El consumo obsesivo de series aumenta los niveles de dopamina

La Voz REDACCIÓN

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La segunda temporada de «Stranger Things» fue vista íntegra el día de su estreno por 361.000 personas.
La segunda temporada de «Stranger Things» fue vista íntegra el día de su estreno por 361.000 personas.

Según una encuesta, el 73% de la gente tiene sentimientos positivos tras un atracón

18 feb 2019 . Actualizado a las 19:46 h.

Según Netflix, en el mundo hay 8,4 millones de personas que devoran una serie el día de su estreno de un solo golpe. Esta cifra se ha multiplicado por veinte entre el 2013 y el 2016. Por ejemplo, en el estreno de la segunda temporada de Stranger Things, 361.000 personas miraron los nueve episodios el primer día que se lanzó.

Tras este modo de consumo está la disponibilidad que ofrecen las plataformas y el cambio de hábitos. Pero también existen motivos psicológicos y neurológicos detrás. Diego Redolar, neurocientífico y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, habla de lo que generan esas series en el cerebro: «Ante una maratón de series, el cerebro genera dopamina, una señal química relacionada con el placer», afirma Redolar.

De este modo, cada capítulo aporta una recompensa natural e interna de placer que refuerza la actividad. El cerebro envía sensaciones positivas al cuerpo para que continúe con esa tarea. Según una encuesta de Netflix, el 73 % de los participantes afirmó haber tenido sentimientos positivos asociados con un atracón de series.

Estrenar el viernes

Además hay una buena estrategia de marketing: los grandes lanzamientos siempre coinciden en viernes. «El objetivo de sus acciones es claro: la necesidad de consumirlo lo antes posible, preferiblemente ese fin de semana», señala Elena Neira, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. De hecho, casi siempre hay una nueva serie de estreno y durante una o dos semanas no parece hablarse de otra cosa. «Así, consiguen unos extraordinarios picos de conversación social que les permiten tener una mayor popularidad de sus programas, que convierten en tendencia y que llaman la atención de nuevas masas de público», detalla.

La tecnología impulsa el binge-watching gracias al consumo multipantalla, al encadenado automático de episodios y a la posibilidad de saltarse los créditos de entrada y salida. Según Neira, la estructura narrativa también se moldea, se eliminan los recordatorios de antiguos capítulos y se desarrollan más las tramas de forma horizontal. En este tipo de consumo se reduce el esfuerzo que implica el recuerdo semanal.

Las series de ficción, terror y suspense son las más propensas a ser consumidas del tirón. «Por su propia estructura narrativa facilitan la inmersión-evasión del espectador», considera la experta. Dejar aspectos de la historia por contar produce un marcado interés. «Las series que generan más expectación hacen que la persona tienda a consumir más episodios seguidos», explica Redolar.

Tienen más éxito que las películas. El formato serie supone una ventaja en términos de tiempo, intensidad y recurrencia en el uso del servicio. «En estas plataformas se miran más series porque garantizan más horas de ocio que las películas y una gratificación instantánea periódica, y se crean audiencias más fidelizadas», alerta Neira.

La depresión por inmersión

«Este consumo crea un mayor apego entre el espectador y los personajes que el contenido ofrecido semanalmente», considera Neira. Cuando miramos un programa de televisión se activan las mismas áreas en el cerebro que cuando vivimos una experiencia real. «Los usuarios se identifican con los personajes, se sienten atados emocionalmente», afirma Redolar. «Hay estudios que alertan sobre el detrimento cognitivo y psicológico que puede provocar el atracón de series, que puede derivar en aislamiento y hasta en devaluación de las experiencias personales diarias», explica Neira.