El presidente francés reclamó en Versalles, ante todos los parlamentarios, «un estado del bienestar del siglo XXI»
10 jul 2018 . Actualizado a las 07:23 h.Emmanuel Macron convocó este lunes por segunda vez en su mandato a las dos cámaras del Parlamento en el palacio de Versalles para presentar la hoja de ruta para su segundo año en el Elíseo. Aprovechando una disposición que permite al presidente dirigirse directamente a los parlamentarios, el centrista quiere convertir esta alocución en una tradición anual al estilo del discurso del Estado de la Nación en Estados Unidos.
Consciente del calificativo de «presidente de ricos» que le han valido sus reformas económicas -tachadas de neoliberales por todos sus críticos-, así como de las vivas críticas de la oposición a celebrar el Parlamento en el palacio de Versalles, el mandatario galo quiso insistir en el carácter social de las medidas que su Gobierno planea poner en marcha a lo largo del próximo año para «construir un Estado del bienestar del siglo XXI». «Una política para las empresas no es una política para los ricos; es una política para toda la nación, una política para generar empleo y para conseguir unos servicios públicos» insistió, defendiendo las reformas fiscales puestas en marcha en sus primeros meses en el cargo con el fin de aumentar la competitividad. «Sé que no puedo hacer todo bien», se excusó ante los críticos añadiendo que este segundo año de su quinquenio lo afrontará con «humildad, pero con determinación». «No soy el presidente de los ricos», recalcó.
Macron centró gran parte de su discurso de hora y media en las reformas sociales para luchar contra la desigualdad. Entre ellas, el presidente puso en valor la reforma del seguro laboral, la sanidad en el trabajo y una refundación del régimen de jubilaciones «para proteger mejor a aquellos cuyas carreras son inestables y atípicas».
El presidente, de 39 años, también anunció la presentación de un plan de choque contra la pobreza en septiembre, a ejecutar en el 2019 para asegurar un «acompañamiento real hacia la actividad» a las personas «más frágiles».
El discurso de Macron reconocía implícitamente que ha quedado aislado de parte del electorado que le aupó, en especial tras las reformas económicas favorables al sector empresarial. Las encuestas confirman una caída de su aprobación por debajo del 40 %.
Macron defendió impulsar la inversión extranjera, el desarrollo de empresas tecnológicas en nuevos núcleos de investigación, favorecer el traslado de empleados de la banca a París y fomentar la acogida de estudiantes extranjeros brillantes en las universidades francesas en busca del denominado efecto Macron.
«Un ejercicio monárquico»
Representantes de toda la oposición criticaron a Macron por convocar el Parlamento en Versalles. Algunos llegaron incluso a boicotear la sesión. Los parlamentarios del radical La Francia Insumisa (FI) y algunos de Los Republicanos (LR) se negaron a desplazarse a la antigua residencia de los reyes de Francia, acusando el formato de «monárquico», ya que no deja tiempo para preguntas o debate. «El rey viene y ni siquiera escucha lo que tenemos que decirle», se quejó Alexis Corbière, diputado de FI.
La posibilidad de desplazar las dos Cámaras a Versalles fue creada en el 2008 por Sarkozy, que se sirvió de ella para hacer el balance al final de su quinquenio. François Hollande también reservó la disposición para un discurso excepcional: el de la noche del 13 de noviembre del 2015, tras los atentados yihadistas de París.
«Para oír a Hollande en el 2015, que se expresó ante el Congreso tras unos gravísimos atentados perpetrados en nuestro suelo, me habría desplazado sin problema, en espíritu de unidad nacional. Aquí asistimos a un pequeño monarca republicano que quiere sacar brillo a su autoridad», lanzó a modo de reproche Fabien Di Filippo, secretario general adjunto de LR. Macron reconoció el descontento durante su discurso y expresó su deseo de enmendar la disposición constitucional para que el presidente pueda permanecer en el Congreso para debatir con los parlamentarios tras su alocución a partir del próximo año. «¡Victoria! El año que viene nos escuchará», ironizó el izquierdista radical Jean Luc Melènchon tras el anuncio del presidente francés.