Sánchez resiste la presión y apoya a Delgado

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD

El presidente del Gobierno eleva las acusaciones contra la ministra a una cuestión de Estado y, aunque elude hablar de dimisión, afirma que «no nos va a marcar la agenda un corrupto»

27 sep 2018 . Actualizado a las 10:30 h.

«Este Gobierno, y el Estado, no aceptan chantajes de nadie». La presión es cada vez mayor, pero el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, dejó claro ayer de este manera, elevando el caso a una cuestión de Estado, y no de responsabilidad exclusiva de su Gobierno, que está dispuesto a resistir a toda costa y no piensa ceder de momento a la exigencia de que destituya a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, tras la difusión de una conversación del año 2009 con el comisario retirado José Manuel Villarejo, encarcelado por los presuntos delitos de cohecho, blanqueo y organización criminal, que muestra una relación de gran cercanía entre ambos. Por ahora, Sánchez mantiene su apoyo a la ministra, a pesar de que sus socios de Unidos Podemos se hayan unido al PP y a Ciudadanos en la exigencia de que abandone su cargo. Según aseguró, su Gobierno «tiene un mandato claro y está determinado a cumplirlo: es el de limpiar y regenerar la vida política». «Hemos venido a limpiar, estamos limpiando y vanos a seguir limpiando», insistió.

 

Gobierno «sin hipotecas»

Durante una rueda de prensa celebrada en la misión española ante la ONU, donde asiste a la Asamblea General de Naciones Unidas, Sánchez expresó su apoyo nítido a Delgado y destacó su trayectoria profesional como fiscala, en la que ha tratado asuntos tan sensibles como el terrorismo yihadista, aunque en ningún momento llegó a referirse directamente a la posible renuncia de la ministra. Cuando se le preguntó expresamente si descarta que Delgado presente la dimisión, se limitó a reiterar que «si el Gobierno está determinado en luchar contra la corrupción, en no aceptar chantajes y ser un Gobierno sin hipotecas, desde luego no nos va marcar la agenda política un corrupto», en referencia al comisario Villarejo, al que atribuyó la difusión de esas polémicas grabaciones.

Sánchez no aclaró si ha hablado con el líder de Podemos, Pablo Iglesias -que se mostró partidario de que Delgado «se aparte de la política»-, para que rebaje la presión al Gobierno. Pero aseguró que el suyo es un Ejecutivo «autónomo y libre de hipotecas» y recordó que «la composición del Gobierno la decide el presidente». El líder socialista es consciente de que una tercera renuncia de un ministro, tras los casos de Màxim Huerta y Carmen Montón, le dejaría en una situación de extrema debilidad. Y por ello, la consigna a los miembros del Ejecutivo y a los dirigentes del PSOE es que expresen su apoyo a la titular de Justicia por duras que sean las críticas, aunque lo cierto es que tanto en el caso de Huerta como en el de Montón el presidente también les dio su respaldo poco antes de que renunciaran a sus cargos.

Pero Sánchez no se limitó a reprobar la actuación del excomisario encarcelado, sino que acusó a la oposición de aprovecharse de su intento de chantaje para debilitarle a él y a su Gobierno. «No sé exactamente cuál es el pasado y el presente de una persona en la cárcel», señaló cuando se le preguntó si el Ejecutivo dispone de información que implique a otros ministros en las grabaciones del polémico policía.

«Autocrítica, de la oposición»

Insistió en que su deber es gobernar y en que «si la oposición quiere hacer oposición a base de informaciones de un chantajista, es su responsabilidad». Negó que el Gobierno tenga que hacer autocrítica alguna por la forma en la que ha encarado esta crisis, con la propia ministra ofreciendo versiones distintas en pocas horas sobre su relación con el policía ahora encarcelado, y señaló que «quien tiene que hacer autocrítica es la oposición». Se desmarcó por completo de la relación que Villarejo haya podido tener con Gobiernos anteriores, tanto del PP como del PSOE. Se le preguntó si considera que fue un error que se otorgaran puestos de responsabilidad a un personaje como el polémico excomisario, que incluso fue condecorado por los Ejecutivos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Mariano Rajoy, y admitió que, «si está en la cárcel con graves responsabilidades penales, es evidente que ese error se cometió».

A la espera de acontecimientos

Tanto Sánchez como el resto de miembros del Gobierno saben que van a surgir más grabaciones comprometedoras para la ministra de Justicia. Así lo han anunciado los medios que las están difundiendo. Pero, en esta ocasión, la estrategia es pasar al contraataque recordando los casos de corrupción que afectan al PP y situándose como una víctima de un intento de apartarle de la presidencia. Por el momento, el hecho de que la ministra llamara «maricón» al entonces juez de la Audiencia Nacional y hoy ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el que revelara a Villarejo que durante un viaje a Colombia vio a jueces y fiscales españoles en compañía de mujeres menores no es motivo suficiente, según Moncloa, para que Delgado presente su renuncia. Algo que ella misma descartó ayer con vehemencia en el Congreso, asegurando, al igual que Sánchez, que no va a aceptar «el chantaje de nadie».

No aclara si se reunirá con los opositores en Cuba

El jefe del Ejecutivo no aclaró si tiene pensado reunirse con los líderes opositores el régimen cubano en su anunciada visita a la isla. Preguntado por esa posibilidad, respondió que en este momento desconoce con qué colectivos celebrará reuniones, ya que acaba de recibir la invitación oficial del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. «Todos los equipos están trabajando en el diseño de esa agenda», señaló Sánchez, quien destacó que gobernar «también es desbloquear algunas presencias internacionales que el Gobierno en las últimas décadas no se había planteado».

Pide a Pastor que facilite la aprobación de los Presupuestos

El escándalo de las grabaciones a la ministra Dolores Delgado centró la rueda de prensa de Sánchez en Nueva York y ensombreció su primera asistencia al foro de la ONU, que el líder del PSOE pretendía utilizar para reforzar su imagen presidencial y reafirmar la fortaleza de su Gobierno. Sánchez, que había anunciado horas antes que se iba a «quedar hasta el 2020» y que no adelantará las elecciones, se refirió luego en rueda de prensa a las dificultades para aprobar los Presupuestos tras la negativa de la Mesa del Congreso, presidida por Ana Pastor, a admitir la enmienda con la que el Ejecutivo pretendía sortear la mayoría del PP en el Senado. Aseguró que lo que está detrás de este debate es «si el Estado va a tener más recursos» para invertir en educación, en sanidad y en «reconstruir el Estado del bienestar». Por ello, pidió a PP y a Ciudadanos «que hagan oposición al Gobierno, pero no a costa del bienestar y la prosperidad de los españoles». «Si hay una mayoría parlamentaria que está pidiendo la lectura única de la modificación de la ley de estabilidad presupuestaria, espero que eso sea respetado por la Mesa», señaló».

Pero si la presión sobre la ministra Dolores Delgado ensombreció el debut de Sánchez en Naciones Unidas, tampoco la crisis independentista en Cataluña ayudó a destacar sus propuestas en materia internacional. El propio Sánchez reveló que fue consultado por esa cuestión por otros dirigentes extranjeros y admitió que el «mero hecho» de que en la ONU le pregunten por lo que sucede en Cataluña «no traslada la mejor de las imágenes» de España «al conjunto de la opinión pública internacional». A pesar de ello, aseguró que cuando explica a sus colegas que su intención es encontrar una solución a la situación en Cataluña desde la política, lo que encuentra es «comprensión y reconocimiento». «El problema es cuando se quiebra la ley», señaló, aunque dio a entender que el Gobierno no recurrirá ante el Tribunal Constitucional en caso de que Parlamento catalán incumpla su obligación de suspender a los diputados independentistas que están procesados. «No queremos seguir judicializando la crisis en Cataluña», dijo, y se limitó a reclamar a los partidos independentistas que respeten las sentencias. «Podrán gustar más o menos pero, desde luego, se tienen que acatar», concluyó.