Tusk desata la ira al evocar el «infierno» reservado a los responsables del «brexit»
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El presidente del Consejo se niega a renegociar el acuerdo de divorcio y exige realismo a May
06 feb 2019 . Actualizado a las 17:34 h.A 50 días de que el Reino Unido diga adiós a la Unión Europea, la tensión entre Bruselas y Londres ha estallado. Y lo ha hecho a propósito de las declaraciones vertidas esta mañana por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien evocó al término de su reunión con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, el «infierno» que les espera a quienes precipitaron el divorcio británico: «Me pregunto qué aspecto tendrá el lugar especial reservado en el infierno para quienes promovieron el brexit sin tener ni un plan para llevarlo a cabo de forma segura», deslizó el polaco ante la mirada perpleja de la prensa, que pudo escuchar cómo Varadkar le advertía sobre las consecuencias de un comentario aparentemente espontáneo, pero bien meditado por el polaco: «Esto te va a traer terribles problemas con la prensa británica», le señaló el irlandés. Tusk respondió con una sonrisa cómplice.
La reacción no se hizo esperar. La tormenta se desató de inmediato al otro lado del canal de la Mancha, donde conservadores, unionista y eurófobos dieron rienda suelta a su ira con una cascada de críticas feroces contra el polaco. Las más duras provinieron del Partido Unionista Democrático (DUP). Su portavoz, Sammy Wilson, tachó a Tusk de «diabólico euromaníaco», acusándole de despreciar «a los 17,4 millones de personas que votaron para escapar de la corrupción de la UE y buscar el paraíso del reino libre y próspero». De igual manera se expresó el eurófobo Nigel Farage, principal promotor del brexit. El acaudalado político se refirió al presidente del Consejo como un «acosador arrogante». «No tiene modales (…) Es muy lamentable y en absoluto útil», le espetó al polaco la portavoz de los tories en Westminster, Andrea Leadsom.
Los portavoces de la primera ministra británica, Theresa May, tampoco se quisieron quedar al margen de lo que consideran un ataque verbal y un afrenta política en toda regla: «Habría que preguntarle si considera que el uso de ese tipo de lenguaje es útil. Entiendo que esta mañana ha sido difícil, ya que no ha aceptado preguntas», se quejó su equipo deslizando una puya clara al polaco.
Tampoco perdió la oportunidad de intervenir, en un aparente intento de sacar hierro a la situación, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: «Yo soy menos católico que mi amigo Tusk. Creo en el cielo y no he visto nunca el infierno, excepto trabajando aquí, que sí es un infierno».
Nerviosismo
Este último incidente diplomático tiene lugar en el momento más crítico que atraviesa el brexit desde que May activó la palanca de salida. El acuerdo de divorcio sigue secuestrado en la Cámara de los Comunes y la premier no encuentra una alternativa para conseguir la luz verde de Westminster, donde empieza a cundir el nerviosismo. La líder de los tories aterriza mañana en Bruselas con la intención de regatear a las autoridades europeas. Tusk tiene la jugada bien estudiada. El polaco le envió este miércoles un mensaje de advertencia: O viene con una propuesta nueva y creativa o puede regresar por donde ha venido. «La UE no está haciendo una nueva oferta (…) El acuerdo no está abierto a renegociación (…) Espero que mañana escuchemos de May sugerencias realistas para terminar con este impasse en el que ha caído el proceso a consecuencia del voto en la Cámara de los Comunes», manifestó esta mañana.
Para los Veintisiete la prioridad sigue siendo mantener una frontera blanda entre las dos Irlandas y la integridad del mercado único. «Nosotros no jugamos con la paz», les recordó el polaco, refrendado por Varadkar quien aseguró que el escenario de fiasco y de bloqueo que están propiciando las turbulencias en la política británica demuestran la necesidad de contar con una «solución de emergencia» para garantizar que, si se desata el caos el próximo 30 de marzo, Irlanda del Norte seguirá dentro del mercado único y la Unión Aduanera. Eso alejaría el fantasma de una frontera dura en la región, donde la violencia sigue latente. Londres hace oídos sordos. Insiste en buscar otra fórmula legal que les permita dinamitar esa «red de seguridad» acordada por May en diciembre.