El PSOE culpa a Yolanda Díaz del fracaso de los Presupuestos catalanes por no dominar a los comunes
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Desde Sumar aseguran que no se debería de haber renunciado a las cuentas del Estado por un suceso territorial e insisten en la autonomía de su marca regional
15 mar 2024 . Actualizado a las 20:42 h.Tras el adelanto electoral en Cataluña y el anuncio del Gobierno de renunciar a aprobar los Presupuestos Generales del Estado del 2024, las miradas se han posado en Yolanda Díaz, líder de Sumar, a quien el Ejecutivo responsabiliza en justa medida de haber propiciado tanto los comicios como la renuncia a las cuentas de este año por haber sido una de sus formaciones la que tumbó el balance de Pere Aragonès y haber sido incapaz de controlar a esta para no impedir la debacle catalana.
Desde En Comú Podem, uno de los apéndices de Sumar, se trasladó que los Presupuestos de la Generalitat no serían aprobados porque Aragonès insistía en que el proyecto del macrocomplejo hostelero del Hard Rock Café no debía ejecutarse por la promoción de su casino, una línea roja que la formación de Ada Colau no estaba dispuesta a cruzar. Esta estrategia, que ha suscitado sentimientos contrariados en el PSOE, fue defendida en los pasillos del Congreso por Yolanda Díaz, que aseguró que si no hubo apoyo fue por falta de negociación por parte de ERC más que por esa presunta línea roja. «Creo que quien gobierna tiene la responsabilidad de buscar los apoyos, y es evidente que uno tiene que negociar hasta el final», aseguró.
Ayer, fuentes de la formación de Díaz citadas por El Mundo sí aseguraban para dar el matiz político que no defenderían el proyecto «del que sería uno de los macrocasinos más grandes de Europa con más de 1.200 máquinas tragaperras acompañado de rebajas masivas de impuestos al juego y que consumiría el mismo agua diariamente que un municipio de 30.000 habitantes». Sin negociación y con el proyecto nacido del fracaso del Eurovegas de Madrid, difícilmente los comunes aceptarían aprobar los presupuestos de Aragonès pese a que su Ejecutivo insistió en que no se iba a destinar un solo euro al complejo.
Sin embargo, entre las filas socialistas no se vio la reacción de En Comú Podem con buenos ojos y cuestionaron que las marcas regionales de Sumar actúan con autonomía y personalidad propia pese al riesgo que suponía no situarse en consonancia con las cuentas de la Generalitat.Desde Ferraz tienen a Yolanda Díaz como responsable última del fracaso presupuestario catalán y, por ende, del Gobierno central, que ya avisó que renunciaba a los PGE de este año por perder la capacidad de negociación con la parcela independentista.
Una de las claves de asociación de Sumar con el fiasco catalán es que Ernest Urtasun, el portavoz de la formación y ministro de Cultura, proviene de En Comú Podem, y le achacan que ni él ni la ministra de Trabajo tuvieran más mano en las negociaciones. Fuentes del PSC cercanas al caso consideran que el fiasco presupuestario «se negoció en Cataluña por interés electoral» porque «el argumento del Hard Rock era una excusa». «Ni Yolanda Díaz ni Ernest Urtasun jugaron ningún papel en la negociación de los Presupuestos. En todo caso, tendría que ver más Colau que cualquier dirigente de Sumar», subrayan.
De hecho, fuentes del PSOE y ERC citadas por El Periódico de España confirman que hubo un intento de convencer a Yolanda Díaz para que mediara con Ada Colau a fin de aprobar estos Presupuestos, pero que fue el convencimiento de la líder magenta en la autonomía de En Comú Podem lo que acabó la renuncia a esta vía, algo que también se le afea a la titular de Trabajo. Esta misma mañana, Pere Argonès venía a confirmar esta tesis argumentando que «si unos que iban contigo a las generales tumban los presupuestos de Cataluña y de rebote caen los de España, alguien tiene un problema de gestión de su espacio». Y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, alegó que «a nosotros nos parecía que aprobar esas cuentas era importante».
Desde Sumar ven una situación distinta, ya que consideran que lo acaecido en Cataluña no debería haber impedido la aprobación de las cuentas del Estado. Según dijo la propia Díaz en los pasillos del Congreso, «nosotros ayer por la tarde y nuestros equipos de Sumar y del Partido Socialista estaban reunidos negociando cuando Moncloa decidió no continuar con los presupuestos». Unas diferencias que,a demás, acrecientan la división entre los socios del Gobierno para dar estabilidad a la legislatura, aunque desde Ferraz aseguran que la legislatura no corre peligro y le auguran aún un largo recorrido.
La propia líder de los comunes, Jéssica Albiach, aseguró en una entrevista en Onda Cero esta mañana que «los Presupuestos no pueden depender de las citas electorales, incluso menos los PGE. Imagínese usted que no puede haber Presupuestos Generales del Estado cada vez que convocan elecciones en una comunidad autónoma».
El embate contra Sumar ya tiene dos divisorias: la del PSOE y la de Podemos. Los de Ione Belarra ya provocaron el descontrol del sector más a la izquierda de los socialistas después de su marcha al Grupo MIxto por considerar que la formación de Díaz ahogaba su voz en el Congreso. En consonante venganza, la formación morada tumbó el decreto de la ministra de Trabajo para la reforma del subsidio de desempleo en la Cámara Baja.
Este movimiento quebró la mayoría del Gobierno, al cual abocó a negociar con un interlocutor más en su amalgama de contactos políticos, ya de por sí complicados por sus agendas —Junts, ERC, EH Bildu, PNV, BNG y ocasionalmente Coalición Canaria— y que alargan todas las negociaciones sobre iniciativas legislativas. Un gesto que se vio también agravado por la marcha de José Luis Ábalos al Grupo Mixto, que hizo que el PSOE también perdiera un miembro de su Grupo parlamentario y que complicaba aún más la aritmética de los posibles acuerdos que pudieran alcanzar.
Con este tapiz, el bloque del Gobierno empieza a mostrar más fisuras y se revela la dificultad que tendrá el Ejecutivo para negociar sus iniciativas para una legislatura que ahora se antoja más larga y más compleja. Más breve o no, lo decidirá el tiempo.