Los conocidos, los que más te drogan para abusar de ti

Olivia Alonso EFE

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El 80 % de las sumisiones químicas que se registran en España implican a personas cercanas a la víctima. Es una práctica cada vez más frecuente en los casos de violencia sexual, que está ya detrás del 33 % de las agresiones

08 jul 2022 . Actualizado a las 12:00 h.

La sumisión química es una práctica cada vez más frecuente en los casos de violencia sexual. Está detrás del 33 % de las agresiones sexuales de los últimos cinco años y no siempre sale a la luz, ya que un resultado analítico negativo no descarta que se haya producido. Los conocidos que frecuentan entornos cercanos a la víctima son los responsables del 80 % de las sumisiones químicas en España.

Es una de las advertencias que el Ministerio de Justicia ha incluido en su Guía de buenas prácticas para la actuación forense ante la víctima de un delito facilitado por sustancias psicoactivas: intervención ante la sospecha de sumisión química, elaborada para ayudar a los expertos a mejorar sus investigaciones en casos de delitos sexuales y, en concreto, los cometidos bajo la acción de sustancias.

¿Qué es la sumisión química? Es una forma de anular la consciencia de la persona para abusar de ella, generalmente, a través de la administración de sustancias químicas sin su consentimiento. Por ahora, ante un posible caso, no hay un protocolo nacional de actuación. Según explica a Efe Luisa García, del hospital Clínic de Barcelona, tan solo existe uno de atención a la violencia sexual que dedica un apartado a la exploración de esta sumisión.

«Muchas veces la víctima no sabe lo que ha pasado. Se presenta en urgencias y explica lo que cree recordar, ya que normalmente hay una amnesia. Se puede haber despertado en un lugar al que no sabe cómo ha llegado y muchas veces con indicadores de que ha habido algún contacto sexual sin que ella tenga consciencia», detalla la doctora. Con ese relato «es posible que los sanitarios identifiquen que puede haber sido sometida a una agresión sexual bajo los efectos de una sustancia», señala García.

Cualquier sustancia que deprima el sistema nervioso central

Pero, ¿a través de qué sustancias se puede dar una sumisión química? «No pensemos en sustancias extrañas en nuestro medio, no hay una droga de la violación —destaca García—. Se utiliza cualquiera que deprima el sistema nervioso central, altere el nivel de conciencia y deje a la víctima sin voluntad y sin capacidad de respuesta».

La Guía de Justicia especifica que se tratan de sustancias «de acción rápida y corta duración, activas a dosis bajas, fáciles de obtener y de administrar, que produzcan los efectos buscados: amnesia, sedación, alucinaciones y desinhibición». Según varios estudios realizados en España, el alcohol está presente en un 80 % de los delitos de sumisión química, y el 20 % restante corresponde a las benzodiacepinas, el GHB o éxtasis líquido, la ketamina y de forma muy limitada la burundanga.

La doctora insiste en que los números «pueden dar una idea, pero no son reales», porque el hecho de que las sustancias «no aparezcan en sangre no quiere decir que no hayan estado». «Algunas desaparecen muy pronto del organismo», recuerda. Por eso, pese a la elevada cifra de casos registrados por el Ministerio de Justicia, probablemente el número real sea mayor. Muchos no salen a la luz

Conocidos detrás de un 80 % de las sumisiones químicas

A pesar de que en el imaginario social existe la creencia de que la mayor parte de los sometimientos con sustancias los realizan desconocidos, Inmaculada Moreno, psicóloga de la Asociación Amuvi (especializada en la atención de mujeres víctimas de agresiones sexuales), asegura que no es así.

«Tanto en casos de sumisión química como en abusos y agresiones sexuales, en el 80 % están implicados conocidos», alerta Moreno, al referirse a prácticas que se realizan en fiestas o en salidas de ocio.

«Un blanco de ocho horas» de la noche del sábado

Con 19 años, Laura (nombre ficticio) tardó más de cinco meses en conocer los resultados de la prueba realizada en el hospital Clínico de Madrid el pasado 25 de enero. Era martes y a través de un ejercicio en clase de teatro se dio cuenta de que «tenía un blanco de ocho horas» de la noche del sábado, en la que había acudido a una fiesta y se había despertado en casa de unos conocidos.

En urgencias ya le advirtieron de que «podía ser muy tarde» para detectar si había alguna sustancia en las muestras de orina y sangre que le recogieron y que enviaron al Instituto de Toxicología en Madrid.

El dictamen con los resultados no estuvo listo hasta el 24 de mayo, fecha en la que el Instituto lo remitió al hospital, pero Laura tardó aún un mes en conocerlo. «Solo hay una consulta mensual de sumisión química a finales de cada mes», le explicaron cuando preguntó por el resultado de sus pruebas. Finalmente, fue negativo. No aparecieron tóxicos ni en sangre ni orina. Pese a ello, el facultativo le dijo que había pasado mucho tiempo entre la fiesta y la toma de muestras (casi 72 horas), lo que no les permitía descartar la administración de drogas.

Se cerraban así, «con un negativo no concluyente», más de cinco meses de angustia y ansiedad para Laura intentando recordar algo sobre una noche que también quería olvidar para borrar «la asquerosa sensación de poder haber sido drogada sin saberlo».

Acudir cuanto antes a un hospital

Para evitar los resultados no concluyentes, tanto Justicia como el Instituto instan a la víctima a acudir al hospital lo más pronto posible ante la sospecha de una sumisión química. Y para facilitar y acelerar la labor de los investigadores, Justicia ha anunciado el desarrollo de un kit de muestras para análisis toxicológicos en casos de sumisión química, así como una inversión de 4 millones de euros en el 2022 para la adquisición de nuevos equipos analíticos.

Entre el 2018 y el 2021 aumentaron en un 35 % las peticiones de investigación en agresiones sexuales al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), pasando de 734 análisis a 994. Los datos facilitados a Efe por Justicia indican también que en el 2019 se realizaron 948 análisis, mientras que la cifra descendió en el 2020 a 698 debido al confinamiento.