La guerra del «brexit»: los españoles son unos «follaburros» y las patatas bravas están sobrevaloradas

La Voz REDACCIÓN

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JON NAZCA | REUTERS

Los buenos modales han desaparecido desde que Theresa May puso en marcha la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa

05 abr 2017 . Actualizado a las 22:49 h.

El pasado 30 de marzo, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, recibió en su despacho de Bruselas la carta firmada por Theresa May, seis páginas en las que se pedía formalmente la salida del Reino Unido de la UE, como consecuencia del resultado del referendo celebrado en junio del 2016. Durante estos nueve meses los mensajes siempre han sido de cordialidad. Las dos partes apostaban por una separación amistosa, aunque en el fondo todos eran conscientes de lo mucho que hay en juego: se están elaborando las nuevas reglas del juego y ambas partes buscan que se adecúen lo máximo posible a sus intereses.

Desde la puesta en marcha la pasada semana del artículo 50 del Tratado de Lisboa, da la sensación de que se han perdido parte de los buenos modales profesados hasta la fecha y que el tono ha subido un par de grados. Ha quedado reflejada en los tabloides sensacionalistas británicos, algo que parece irremediable, pero lo más preocupante es que las formas también han desaparecido en las instituciones. Al menos, en algunos de sus representantes. 

«The Sun» se pone el brazalete 

El diario sensacionalista The Sun ha encabezado una campaña para «la defensa» de la soberanía británica sobre el Peñón. Este martes agasajaba a cada uno de sus lectores con un desplegable gigante con el mensaje «Nuestra roca no se toca», en el que aparecía una imagen del célebre promontorio coloreado con los colores de la Union Jack.

Kelvin McKenzie, un histórico exdirector de este diario, firma un artículo en sus páginas en las que considera que los ciudadanos españoles son unos «follaburros» (una de las traducciones más ajustadas que se ha encontrado para el término donkey rogerers.

Una turista fotografía a uno de los monos que hay en Gibraltar
Una turista fotografía a uno de los monos que hay en Gibraltar JON NAZCA

Tan solo un par de días antes, un diputado conservador británico realizó unas polémicas declaraciones, en las que garantizaba que en caso de que fuese necesario, la primera ministra mostraría la misma determinación para defender a Gibraltar que la que en su día mostró Margaret Tatcher con las Malvinas. La dama de hierro envió a la armada británica a las islas reclamadas por Argentina. Perdieron la vida casi un millar de personas.

«Hace 35 años, otra primera ministra envió a los militares al otro lado del mundo para defender la liibertad de un pequeño grupo de británicos contra otro país que habla castellano. Estoy convencido de que la actual primera ministra mostrará la misma determinación con la gente de Gibraltar», comentó el parlamentario Michael Howard en unas declaraciones al canal de televisión Sky.

El ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, se limitó a decir que alguien en las islas «estaba perdiendo los papeles».

La guerra de la comida

En un tono más humorístico, el editor de Politics, Ian Dunt, abrió inició una guerra de comida. «Ahora que vamos a empezar la guerra contra los españoles, puedo decir que siempre he pensado que su comida está sobrevalorada». A continuación pone un ejemplo: «Las patatas bravas tan solo son patatas con ketchup. No engañan a nadie». 

En la misma línea humorística fue Richard Osman: «Si atacamos a España, deberíamos hacerlo entre las dos y las cuatro del mediodía», sugirió el presentador de televisión, aconsejando a los altos cargos de la Armada británica de que a esa hora muchos de nosotros podemos estar disfrutando de una reconstituyente siesta.