Dejará la presidencia de Ecuador en manos del ganador de las elecciones de este domingo, si no hay segunda vuelta, tras diez años en el poder. La gran pregunta es si volverá a presentarse a las urnas en el 2021
20 feb 2017 . Actualizado a las 07:38 h.Cambio de era en Ecuador. Rafael Correa dejará la presidencia en manos del ganador de las elecciones de este domingo, si no hay segunda vuelta, tras diez años en el poder. El suyo ha sido el gobierno más duradero de la historia del país. Ha ganado todas y cada una de las elecciones o referendos propuestos durante esta década, generando un potente impacto en la sociedad ecuatoriana, una estabilidad destacable en un país conocido precisamente por lo contrario.
«Me voy con la satisfacción del deber cumplido, pero también con lo que falta por hacer», dijo ayer tras ejercer su derecho al voto. El oficialista Lenín Moreno, líder en todas las encuestas, defendía en las urnas la Revolución Ciudadana de Correa contra ocho candidatos. Solo dos de ellos tienen posibilidades de pasar a segunda vuelta. La jornada transcurrió sin incidentes y con gran afluencia de votantes al ser el sufragio obligatorio.
Aunque al cierre de esta edición no se conocían los resultados, es hora de hacer balance. Correa califica su gobierno como «la década ganada». Asegura haber duplicado salarios y multiplicado por tres los ingresos de las empresas. Basa sus argumentos en cifras. El PIB creció de media un 3,9 % entre 2007 y 2015. Lo logró sin contar con una moneda nacional. El país se dolarizó en 2000. Su Gobierno llegó a cuadruplicar el gasto social. La pobreza afectaba al 36,7 % al ingresar ñel en el cargo. Hoy ha descendido al 22,9 %. También la igualdad por ingresos ha crecido.
Ecuador ronda un desempleo del 5,2 %, según datos oficiales. «El más bajo de la región latinoamericana», presume el presidente. La oposición critica las cifras como maquilladas y asegura que hay cinco millones de personas sin un empleo seguro. Más aún si se tiene en cuenta que la bonanza financiera tornó en crisis a partir del 2014 por la bajada de precios del petróleo y la apreciación del dólar, lo que generó bajada de la inversión, recortes presupuestarios, crecimiento de deuda y subidas de impuestos.
Pero Correa no solo ha impactado al país en lo económico. Para muchos ha puesto a Ecuador en el mapa por su criticada alianza con Hugo Chávez y el socialismo del Siglo XXI. Muchos esperaban que tomase el liderazgo de la izquierda latinoamericana tras la muerte del venezolano. No lo hizo, bien porque no pudo, o porque no quiso. El presidente saliente deja una nueva Constitución, la de 2008, aprobada por el 63,9 % de los votos. Ha sido criticada por dar más poderes al Ejecutivo. Otro hito en su mandato fue el supuesto intento de golpe de Estado en 2010. Correa denunció un complot para apartarlo del poder. La oposición dijo que solo era un motín exagerado. Más problemas le causó la polémica ley orgánica de Comunicación aprobada en el 2013, vista por sus críticos como una regulación destinada a censurar a los medios. Se han abierto centenares de procesos contra periodistas acabando muchas en sanciones o multas.
Su apoyo a la minería para «vencer la pobreza» le ha supuesto, por otro lado, la animadversión de grupos indígenas de todo el país. También es un quebradero de cabeza la corrupción de ciertos ex miembros de su Gobierno, o los más de 30 millones de euros que la gigante brasileña Odebrecht pagó para construir grandes infraestructuras ahora en entredicho.
La gran pregunta es si volverá a presentarse a las urnas en el 2021. Correa dice estar dispuesto a retirarse a sus «quehaceres domésticos»… pero no lo ha descartado.