Maduro blinda Caracas para impedir las manifestaciones de la oposición

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

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La policía empleó drones y gases lacrimógenos para contener las protestas

19 may 2016 . Actualizado a las 15:13 h.

Nicolás Maduro negaba el martes la militarización del país que denunciaban medios internacionales: «Que vengan y lo muestren». Solo un día después, desplegó miles de agentes en Caracas; cerró 14 estaciones de metro y varias de las principales avenidas de la capital y controló sus cuatro accesos por autopista. En las ciudades más grandes de Venezuela se vieron despliegues análogos, solo para impedir que las marchas opositoras llegaran al Consejo Nacional Electoral (CNE) para exigir a este organismo celeridad para convocar el referendo revocatorio.

Hubo al menos siete detenidos, según cifras no oficiales, en Caracas, donde los manifestantes apenas pudieron avanzar unos cientos de metros de su punto de concentración. Pronto fueron reprimidos por piquetes escalonados de la Guardia Nacional, que usó drones para la vigilancia aérea y gases lacrimógenos. Los manifestantes se enfrentaron a los militares en varios puntos del recorrido. Hubo unos 30 heridos leves.

Lo que sí consiguieron los líderes convocantes fue entregar a uno de los cinco rectores del CNE, Luis Emilio Rondón, un documento con las peticiones relacionadas con el revocatorio. Rondón atendió a los dirigentes opositores en plena calle.

«Nadie nos va a contener. Vamos a seguir manifestándonos, hasta que logremos el revocatorio», declaró el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup. «Nadie nos va a apartar del camino constitucional. El referendo puede y debe hacerse este año», agregó.

La oposición acusa al CNE de conchabarse con el Ejecutivo para frenar la convocatoria de un referendo que Maduro perdería de forma abrumadora. Henrique Capriles declaró que «esta lucha no termina [...] hasta que no respeten la Constitución». «Los opositores no lanzamos ni una botella [?]. Estamos seguros de que ni la policía ni la Guardia Nacional quieren asumir el costo de la confrontación», indicó Ramos, a lo que Capriles agregó: «Nuestros adversarios no son los policías ni los guardias nacionales [?], no vamos a caer en la trampa del Gobierno, que busca la confrontación».

Violencia de los «colectivos»

Mientras esto sucedía en la capital, en otro punto de Caracas los pacientes renales cerraron una avenida por falta de insumos para la diálisis; en Guarenas hubo nuevas manifestaciones para exigir alimentos y en ciudades como Barinas, en el estado natal de Hugo Chávez, así como en Mérida, los militares reprimieron con violencia a los manifestantes. En esa ciudad, se acusó a los paramilitares del régimen, los colectivos, de incendiar un vehículo privado e introducirlo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes, causando graves daños a sus instalaciones.

Maduro no puede aplicar, en teoría, el decreto de estado de excepción, pues el martes fue rechazado por el Parlamento. Resta por ver si la Sala Constitucional del Supremo lo reactiva, cosa que en principio no sería legal. La única respuesta oficial a las marchas del miércoles provenía de Aristóbulo Istúriz, vicepresidente del Gobierno, quien volvió a insistir en la televisión estatal en que la oposición no había logrado las 195.000 firmas para iniciar el proceso de revocatorio, porque la mayoría eran falsas. «Si no les gusta, se lo calan [aguantan]», transmitió a los opositores.

Margallo ordena al embajador volver a Venezuela para «proteger» a la colonia española

El ministro de Asuntos Exteriores ordenó al embajador español en Venezuela, Antonio Pérez Hernández, regresar al país caribeño ante el agravamiento de la tensión social y la urgencia de garantizar la «protección» de los aproximadamente 400.000 españoles, de origen o con doble nacionalidad, que residen allí. Pérez Hernández había abandonado Venezuela por orden de José Manuel García-Margallo el pasado 8 de abril, en protesta por lo que Exteriores consideró como «insultos intolerables» de Maduro, que calificó a Mariano Rajoy de «racista, basura corrupta y basura colonialista», lo que provocó que el embajador español fuese llamado a consultas por segunda vez en poco más de un año.

La urgencia del regreso no solo guarda relación con la defensa general de los intereses españoles, sino también con la llegada el miércoles a una Venezuela en estado de excepción de José Luis Rodríguez Zapatero, que ejercerá junto a otros expresidentes latinoamericanos como mediador entre Maduro y la oposición, y con el viaje que realizará la próxima semana a Caracas el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, para reunirse con la oposición. Margallo no disimuló en una entrevista en televisión su preocupación por la estancia en este país de los dos políticos españoles.

Maduro y la oposición mantienen un pulso que nadie sabe cómo puede terminar. Es este riesgo de enfrentamiento civil el que Unasur les ha pedido a Zapatero y otros dos expresidentes sudamericanos que traten de conjurar con su mediación. Margallo no puso pega alguna a la gestión que intenta realizar el expresidente español, quien aclaró que le tiene informado de su tarea, pero no ocultó su convencimiento en que la mediación fracasará.

Rivera viajará a Caracas

La llegada al país de Albert Rivera, prevista para el próximo lunes, puede ser aún más delicada, pues acude a respaldar a la alianza opositora y a reclamar la liberación de los presos políticos. El líder de Ciudadanos va invitado por el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, y pronunciará en el Parlamento un discurso de defensa de los derechos humanos y de la ley de amnistía. En sus 36 horas de estancia en Caracas, también se reunirá con los líderes opositores, con familias de presos políticos y mantendrá un contacto con los residentes españoles.