Trump se confunde al acusar al país vecino en una charla con Trudeau sobre los aranceles antes del G7
08 jun 2018 . Actualizado a las 07:31 h.La falta de tacto de Donald Trump con el resto de líderes mundiales es ya una constante. El último episodio tuvo lugar el 25 de mayo. Ese día volvió a hacer un flaco favor a su país tras protagonizar una incómoda conversación telefónica con el primer ministro canadiense. Según la CNN, Justin Trudeau discutió con Trump cómo podía justificar la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio aduciendo cuestiones de seguridad nacional. «En qué universo Canadá puede representar una amenaza para EE.UU.», preguntó Trudeau, a lo que Trump le espetó: «¿Acaso no nos quemasteis la Casa Blanca?», dijo en broma, según él, refiriéndose a un episodio de la guerra de 1812.
El problema es que ni fue Canadá quien prendió fuego a la residencia presidencial ni el incendio era el mejor ejemplo para intentar justificar una disputa comercial, ya que una de las razones por las que ardió la Casa Blanca en 1814 fue precisamente una trifulca por el comercio.
Quienes tuvieron el dudoso honor de destruir el edificio hace más de 200 años fueron las tropas inglesas, en represalia por un ataque contra la entonces colonia de York, en el estado de Ontario, región de la actual Canadá y que entonces formaba parte del Imperio británico. Aquel 24 de agoto de 1814, los soldados de su majestad dejaron una ciudad desolada con el Capitolio y la Casa Blanca en llamas, y el presidente y su esposa, a la fuga. La quema de Washington, como ha pasado a conocerse ese día, fue un golpe humillante para un EE.UU., que se había independizado de Londres hacía casi cuatro décadas.
No es la primera vez que Trump indigna a los canadienses. El pasado marzo se jactó de haber mentido a Trudeau, al sostener que EE.UU. mantiene un déficit comercial con su vecino del norte.
La cumbre del G6+1
La inoportuna e incorrecta pregunta es una muestra de cómo Trump ignora la historia y un ejemplo de las tensas relaciones con su histórico aliado del norte en vísperas de la cumbre del G7 en Canadá, a la que ya comienzan a llamarla la cita del G6+1, por el enfrentamiento que el estadounidense mantiene con el resto líderes. Los dirigentes de los siete países más industrializados del mundo (Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Japón) comenzaron ayer a marcar distancias con el multimillonario.
Fueron las tropas británicas las que plantaron fuego a la residencia presidencial Europa abandera el todos contra Trump en la reunión más convulsa que se recuerda de un G7 marcada por la imposición de aranceles al acero y al aluminio comunitarios. «Los europeos y los japoneses no estamos dispuestos a ceder en todo para obtener la firma de Trump en la declaración final», dijo Emmanuel Macron. La firmeza del francés, que se reunió con Trudeau en Ottawa antes de viajar a Quebec, donde tendrá lugar la reunión hoy y mañana, obtuvo una respuesta inmediata del estadounidense. «Voy a luchar por nuestro país en comercio. Tenemos los peores tratados comerciales que jamás se hicieron», añadió el presidente galo.
«Sera mucho más que una foto dice Trump sobre su cita con Kim
Todo está listo para la histórica cumbre. «Será mucho más que una foto», dijo Donald Trump acompañado del primer ministro de Japón, Shinzo Abe. Ambos mandatarios se reunieron ayer en la Casa Blanca para hablar de las expectativas del encuentro del 12 de junio con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un. Desde los primeros contactos entre Piongyang y Washington, Abe siempre se mostró muy escéptico sobre un diálogo con el régimen norcoreano, es por ello que la postura japonesa siempre fue la de mantener la política de máxima presión, una estrategia de la que ayer Trump trató de alejarse.
«La seguimos ejerciendo [la máxima presión], pero no quiero utilizar ese término ahora porque estamos manteniendo una negociación amistosa. Si me oyen usar ese término tras la cumbre, significará que no fue bien», manifestó el estadounidense desde los jardines de la Casa Blanca y tras desvelar que la carta de Kim Jong-un que le entregó la semana pasada el vicepresidente norcoreano Kim Jong Chol, fue «cálida y agradable».
Abe expresó su «sincera esperanza» de que la cumbre «sirva como una oportunidad para que tengamos paz y estabilidad» pero sin olvidar el objetivo de su cita. Además de asegurarse de que Trump cumple los compromisos pactados con Tokio y trate con el norcoreano la cuestión de los ciudadanos japoneses secuestrados por Piongyang durante los años 70 y 80. «Estaremos en constante contacto», se limitó a decir el republicano.
Trump confirmó además que si la reunión transcurre por el camino adecuado invitará a EE.UU. al líder norcoreano. «Empezaríamos por la Casa Blanca, ¿no creen?», respondió sonriente el neoyorquino, tras ser preguntado si preferiría Washington o su resort de Mar-a-Lago, como escenario de un segundo encuentro con Kim Jong-un.