Ocho de cada diez españoles juzgan la situación como mala o muy mala, aunque cada vez preocupa menos la falta de un Gobierno con plenas funciones, según el barómetro del CIS
07 jun 2016 . Actualizado a las 07:35 h.El fracaso de las negociaciones para formar Gobierno que culminó con dos sesiones de investidura fallida que ha conducido a la celebración de nuevas elecciones ha hecho caer en picado, hasta mínimos históricos, la confianza de los ciudadanos en la política. Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas conocido ayer, más de ocho de cada diez españoles -en concreto un 82,3 %- califican como mala o muy mala -un 44,6 %- la situación política. Antes de las elecciones del 20 de diciembre, la evaluación negativa era del 68,2 %, lo que supone 14 puntos menos. Solo un exiguo 2 % se decantan por decir que es buena o muy buena.
Estas cifras y el aumento de la abstención que prevén todas las encuestas, de unos seis puntos de media, constatan el malestar con el que los ciudadanos encaran la nueva cita electoral del 26 de junio, la segunda en solo seis meses. Casi la mitad de los encuestados creen que la situación política es peor que hace un año frente a solo un 5,6 % que la ven mejor. En cuanto a lo que pueda pasar dentro de doce meses, un 19,3 % de los españoles auguran que habrá mejorado, mientras que un 32,6 % están convencidos de que seguirá igual y un 19,4 %, que empeorará.
La percepción varía según los votantes de cada partido. Los que se decidieron por el PP el 20D tienen menos desconfianza, pero alcanza en todo el caso el 71,5 %. El porcentaje se eleva hasta un 83,6 % de los que otorgaron su sufragio a los socialistas. Mayor todavía es entre los seguidores de Ciudadanos (84,8 %) y Podemos (84,9 %), que consideran mala o muy mala la situación política.
Escepticismo en economía
El mismo malestar que los españoles manifiestan por la situación política la trasladan, aunque en menor medida, a la económica, en la que la valoración no mejora a pesar del crecimiento económico y la creación de empleo. Un 41,3 % consideran que la situación económica es mala y un 26,8 % creen que es muy mala.
Sin embargo, esta creciente desconfianza contrasta con la menor preocupación por la falta de un Gobierno en pleno ejercicio de sus funciones. Si en el anterior barómetro de abril, un 7,1 % de los encuestados lo consideraba uno de los principales problemas del país, ahora solo un 5,2 % lo valora así.
Sánchez admite el desánimo del electorado socialista
Las encuestas del fin de semana, que coinciden en pronosticar el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE, han provocado un bajón anímico en las filas socialistas. Hasta el punto de que el propio Pedro Sánchez admitió ayer que una parte de su electorado está «desanimado» en contraposición con el del PP y Podemos, que ya está movilizado. Además, hizo un llamamiento en tono casi desesperado a los «socialistas de corazón» para que se movilicen y acudan a las urnas el 20D. «A los socialistas hay que decirles: socialistas, España os necesita», señaló.
Sánchez se va a volcar en la campaña en Madrid, donde celebrará seis actos, incluido el de la pegada de carteles. Precisamente el pésimo resultado logrado en esta comunidad el 20D, donde el PSOE se vio relegado a la cuarta posición, le supuso un revés personal que restó credibilidad a sus aspiraciones a ser presidente. Durante las dos semanas de campaña, Sánchez recorrerá trece comunidades autónomas y 18 provincias, en las que alternará los mítines con actos de calle. El secretario general y Susana Díaz cerrarán juntos la campaña en Sevilla. Ambos compartieron ayer en Jerez el tercer acto conjunto de la precampaña, en la que la presidenta andaluza ha decidido aparcar sus diferencias con Sánchez ante las elecciones más difíciles a las que se enfrenta el PSOE desde que se instauró la democracia, ya que corre el serio peligro de ser relegado a la tercera posición.
En Jerez, Díaz trató de insuflar ánimos a los socialistas, a los que pidió «ilusión y ganas», con ataques a Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. Del presidente del Gobierno en funciones dijo que «se ha vuelto un doctor, un experto en la mentira». «Quien no quiera a Rajoy tiene que votar a Pedro Sánchez», afirmó. «Hay una izquierda que siempre acaba haciendo el juego a la derecha», aseguró en referencia al líder de Podemos y a Julio Anguita. Sánchez incidió en su mensaje de que el 26J se celebra un «referendo por el cambio», que solo asegura «la papeleta» del PSOE. «El futuro no está escrito», afirmó para contrarrestar el efecto negativo que han provocado las encuestas.
Iglesias se proclama líder de la «nueva socialdemocracia»
Ni populista radical ni chavista ni de izquierdas ni transversal. Pablo Iglesias dio ayer un nuevo giro ideológico y se presentó como el líder de la «nueva socialdemocracia», que explicó es la alternativa para derrotar al PP el 26J. Presentado en el hotel Ritz de Madrid por su aliado Alberto Garzón, comunista y nuevo líder de IU, el secretario general de Podemos reclamó para sí ese espacio político que, dijo, se ha abierto tras el fracaso de las políticas de austeridad y de la tercería vía que quiso refundar la socialdemocracia en los noventa bajo la batuta de Tony Blair. Dicho de otro modo, Unidos Podemos llega para ocupar el espacio que abandonaron, según sus tesis, el PSOE y sus correligionarios europeos.
Frente a esa «nueva socialdemocracia» que pretende abanderar sitúa a la «vieja socialdemocracia», como se refiere despectivamente al PSOE. Un mensaje que muestra a la claras que su pretensión es hacerse con su electorado y sustituirlo en el futuro. Además de socialdemócrata, Iglesias calificó el proyecto que representa Unidos Podemos como «patriótico» y «plurinacional».
Para justificar su conversión a la socialdemocracia, en un intento de dar una imagen de moderación tras su alianza con IU, una coalición dominada por el PCE, llegó a decir que «Marx y Engels eran socialdemócratas». Aunque insistió en que las etiquetas ideológicas del siglo XX y del siglo XXI tienen poco que ver.
Equilibrios
Iglesias debe hacer equilibrios entre su objetivo de superar al PSOE y su mensaje de que debe ser un aliado imprescindible para llegar a la Moncloa. Por eso modula las descalificaciones hacia Pedro Sánchez con llamamientos a una futura colaboración, aunque le advirtió de que lo que vale a la hora de negociar es tener más votos, no más escaños, en contra de lo que ha dicho el líder socialista. Y volvió a poner la pelota en el tejado del PSOE, que dijo será el que tenga que elegir entre Rajoy y él. Incluso le retó a que permita que sea su militancia «si quiere un acuerdo con el Partido Popular o con nosotros».