Así es Kamala Harris: su pasado, sus aciertos y un escándalo que la persigue 20 años después
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Nos adentramos en la vida personal y familiar, también en su trayectoria, para descubrir a la que puede convertirse en la primera mujer, y afroamericana, presidenta de Estados Unidos. Si Trump no lo impide...
23 oct 2024 . Actualizado a las 13:26 h.El próximo 5 de noviembre, Estados Unidos puede hacer historia al elegir a Kamala Harris como la primera presidenta de Estados Unidos, además de afroamericana. La batalla por ocupar el despacho de la sala oval tiene visos de ser más emocionante que la final de la Superbowl, ya que enfrente tiene a un hueso muy difícil de roer, Donald Trump. Curiosamente, el polémico candidato republicano es el único que se ha enfrentado a las dos mujeres aspirantes a la presidencia —Hilary Clinton y ahora Kamala Harris—. Pero la vicepresidenta está acostumbrada a remar a contracorriente y salir victoriosa. Así lleva haciéndolo toda su vida. Más allá de hacer porras electorales sobre quién ganará —algo que, por cierto, casi nadie se atreve a aventurar, a pesar de que las últimas encuestas dan una ligera ventaja a Harris—, conozcamos mejor a la primera mujer que puede ocupar la Casa Blanca.
«Aunque seré la primera mujer en este cargo, no seré la última. Porque cada niña pequeña que esté viéndonos esta noche ve que este es un país lleno de posibilidades [...] con un mensaje claro: sueña con ambición, lidera con convicción y mírate a ti misma como otros tal vez no te ven. Y te aplaudiremos a cada paso des». Así se dirigió Kamala Harris durante su primer discurso como vicepresidenta. Porque tal y como recoge María Ramírez en su libro Kamala Harris, la primera, la candidata demócrata a ocupar la Casa Blanca ha sido la primera en muchas cosas. Fue la primera fiscala general de California, el segundo departamento de Justicia más grande del país. A ese puesto llegó como la primera mujer, la primera negra y la primera persona de origen indio. También fue la primera senadora asiática y la primera mujer vicepresidenta de un Gobierno de los Estados Unidos.
Mucha culpa de ello la tuvo su madre, Shyamala Gopalan Harris, que emigró sola a Estados Unidos con apenas 19 años desde el sur de la India para estudiar Bioquímica en la Universidad de California. El abuelo de Harris, un alto funcionario indio, se ofreció a pagarle el primer año de carrera. Shyamala acabó convirtiéndose en una prestigiosa investigadora del cáncer, a pesar de que tuvo que criar prácticamente sola a sus dos hijas, Kamala y Maya, tras divorciarse del padre de ambas, Donald Harris, que también fue emigrante jamaicano en Estados Unidos.
Cuando sus padres se separaron, la mayor de los Harris tenía 5 años. Ella siempre ha atribuido el divorcio prematuro de sus padres a la juventud de ambos —eran veinteañeros y estudiaban y trabajaban al mismo tiempo— y a la presión de sus respectivas ambiciones en un entorno no siempre amable para dos emigrantes. Fue Shyamala quien educó casi en solitario a sus hijas, se compró una casa y consiguió su sueño de ser investigadora, relata Ramírez. Mientras su padre, que las visitaba los fines de semana, acabó convirtiéndose en uno de los profesores de Economía más admirados de Stanford.
«En toda su carrera, cuando estaba viva y después de que falleciera, Kamala siempre se ha acordado de su madre, porque era una figura muy fuerte. Profesionalmente, era un referente. Y a la vez criaba a sus hijas solas. Ella habla mucho de su madre y de las amigas de su madre. Era una especie de matriarcado. Y su padre desapareció bastante del mapa. Tuvieron un divorcio muy poco amigable y perdieron el contacto. De hecho, su padre aún vive y reside cerca de ella en Washington, pero prácticamente no tienen ninguna relación. Es como si la hubiera criado una madre soltera», explica María Ramírez.
El hecho de ser afroamericana con ascendencia india la ha marcado durante toda su carrera en la defensa de las minorías raciales y de los abusos infantiles. En su etapa como fiscala general construyó una base de datos con todos los casos de abusos policiales y comenzó a trabajar en reformas concretas como dar formación a los policías sobre los prejuicios raciales o acabar con el sistema de fianzas, que discrimina a los más pobres, y decide quién queda libre, en función del dinero que puede pagar y no del riesgo que suponga para la población. También defendió culpar a los padres, con multas y hasta un año de cárcel, de las ausencias escolares de los hijos, si superaban el 10 % y no estaban justificadas. Asimismo, se encargó de la oficina de abusos familiares e infantiles en la fiscalía de San Francisco.
«No voy a pedir nunca perdón por decir esto: ¿un ser humano mata a otro ser humano?, ¿una mujer es violada?, ¿un niño sufre abusos? Tiene que haber consecuencias serias y se deben pedir responsabilidades. Y siempre voy a decir que Estados Unidos tiene un problema de encarcelamiento masivo. Voy a decir que hemos estado encarcelando a negros y otras minorías, y que hemos construido prejuicios implícitos y explícitos que hay que abordar», dijo Kamala en el 2019.
Mala relación
Pero ella también sufrió el machismo. Y lo sigue sufriendo. En el 2003, poco antes de ser elegida fiscal de San Francisco empezó a perseguirla una acusación que aún hoy en día algunos republicanos la sacan a relucir: su relación con el entonces alcalde de San Francisco, Willie Brown. Fue en 1994, ella tenía 29 años y él 60. El noviazgo apenas duró unos meses, porque ella lo dejó por mujeriego. Pero más de dos décadas después, le seguían preguntando por ello. «Es muy significativo que se siga utilizando tantos años después y cuando ella ha hecho tantísimas cosas. Pero, desde luego, en aquel momento supuso un problema para su carrera política, aunque ella dijo que investigaría al alcalde si había algún indicio de corrupción. Y de hecho, después fue investigado por ello», comenta Ramírez. «Si hay corrupción, será procesado. No hay más que hablar», dijo entonces Kamala.
Un matrimonio atípico
Finalmente, la ahora candidata demócrata se casó con Doug Emhoff en el 2014. Lo había conocido un año antes a través de una cita a ciegas que organizó una amiga suya. Él, abogado especializado en litigios del sector del entretenimiento, estaba divorciado y tenía dos hijos de su anterior matrimonio. La ceremonia se celebró en Santa Bárbara y la ofició su hermana Maya. Harris se lleva tan bien con la exmujer de su marido, Kerstin Emhoff, que comparten celebraciones y viajes e incluso Kerstin se ha prestado a conceder entrevistas y a hacer campaña por Harris. Tal y como explica Ramírez, su matrimonio sigue siendo una excepción en Estados Unidos, donde solo cerca del 10 % de las parejas casadas están formadas por personas de razas distintas. Pero Harris está acostumbrada a estar en minoría. Se educó en colegios de blancos hasta que fue a la universidad.
Otro de sus grandes problemas es su rechazo a conceder entrevistas. Un miedo que desarrolló como vicepresidenta, después de que un periodista de la NBC la pusiera contra las cuerdas preguntándole si había visitado la frontera sur de Estados Unidos para conocer la situación. No supo responder y dejó de dar entrevistas. Desapareció del foco público, mientras se multiplicaban los estereotipos machistas y racistas. «Esto explica por qué dentro del entorno de Biden lo que se comunicaba es que tenían algunas reticencias sobre si podría ser una buena candidata. Es evidente que no se siente demasiado cómoda dando entrevistas, incluso cuando le salen bien. Tuvo esta experiencia que parece que marcó su vicepresidencia y el comienzo de su desaparición, en un papel ya bastante desaparecido, como es el de ser vicepresidente, porque siempre estás en la sombra», comenta Ramírez, que también describe a Kamala como una persona bastante reservada, que cuenta muy pocas cosas de su vida personal y a la que no le gusta reflexionar sobre su identidad. Pero que a la vez no tiene complejos, ni problemas en hacer chistes y en dar discursos enérgicos.
«Fue bastante sorprendente cómo consiguió unir al partido en prácticamente 48 horas. Y eso es lo que también acalló las críticas por parte del entorno de Biden, sobre si ella iba a ser capaz de llevar esta campaña. Es bastante extraordinario que, por un lado, consiguiera no enfadar a los de Biden. En aquellas semanas de gran tensión estuvo muy silenciosa y en un segundo plano. Y luego, en cuanto Biden renunció, en 48 horas había conseguido el apoyo de todos los líderes del partido. Y a la vez el apoyo de los votantes», comenta la autora que hace un repaso por la vida de la candidata. «Lo último que sabemos es que en menos de tres meses ha recaudado mil millones de dólares. Nunca un candidato en la historia de Estados Unidos había recaudado tanto dinero en tan poco tiempo. Incluso Trump ha recaudado menos en todo el año. Es algo bastante extraordinario. Y eso también ha ayudado a afianzarla», apunta.
«Ahora el señor mayor es Trump. Y empieza a divagar más en sus mítines, cada vez más largos que hace 4 u 8 años. Se encuentra en una posición de cierta debilidad frente a una persona mucho más joven, que habla bien y que es más guapa. Por eso también lo dice. Cuando Trump dice algo, siempre es el reflejo de lo que le está obsesionando. Y esto del aspecto físico le preocupa. Incluso ha dicho que es más guapo él..., en fin. Entonces, vemos algunas señales de que está nervioso», comenta Ramírez. En cambio, ella es una «mujer y una política que está muy cómoda en su piel y eso es algo distinto respecto a Hillary Clinton. Por eso ha navegado con bastante habilidad hasta ahora el tema del género que, aunque parezca increíble, sigue siendo controvertido en algunas zonas de Estados Unidos». También su naturalidad y su tono desenfadado juegan a su favor con los votantes.
Pocas semanas después de la victoria de Biden en el 2020, un periodista ya le preguntaba a Harris si se imaginaba enfrentándose a Donald Trump en el 2024. «Por favor», contestó ella, dando un manotazo al aire antes de echarse a reír. Pero lo cierto es que sí ha ocurrido. Y quizás es el momento de soñar que una mujer pueda ocupar la Casa Blanca. ¿Por qué no? Por algo Estados Unidos es el país donde se cumplen los sueños.