar pasando esto a mí».
«Nunca piensas que este tipo de cosas te van a pasar a ti. Yo era deportista, no fumaba, no bebía. Pero me tocó»
Javier no había tenido ninguna aflicción y cuenta que acudió al médico porque su mujer, Cristina, advirtió de que había empezado a hacer unos ronquidos mientras dormía. «Se preocupó porque yo nunca había roncado», explica Javier, que acudió a los especialistas pertinentes recomendados por su médico de cabecera. Del otorrino a neumología, donde le mandaron hacer una placa de tórax. Javier se quedó impresionado cuando vieron la mancha en el pulmón derecho. A partir de ahí vendrían muchas más pruebas. «Me dijeron que podía ser un catarro mal curado o cáncer. Me quedé en estado de shock. Te quedas impresionado porque piensas que este tipo de cosas nunca te van a pasar a ti. Pero la vida hace que choques contra la realidad». Había atravesado una complicada operación de columna con 39 años, su primera operación, pero aquello no tuvo nada que ver con lo que vendría. «Fue un golpe muy grande», pero lo que más le preocupaba eran los plazos y saber cómo sería el proceso. Una cosa tenía clara y era que sería «un paciente ejemplar», que se iba a implicar en su tratamiento, porque lo que siempre supo Javier era que le quedaba mucha guerra que dar. «Quería empezar cuanto antes y atacar al bicho directamente» y le tranquilizó la agilidad de la Seguridad Social para tratar su enfermedad.
Le realizaron una biopsia y pruebas radiológicas que confirmaron que tenía un cáncer en el pulmón derecho maligno. En abril de 2017 le operaron en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y le extirparon parte de la zona superior del pulmón. Tuvo un verano muy bueno en el que despejó su mente y tenía muy buenas sensaciones. Sin embargo, cuando acudió a la primera revisión del postoperatorio encontraron su ganglio de la tráquea inflamado. Le hicieron una ecobroncoscopia (EBUS) que más tarde confirmó que las células cancerígenas habían llegado hasta la tráquea.
El cáncer se extiende, «otro mazazo más»
Le administraron un tratamiento de quimioterapia y radioterapia muy potente, que le dejaba apenas sin fuerzas. Durante dos meses, los jueves de cada semana acudía al Hospital de Cabueñes a ponerse la quimio, en tanto que a diario acudía al Hospital de Jove a sus sesiones de radioterapia. «Era un tratamiento muy fuerte, me dieron para el zorro», bromea Javier, y gracias a ese tratamiento lograron reducir el cáncer y eliminarlo de la tráquea. Javier cuenta que no tenía ganas de comer, pero tenía que sacar fuerzas de donde no las había para llevarse un bocado a la boca. Fue una temporada muy dura.
Después del tratamiento oncológico severo que logró neutralizar el cáncer de la tráquea, hubo unos años en el que controlaron la enfermedad. Pero en mayo de 2020, justo después del confinamiento, empezó a sentirse mareado cuando paseaba por la calle. «Estaba desorientado, hacía dos días que me había empezado a doler la cabeza, y por la calle tropecé con las personas e incluso con los coches. Calculaba mal la distancia para bajar el bordillo...». Javier precisa que en una ocasión se encontraba con su coche en la zona cercana a los centros comerciales de Pola de Siero y que tal fue su grado de desorientación que a punto estuvo de detener el coche en medio de la carretera y llamar a su mujer para que fuese a buscarlo. Finalmente pudo regresar a casa, aunque todavía no sabe cómo.
«Cuando llegué le conté a mi mujer lo que pasó y le dije que no me dejara coger el coche». Buscaron rápido especialistas y tras unas pruebas, le detectaron un edema en la cabeza. Un edema es una hinchazón, en este caso en el cerebro, que produce una presión en el mismo por acumulación de líquido y afecta en función de la zona que la inflamación dañe. Para conocer el origen del edema le realizaron más pruebas y descubrieron que tenía dos tumores cerebrales, uno de 4mm y otro de 4 cm. Además, le realizan un tac torácico en el que detectaron unas pequeñas manchas en el pulmón izquierdo y otra en el hígado. El cáncer se había extendido. «Fue un mazazo, otro más». Le operaron en el Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA) y aunque fue todo correcto, cuando le quitaron la medicación que tomaba para el edema le sentó fatal. «Perdí 20 kilos. No comía, no bebía...Con un edema todo te molesta muchísimo, los ruidos, los gritos, todo en general, la sensación que tenía era horrible». Poco a poco, con una nueva medicación, consiguió recuperarse.
«Estoy encantado con el sistema sanitario que tenemos. He tenido mucha suerte y me han tratado siempre fenomenal»
Es entonces, con el repunte de casos, cuando en su casa viven dos pandemias.. El contagio podría haber sido fatal para la salud de Javier, que tenía las defensas bajas. En la actualidad su enfermedad se ha estabilizado y poco a poco mejora de las grandes limitaciones visuales y de memoria que le han quedado como secuelas. Se encuentra en tratamiento oncológico para hacer frente a esta enfermedad, «según el especialista es el mejor tratamiento que hay en el mundo contra el cáncer. Protege las células sanas y ataca solamente a las cancerígenas», explica Javier, que confía plenamente en los profesionales de la Seguridad Social. «Estoy encantado con el sistema sanitario que tenemos. He tenido mucha suerte y me han tratado siempre fenomenal. Son mis guardianes»..
En cuanto a consejos, Javier cuenta lo que a él le funciona, que es tener una actitud positiva ante la adversidad. «Hay que luchar, el bicho quiere que nos quedemos en la cama tirados y no hagamos nada. Hay que buscar cosas que te motiven, que te den vitalidad. A mi me cuesta mucho trabajo salir a caminar algunos días pero me obligo a al menos un poco todos los días. Es normal tener bajones, no somos de piedra», por ejemplo, Javier cuenta el reciente fallecimiento de Almudena Grandes le conmocionó y le hizo estar unos días decaído. «Tengo mis días de luto pero luego reseteo, y espabilo. Soy una persona muy optimista, muy positiva. De lo malo siempre trato de buscar una parte buena. Psicológicamente soy muy fuerte», y esa fortaleza le ha servido para sobrellevar la enfermedad de la mejor manera posible. Comenzó con tratamiento psicológico para sobrellevar mejor el vuelco de emociones que genera atravesar una experiencia como esta, aunque al principio era reticente. «El médico lo comparó con un incendio. Si lo coges cuando empieza, lo apagas fácil. Si está extendido, cuesta, pero se apaga. Pero cuando se desmadra es impredecible. La cabeza funciona igual, si perdemos la cabeza...». A Javier le ha venido bien la terapia psicológica, con la que a día de hoy continúa, y la recomendaría a cualquiera que atraviese por una enfermedad similar.
«Este bicho no va poder conmigo ni de coña, voy a luchar todo lo que tenga que luchar»
Si algo tiene claro Javier es que «este bicho no va poder conmigo ni de coña, voy a luchar todo lo que tenga que luchar». Cree que es muy importante hacer cosas que te realicen y por ello con su mujer compró una casa en un pueblo apartado, en el monte, donde poder ir a desconectar los fines de semana. Además, han sumado un nuevo miembro a su familia, una perrina con la que están encantados y que les «da la vida». Javier, que siempre ha sabido buscar el lado positivo de las situaciones, opina que estos reveses de la vida sirven para priorizar y ver quienes son las personas que suman en tu vida y de verdad importan. Agradece especialmente a su mujer, que «lo es todo para mí, no sé lo que haría sin ella». Ha sido su apoyo fundamental, pero también su hermano pequeño y amigos, «algunos de los que menos te lo esperas y que ahí están».
Javier conoció la asociación Kurere, palabras que curan (contacto: hola@kurere.org) gracias a los reportajes de La Voz de Asturias. Tras leer la historia de Ana Torrico, empezó a investigar y le interesó la labor de la asociación. «Leía a gente que estaba mejor, peor o en una situación similar, y me ofrecí a ayudar en cuanto pudiese. Hablar del tema es muy importante. Estamos muy perdidos cuando llevas el mazazo y hablar de ello viene muy bien». Javier redactó su testimonio en el que expone su caso, para hacer ver a las personas con unas circunstancias parecidas que, a pesar de todo, siempre hay esperanza y lo importante es no perder nunca las ganas de luchar.
Pone el ejemplo de una vieja amiga a la que le diagnosticaron un cáncer en el pecho en unas fechas aproximadas al suyo. Recuerda haberse cruzado una tarde y hablar con ella. «Estaba hecha polvo, abatida. Le pregunté cómo lo llevaba, ella cómo lo llevaba yo; y le dije que tenía que intentar cambiar de actitud. La enfermedad es lo que quiere, que estemos sin fuerzas, que nos debilitemos. Le intenté convencer y un tiempo después volví a coincidir con ella y no hizo falta que me dijera nada. Se le veía que me había hecho caso. En enfermedades como esta es muy importante cómo lo afrontamos», asegura Javier, para quién, sin duda, la voluntad de salir adelante y luchar son claves durante la enfermedad.
Javier recuerda emocionado a los enfermos de cáncer que hace décadas, cuando el campo no había avanzado tanto como en la actualidad, sufrieron «tratamientos quimioterápicos brutales que no estaban contrastados y gracias a ellos muchos seguimos hoy adelante». A día de hoy Javier sigue luchando, con más ganas que nunca, por «vencer al bicho».