Esta glándula con forma de mariposa pasa desapercibida hasta que se descontrola. Una lista de alimentos se puede convertir en tu mejor aliado
16 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Tiene forma de mariposa, pesa en torno a 30 gramos y convive contigo aunque no seas consciente de ello. Está ahí, justo junto a tu cuello, en la parte de arriba de la clavícula, y controla el ritmo de muchas actividades de tu cuerpo, desde la velocidad a la que quemas las calorías que ingieres al ritmo al que late tu corazón o el nivel del colesterol en sangre. Incluso puede tener una influencia directa en tu báscula. Todas estas actividades vinculadas al metabolismo las regula la tiroides, una gándula endocrina, cuya función principal es generar hormonas. Así que una vez que eres consciente de su existencia y, sobre todo, de la importancia que tiene para tu salud, el único comportamiento inteligente es mimarla. Una alimentación sana y nutritiva es clave para su adecuado funcionamiento. No esperes a que falle para sufrir sus efectos.
Comencemos por descartar todo aquello que no le conviene. Ciertos alimentos ricos en grasas, azúcares o sal no son lo más adecuados para contribuir a preservar la tiroides. Por poner un ejemplo concreto, la comida rápida no parece hacer buenas migas con esta glándula. No se trata de erradicar por completo estos alimentos de la dieta diaria, pero sí para dejar abusar de ellos. Combínalos, en todo caso, con nutrientes que puedan ser beneficiosos.
Lo que sí debes consumir a diario es yodo. Su papel es fundamental para regular la buena marcha de la tiroides. El organismo no produce yodo por sí mismo, así que necesita ingerirlo para poder tener la dosis necesario. Ayuda a regular el crecimiento de la glándula y a mejorar su eficiencia hormonal. Impide su crecimiento anómalo, que se conoce como bocio y que se observa por un abultamiento del cuello. La manera más sencilla de introducir el yodo en tu alimentación es a través de la sal yodada, que puedes encontrar en el supermercado. Hay también algunos alimentos ricos en este mineral, como los pescados y los mariscos. Arenque, gambas, langostinos, bacalao o lenguado son algunas de las opciones que puedes barajar. También, el aceite de pescado. Con dos raciones a la semana, estarás cuidando esa mariposa que anida en tu interior.
El zinc es otro elemento presente en el cuerpo que ayuda a regular el metabolismo. Es necesario para que el sistema inmunológico trabaje correctamente. Unos niveles bajos puede afectar al pelo, a las uñas o al cabello. La alimentación también ayuda a su regulación. Está presente en la carne, en las legumbres, nuevamente en el marisco, en las semillas de calabaza o sésamo y en el chocolate negro.
Más combustible para la tiroides: calcio y vitamina D. Un déficit de ambos elementos podría descompensar a la glándula y generar problemas. Un menú rico en ambos nutrientes sería de mucha ayuda. Verduras de hoja verde, pescados azules, lácteos o frutos secos ayudan también a conservar unos huesos sanos. Como en toda dieta equilibrada, no podían faltar los antioxidantes. Cinco raciones entre frutas y verduras o unos 400 gramos diarios de estos alimentos ayudan a conseguir la cantidad necesaria. Para ayudar a la tiroides es necesario reducir el consumo de alimentos procesados y refinados con químicos o conservantes y también de gluten.
Así que prepárate una sencilla receta de lentejas 100% vegetal, un rollo de Xarda, unos tallarines salteados con calamares y mejillones o unos vasitos de yogur, copos de maíz y manzana. Estas recetas de nombre tan suculento pueden ayudarte a convivir con esa glándula con forma de mariposa tan vital como desconocida.