La publicación del libro de Joseph Ratzinger que defiende el celibato podría crear una brecha entre ambos pontífices
14 ene 2020 . Actualizado a las 15:34 h.Lejos de la ficción buenista de la última película Los dos papas del brasileño Fernando Meirelles, la realidad es que la presencia en el Vaticano de dos pontífices es cada vez más difícil, sobre todo si el emérito Benedicto XVI rompe el silencio que se había autoimpuesto tras su renuncia. La realidad parece asemejarse más a las intrigas y complots que propone la serie The new Pope (El nuevo papa) del italiano Paolo Sorrentino y que cuenta con su particular visión la lucha de poder entre los dos papas en el Vaticano.
La nueva bomba en el Vaticano cayó este domingo cuando se anunció un nuevo libro firmado por Benedicto XVI -con ninguna referencia a su condición de emérito- y el cardenal Robert Sarah, uno de los principales líderes de la facción conservadora que critica cada movimiento de Francisco.
El volumen, publicado en francés por Fayard y titulado Desde lo más profundo de nuestros corazones (Des profondeurs de nos coeurs), estará en las librerías este miércoles y posteriormente se publicará en inglés, y defiende sobre todo el celibato sacerdotal a raíz del Sínodo sobre la Amazonía donde los obispos presentes aprobaron la propuesta de ordenar a hombres casados en las zonas más remotas.
En algunos de los pasajes publicados en el diario francés Le Figaro, Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, defiende que ordenar hombres casados no puede ser una excepción sino que es una «violación».
«En conciencia, como hijo de África, no puedo apoyar la idea de que los pueblos en el proceso de evangelización deberían ser privados de este encuentro con un sacerdocio vivido plenamente», subraya el cardenal originario de Guinea Conakri.
La fecha de la publicación de este libro no parece casual, ya que en breve se espera que el papa Francisco publique la exhortación apostólica sobre el Sínodo de la Amazonía, en la que se esperaba que el pontífice tomase una decisión sobre los llamados «viri probati», hombres casados que pueden ser ordenados para ejercer como sacerdotes en sus comunidades.
Para muchos se trata de un movimiento para meter presión al papa Francisco, que aunque siempre ha defendido el celibato, podría autorizar esta posibilidad en la Amazonía y abrir el camino a otras zonas remotas del planeta donde no llegan los sacerdotes. Cualquier decisión que ahora tome Francisco estará ya puesta en tela de juicio tras la publicación de la opinión de Ratzinger.
En abril del pasado año, después de la histórica cumbre en el Vaticano para acabar con los abusos sexuales por parte del clero, Benedicto XVI rompió su silencio publicando en una revista alemana y adelantado por algunos medios de información religiosa de orientación conservadora su visión sobre el tema. Benedicto XVI culpó entonces de los abusos a menores a la supuesta revolución sexual del 68 y a las desviaciones de la teología «conciliar», es decir a una interpretación mal entendida del Concilio Vaticano II, el colapso moral de la sociedad y de algunos miembros de la Iglesia.
Las intervenciones del papa emérito, que había mantenido su silencio hasta hace pocos años después de su decisión de renunciar al pontificado en 2013 y quedar «escondido del mundo», son paradójicamente cada vez más numerosas. Surgen así, de nuevo, las acusaciones de que Ratzinger, de 92 años, que desde hace años se limita a breves apariciones grabadas o fotografiadas por algún periodista o amigo que le ha ido a visitar, en las que casi nunca realiza declaraciones y se observa que habla con gran dificultad, puede ser manipulado por el área más conservadora de la Iglesia, enfrentada a Francisco.
Pero también se plantea el evidente problema de definir la institución del papa emérito y de cómo y dónde se tienen que publicar sus escritos. Ratzinger y Sarah escriben en el libro que quieren mantenerse «alejados» de lo que divide: «las ofensas personales, las maniobras políticas, los juegos de poder, las manipulaciones ideológicas y las amargas críticas juegan el juego del diablo, el divisor, el padre de las mentiras». Sin embargo, este libro no viene a calmar las aguas en una Iglesia que parece cada vez más dividida en dos bandos.