A pie o en coches con colchones y mantas encima, muchos gazatíes están desorientados: no tienen familia, amigos ni nadie más
07 dic 2023 . Actualizado a las 21:01 h.A los palestinos que escapan de la ofensiva israelí en Gaza ya solo les queda Rafah en su huida desesperada, pero ni en el último lugar en el sur de la Franja encuentran refugio, ni prácticamente sitios donde cobijarse ante una situación humanitaria cada vez más límite.
«No sé adónde puedo irme, es un desastre», lamenta Ayad, un padre gazatí que lleva veinte días huyendo con su familia, primero desde la ciudad de Gaza a Jan Yunis y ahora a Rafah, en la frontera con Egipto.
A medida que Israel amplía su ofensiva hacia el sur de la Franja, y tras refugiarse de combates que duraron toda la noche, Ayad logró salir del colegio donde se protegía de las bombas junto a 13 de sus familiares y, entre cadáveres en las calles, partir hacia Rafah.
Pero allí llevaba horas en la calle y los colegios donde guarecerse estaban llenos. «No hay espacio para nadie más», exclamó.
«Los israelíes mismos son los que nos dijeron que fuéramos para el sur», a Rafah, pero «aquí no encontramos sitio», denunció.
«No lo esperaba. Familias enteras pasando las noches en las calles aquí y no encuentran lugares para dormir, y tenemos a niños, mujeres y mayores», relata sobre el destino de muchos desplazados.
Aunque desde hace tiempo se ha especulado con una posible salida al Sinaí egipcio, hasta ahora solo autorizada para extranjeros o algunos palestinos con doble nacionalidad —siempre y cuando no se queden en Egipto—, algunos gazatíes creen que a este ritmo la única alternativa es que esa frontera sea abierta también para ellos, algo a lo que se ha opuesto hasta ahora el Gobierno egipcio.
«Todo el mundo piensa que en menos de una semana vamos para el Sinaí, nadie se quedará en Rafah», remarcó Ayad.
Rafah, donde Israel también bombardea, está desbordada con masas de desplazados y escasez de combustible, agua potable y alimentos. Hace días que en los mercados no se encuentra pollo, carne, huevos o queso; solo tomates, cebollas y pimientos.
Con una población de unas 280.000 personas, Rafah alberga ya a unos 470.000 desplazados, y se estima que otro medio millón pueda llegar en los próximos días huyendo de los combates en el sur del enclave, en concreto en torno a Jan Yunis.
Según la ONU, 1,8 millones de personas están desplazadas en toda la Fraja y más del 70% de sus 2,4 millones de habitantes están en el sur de Gaza.
«Israel está bombardeando a los civiles, (...) niños, mujeres y mayores», sentencia.
La mayoría de quienes llegan de Jan Yunis a Rafah, muchas familias con equipajes y sus pertenencias, no saben exactamente adónde se dirigen.
A pie o en coches con colchones y mantas encima, muchos están desorientados: no tienen familia, amigos ni nadie más, y la gente dice que tiene hambre.
Tahani Kamal es una de ellas, que por miedo llegó hasta Rafah y ahora no sabe qué hacer, en la calle, buscando cualquier techo.
«Pensamos que no íbamos a vivir para verlo», relata tras una noche de combates y un peregrinaje a pie, porque «no hay coches ni transporte»
«¿Ir adónde, al desierto? El Sinaí es desierto», responde cuando se le pregunta por esa posibilidad.
Incluso los habitantes del Sinaí «están desplazados, ¿nos van a acoger a nosotros? No creo», sentencia.
Los incesantes bombardeos sobre la Franja han causado más de 16.200 muertos, la mayoría civiles, según el Ministerio de Sanidad gazatí, que estima que otros 7.000 están bajo los escombros o tirados en las calles en las zonas de combate, la mayor catástrofe humana vivida en el enclave.
Otra gazatí, que no da su nombre, lamenta haber dejado atrás el dinero, la casa y todo lo conseguido durante una toda una vida de esfuerzo.
Primero para llegar a Al Shifa —hospital en ciudad de Gaza asediado por el Ejército que llegó a albergar a miles de desplazados y heridos— y ahora a Rafah, para verse en la calle.
«Ya no tengo energía. Que más queréis, dejadnos en paz», exclama en un mensaje dirigido a Israel.
Gaza «está en ruinas» y solo tiene a sus hijos y «a Dios», solo quiere vivir «con seguridad», dice.
En Jan Yunis, de donde también huyeron cansados de aguantar un mes refugiados en un colegio, afirma haber visto más de doscientos cadáveres, con perros “comiendo los huesos”.
«Dadnos una solución», proclama: «Tened piedad de nosotros, solo queremos seguridad».
Ghazal, un niño de 12 años, relata a EFE que «la noche fue horrorosa, las piedras de las casas caían sobre nosotros, el bombardeo fue horrible» en Jan Yunis.
«Pero ya está estoy en Rafah, mejor», concluye.