A los 180 profesionales desplazados por la Xunta para colaborar en los trabajos tras el paso de la dana, se suman bomberos forestales y de Navantia
09 nov 2024 . Actualizado a las 17:46 h.El miércoles coincidieron en casi diez kilómetros cuadrados muchos de los efectivos que solucionan un sinfín de emergencias en Galicia: bomberos, miembros de Protección Civil, las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) de Laza y profesionales del Grupo de Apoio Loxístico e Intervención (GALI). El mencionado terreno es el término municipal de Alfafar, y el motivo de tan singular xuntanza es el devastador desenlace de la dana del martes 29 de octubre. La Xunta envió un contingente con 180 profesionales —no están incluidas las BRIF, que dependen del Gobierno central— para que echaran una mano en un área, la afectada por las intensas lluvias, en la que viven más de 300.000 valencianos.
«Vamos a dejar constancia de que un trocito de Galicia está aquí. Si alguien sabe ayudar, esa es Galicia». Las palabras son de José Antonio Argibay, responsable del GALI, el grupo de apoyo logístico de Axega 112, pero podrían ser de muchos otros desplazados a la provincia de Valencia. Argibay habla custodiado por sus cuatro compañeros y un camión de diez metros de largo. «Callejear con estos camiones es complicado», asegura. Por ello cuentan con una furgoneta como remedio fácil. Pero no queda ahí su despliegue: «Hemos traído una capacidad de achique total de 33.000 litros por minuto, una capacidad de iluminación de 20.000 vatios de potencia lumínica y 25 toneladas de agua para limpieza». También trajeron un dron.
Mientras Argibay y sus compañeros ayudan a achicar el agua de un túnel subterráneo que conecta Alfafar con Benetúser, a unos 20 minutos a pie hay 20 bomberos forestales despejando las calles de escombros y vehículos. «No saques la foto ahora, hombre, que parece que no estemos haciendo nada», bromea uno de los 20 desplazados, junto a dos técnicos y dos capataces. Al final de la fila de los efectivos de las BRIF está Pablo González. «Están tropecentos coches polas rúas e non se dá nin pasado», asegura el bombero forestal. También lucen parados, quietos, pero seguramente orgullosos en el selfi de Esther Sanchis. Las BRIF despejaron por fin su bajo. «Estaba todo cheo de lama e lixo. Apareceu un coche e unha moto que non eran de alí», recuerda González. Prácticamente todos los desplazados posan en esa foto esperanzadora. Nadie sonríe más que el padre de Esther, que posa en medio de los bomberos forestales.
Al otro lado de las maltrechas vías del tren hay muchos bomberos dejándoselo todo. Entre ellos, los cinco de Ferrol, que representan, junto a otros tantos miembros de Protección Civil y seis bomberos de Navantia Ferrol, a la urbe departamental. Ellos se hartaron a hacer rastreos, búsquedas y achiques de agua, pero se les dio especialmente bien la retirada de vehículos gracias a una plataforma que llevaba tiempo en barbecho. «Nunca pensé que le íbamos a dar tanta utilidad», reconoce Javier Paz, bombero de la ciudad.
«El corazón encogido»
Paz destaca el café que le han ofrecido estos días los valencianos. Y les da las gracias porque lo ve fundamental: «Parece una tontería, pero mueve el mundo». Todos destacan la gratitud del pueblo de Valencia. «Nos marchamos con el corazón encogido. Estamos con ellos hasta la muerte, porque esto es desolador», afirma Cristina Alonso, de los Servicios de Emergencias de Cuntis, junto a su compañero Miguel Couto y su colega de Protección Civil Moraña, Javier Magariños. La primera calle a la izquierda y la segunda a la derecha, solo eso es necesario para decir adiós a Cristina y saludar a Cesáreo Coya, de Cangas do Morrazo. «Queremos devolver toda la solidaridad que recibimos en el Prestige», sentencia.