Considera que la propuesta «infravalora significativamente» su proyecto y sus perspectivas de crecimiento, y decide seguir en solitario
06 may 2024 . Actualizado a las 23:20 h.Siete días ha tardado el consejo del Sabadell en responder a la oferta de absorción que hace ahora una semana le puso BBVA sobre la mesa. ¿Fusión? No, y menos en los términos en los que la había planteado la entidad que pilota Carlos Torres. La razón, que «infravalora significativamente el proyecto de Banco Sabadell y sus perspectivas de crecimiento como entidad independiente», reza el comunicado enviado por la entidad catalana a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para dar cuenta de su decisión en relación a «la propuesta no solicitada» de BBVA.
El banco que pilota Carlos Torres les había ofrecido una acción de nueva emisión por cada 4,83 títulos del Sabadell. Una ecuación de canje que suponía una prima del 30 % al cierre del lunes de la semana pasada —un día antes de que se conocieran las intenciones del banco vasco—, pero que la bolsa se había encargado de diluir. Desde ese día, las acciones de BBVA han bajado un 9,72 %, mientras que las del Sabadell han subido un 8,8 %, lo que dejaba el aliciente en un modesto 16,8 %.
A ese descenso de la cotización del banco vasco se refiere también la respuesta del Sabadell: «La caída significativa y la volatilidad del precio de la acción de BBVA en los últimos días genera una incertidumbre adicional sobre el valor de la propuesta».
La oferta suponía valorar el Sabadell en unos 12.000 millones, cuando su capitalización actual roza los 10.000 y su valor en libros (el precio real que aparece en las cuentas del banco), los 14.000.
A la vista de esas cifras, el consejo del banco que preside Josep Oliu prefiere seguir en solitario, sin ni siquiera avenirse a negociar una mejora de las condiciones. «El consejo confía plenamente en la estrategia de crecimiento de Banco Sabadell y en sus objetivos financieros», y está convencido de que «como entidad independiente generará un mayor valor para sus accionistas», a los q promete 2.400 millones en dividendos y recompras de títulos entre este año y el que viene. Cree, además, que su decisión de rechazar la oferta está «alineada con el interés de los clientes y empleados» del banco.
Tampoco les ha seducido el reparto de poder que había sobre el tapete. BBVA proponía que tres de los consejeros actuales del banco catalán lo fueran también de la nueva entidad, pero despojados de sus funciones ejecutivas, y que uno de ellos ocupase una vicepresidencia. Poco, han considerado en el Sabadell.
Pero es que, además, en un banco del tamaño del catalán hay cientos de directivos, desde directores generales a responsables de áreas de negocio, pasando por mandos intermedios. En la carta remitida por BBVA con su propuesta de fusión se hacía mención a ese capítulo, pero sin concretar en demasía: «El equipo directivo de la entidad resultante se conformaría con ejecutivos procedentes de ambos bancos, atendiendo a principios de competencia profesional y mérito, procurando guardar la proporcionalidad en función del peso relativo de los negocios», rezaba. Nada más. En teoría, y atendiendo al peso que el actual Sabadell tendría en el nuevo banco (un 16 %), eso habría supuesto que 16 de cada cien puestos de responsabilidad habrían estado ocupados por ejecutivos procedentes del Sabadell. Poco, de nuevo.
Cambio de rumbo
Por no hablar de que no estaba para nada claro lo que sucedería con el consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno, a quien el banco se encomendó para enderezar el rumbo precisamente después de rechazar el primer acercamiento de BBVA en el 2020, y con la entidad inmersa en uno de sus peores momentos. En apenas cuatro años, él y su equipo han logrado multiplicar por cuatro el valor del banco y sellado un récord de beneficios: 1.332,2 millones de euros en el 2023.
Tras el tajante rechazo del Sabadell a la oferta de BBVA, una parte del mercado especula con la posibilidad de que el consejo del banco vasco opte por una opa hostil. Si eso ocurriera, el Sabadell lo tendría difícil para defenderse. No cuenta con un núcleo duro de accionistas. Su capital está muy atomizado. Tanto, que ningún inversor controla más del 4 %. Al frente se encuentra el fondo BlackRock (también accionista de BBVA), con un 3,6 % del capital, seguido del inversor mexicano David Martínez (3,4 %) y los fondos Dimensional Funds y Fintech Europe, con algo más de un 3 % cada uno, según los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Después estaría la firma Millenium Group, con tan solo un 1,034 % del banco a través de instrumentos financieros.
Pero otra parte del mercado recuerda que en una fusión bancaria, cuyo éxito depende en gran medida de una perfecta integración tecnológica y de plantilla, una opa hostil no es lo más aconsejable. La última que se recuerda en la historia de la banca española es la que en diciembre de 1987 presentó el entonces BBV por Banesto, que terminó en fracaso, no sin antes aupar a la presidencia de este último a un joven Mario Conde. Y aquella historia ya saben cómo acabó.