La UE señala la puerta a May: no vuelva sin el aval de Westminster al «brexit»
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La primera ministra británica se va con las manos vacías tras su cita con Juncker
21 feb 2019 . Actualizado a las 08:01 h.«Me he cortado afeitando. No quiero que penséis que [Theresa] May le hizo esto a mi cara», explicó ayer en tono jocoso el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, señalando una tirita en su rostro. Lo hizo antes de reunirse a media tarde con la primera ministra británica en los cuarteles de Bruselas. El comentario, aunque anecdótico, da la medida de la tensión que se vive en las negociaciones de divorcio por el escaso margen que queda (36 días) para evitar un accidente el 29 de marzo.
May llegó a la capital comunitaria dispuesta a arrancar alguna concesión a la UE. Solo así puede volver a Londres con la esperanza de que el Parlamento de Westminster le dé luz verde al acuerdo. Pero los Veintisiete se niegan. No están dispuestos a entregar la llave del mercado interior al Reino Unido y a sacrificar la paz en Irlanda para facilitarle las cosas a los británicos, inmersos en una batalla política feroz con la excusa de la salvaguardia irlandesa, una cláusula que obligaría al Úlster a seguir vinculado a la unión aduanera y al mercado interior si Londres no es capaz de alumbrar una solución viable para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas.
Aunque el Gobierno británico sugirió que el acuerdo con la UE ya está a la vuelta de la esquina, el luxemburgués echó por tierra cualquier vestigio de optimismo: «No», zanjó con rotundidad. Ya lo hizo en la víspera del encuentro con May cuando puso en duda la utilidad de la cita.
Y es que Bruselas insiste en que no habrá acuerdo alguno hasta que la tory pacte con los laboristas una fórmula que garantice el visto bueno del Parlamento británico al acuerdo de divorcio. Hasta que no tenga en la mano esa garantía no habrá ningún tipo de aclaración sobre la solución de emergencia para Irlanda, que Londres quiere limitar temporalmente y suspenderla de forma unilateral cuando le convenga. Pero ni por esas podría ser suficiente ahora que conservadores y laboristas empiezan a desintegrarse por dentro. El referendo del brexit no solo no ha servido para dar un golpe de mando en el partido tory, como pretendía el ex primer ministro David Cameron, sino que ha fracturado política y socialmente al Reino Unido tras casi dos años de negociaciones nefastas.
Para poder avanzar en ese consenso entre los dos grandes partidos británicos, el negociador europeo, Michel Barnier, recibirá hoy al líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, quien propuso una unión aduanera con la UE para desbloquear la situación. La iniciativa recibió el portazo de May.
La Eurocámara bloquea la exención de visados por referirse a Gibraltar como una colonia El desgaste también empieza a pasar factura a la Eurocámara que ayer bloqueó la medida de urgencia propuesta de los Veintisiete para suspender la obligación de visado a los británicos después del brexit. ¿Por qué razón? Porque el texto se refiere a Gibraltar como «una colonia». Los responsables de la institución consideran que estos términos podrían poner en riesgo las relaciones entre la UE y el Reino Unido. Si la situación no se resuelve en los próximos días y se llega al 29 de marzo sin acuerdo, europeos y británicos se verían obligados a tramitar y pagar por visados de viaje. España está cómoda con el vocablo y sus socios se niegan a retirarlo. El Peñón podría, por segunda vez desde que arrancó el último tramo de la negociaciones, hacer descarrilar el brexit.