Cristina, una mujer de Pontevedra extorsionada con un vídeo sexual, narra cómo logró superar la situación
30 may 2019 . Actualizado a las 19:08 h.La amenaza llegó en forma de correo electrónico. Cristina, una mujer de Pontevedra de 36 años lo abrió. «Me pedía que ingresara 500 euros en la cuenta bancaria que me indicaban si no quería que difundieran un vídeo y unas fotos que tenía en el móvil con mi pareja a todos mis contactos del correo», recuerda.
«Lo peor no era pensar que le iba a llegar a mis amigos. En los contactos están excompañeros de trabajo, jefes, conocidos del instituto...», añade. «Te ves acorralada, no tienes salida. Si eso se difunde, tu vida cambia. Nunca podrás quitarte de encima ese estigma. En mi mente tenía el caso de Olvido Hormigos. Estaba paralizada. Además, si una persona con la que compartiste la vida, como leí que le pasó a la chica de Iveco, hace eso, ¿qué no te puede hacer alguien al que no conoces?», se pregunta.
Ella reunió el dinero e iba a pagar pero, antes, se atrevió a contárselo a su familia. «Lo primero que hicimos fue acudir a un equipo de informáticos expertos en ciberseguridad. Analizaron mi correo y mi móvil. Tenía vídeos de contenidos íntimo con mi pareja, también fotos. Ahora los borré todos. Lo peor es que no sabía si, con pagar, el asunto quedaba resuelto. ¿Y si seguían chantajeando? Tú ahí no tienes el control», subraya.
No tienes salida. Si eso se difunde, tu vida cambia
Análisis informático
Los informáticos limpiaron todo el contenido de su móvil y el que se archiva en la nube. También cambiaron las contraseñas. «Me avisaron de que, aunque yo pensaba que tenía todas las cuentas protegidas, somos más vulnerables de lo que pensamos», admite. También destaca: «Denunciar estos chantajes ante la Policía es muy importante. Ya no por ti, sino por otras personas a las que les puede pasar lo mismo», defiende.
«Es una violación de tu intimidad. Son cosas que haces para ti, pero no para los demás. Vulneran tu persona. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera, a pagar lo que pidiesen», reconoce.
Al final, y por suerte, no se difundió nada. «Averiguaron que el mensaje provenía de una IP extranjera. Dedujeron que era un timo y que no tenían nada. Aun así, pasados los meses, sigues con el miedo en el cuerpo. Puedes borrar todo, formatear su equipo, pero ¿y si lo descargaron?», dice Cristina, todavía con angustia. Además de ser meticulosa y no guardar ningún contenido en sus dispositivos, también tapa con una pegatina las cámaras de su móvil y del portátil desde entonces. «Por si acaso», sonríe.
Es una violación de tu intimidad. Denunciar estos chantajes ante la Policía es muy importante