La ANC burla las restricciones sanitarias y moviliza a 59.000 personas en 131 protestas
11 sep 2020 . Actualizado a las 23:32 h.Cataluña celebró este viernes su Diada nacional marcada por la pandemia y por la profunda división que hay en el mundo independentista. Años atrás, el 11-S actuaba de termómetro para medir la temperatura al soberanismo. Así fue durante los años del procés. Sin embargo, esta vez quedó muy deslucido por la escasa asistencia como consecuencia de la crisis sanitaria. Los catalanes se marcharon de puente o se quedaron en casa y la jornada reivindicativa no tuvo el impacto de ediciones precedentes.
Resultaron desangelados tanto los actos oficiales, como los de las entidades de la sociedad civil, la ANC y Omnium. El Govern redujo a una mínima expresión su agenda y solo mantuvo la tradicional ofrenda floral en el monumento de Rafael Casanova. Aunque al mismo tiempo, Quim Torra se negó a desautorizar la convocatoria de la ANC, que durante los ocho años anteriores de desafío secesionista registró concentraciones de cientos de miles de personas, y que en esta ocasión fue en formato casi de bolsillo.
Desafío a las autoridades sanitarias
La ANC se resistió a las llamadas de las autoridades sanitarias, que recomendaban suspender cualquier tipo de concentración, y optó por una protesta descentralizada, que reunió a unas 59.000 personas frente a 131 edificios de la Administración del Estado en ochenta localidades catalanas. Fueron concentraciones con cientos de personas cada una de ellas. Solo se podía participar bajo inscripción y siguiendo un estricto protocolo de seguridad. Las protestas fueron estáticas y, según la ANC, fue la mayor movilización celebrada en Europa en el contexto de la pandemia. En Barcelona, los dos actos centrales fueron en la plaza Letamendi, donde se encuentra la delegación de Hacienda, y en la plaza Cataluña, donde está el Banco de España, dos ejemplos de los poderes de los que el independentismo quiere liberarse con la secesión.
La pandemia, en cualquier caso, actuó de inesperado aliado del secesionismo porque en circunstancias normales la manifestación convocada por la ANC no es descabellado suponer que no habría estado al nivel de los años anteriores. Las cuitas internas hacen mella en el movimiento independentista, en lo que a la movilización se refiere. Pero en cambio, las encuestas apuntan a que las fuerzas secesionistas podrían superar por primera vez el 50 % de los votos en las próximas elecciones y ampliar su actual mayoría absoluta. La fecha electoral es toda una incógnita y se ha convertido en uno de los puntos de fricción entre JxCat y ERC.
Torra y Puigdemont apuestan por alargar al máximo la legislatura, si el presidente de la Generalitat es inhabilitado tras el juicio del próximo 17 de septiembre en el Supremo. Abogan por el bloqueo institucional. Esquerra, mientras, presiona para que Torra convoque las elecciones antes de ser condenado. La guerra entre JxCat y ERC lo marca todo en la política catalana. Discrepan en el calendario electoral y en la estrategia a seguir tras el fracaso de octubre del 2017. Los republicanos han abierto una puerta al diálogo con el Gobierno y tratan de ampliar la base soberanista antes del siguiente embate, mientras que Puigdemont aboga por la confrontación permanente. Tres años después de la proclamación de la República en el Parlamento de Cataluña, la política catalana sigue empantanada y bloqueada sin que nadie encuentre una salida.
Pugna JxCat-ERC
Todos los actores llaman a la unidad y a aparcar los reproches, pero todos cargan a diestro y siniestro. Puigdemont arremetió este viernes contra la estrategia de diálogo de ERC, que le llevó a facilitar la investidura de Sánchez. «Con los regímenes autoritarios no se pacta», afirmó Puigdemont. Esquerra replicó reivindicando el espíritu republicano «integrador».
Hay ruptura entre JxCat y ERC, en el Govern y entre las entidades sociales y el independentismo institucional. La ANC cargó con todo contra los partidos independentistas. La presidenta, Elisenda Paluzie, en su discurso tras la manifestación en Letamendi, se dirigió directamente a Puigdemont y a Junqueras y les pidió que aparquen sus diferencias y pacten una estrategia para culminar la independencia. «Estamos hartos de división y táctica»; «no podemos seguir esperando», advirtió. La etapa «sin rumbo ya dura demasiado», les reprochó. E instó a los partidos a comprometerse con respetar el mandato del 1-O y declarar la independencia si en las próximas elecciones obtienen más del 50 % de los votos. «Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos, con esta disputa interna permanente», ahondó en la fractura Marcel Mauri, vicepresidente de Omnium. Jose Maria Cervera, presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia, remató: «La verdadera pandemia, la que hace 300 años sufre Cataluña, no es otra otra que la relación tóxica con España».