Un gijonés se harta de los ruidos de su vecino y le deja una ingeniosa nota: «Si dudas si es un buen momento para taladrar, haz esta sencilla prueba...»
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El vecino de la villa costera se cansó de la hora a la que hacía ruido y le recordó que las 22:15 no es «la franja horaria premium para perforar paredes, suelos o la paciencia ajena»
03 Apr 2025. Actualizado a las 05:00 h.
La convivencia vecinal siempre da pie a situaciones curiosas. Los principales tópicos que inician estas «guerrillas» suelen ser las obras, los gritos, la música a destiempo... En definitiva, diferentes acciones que perturban la vida del resto de pisos del bloque y que, en muchas ocasiones, terminan colmando la paciencia de alguno de sus moradores. Cuando esto sucede, a veces el afectado decide hacer públicas sus quejas tirando de ingenio y humor haciendo posible que se abra cierta vía cómica.
El caso que publicó este gijonés al inicio de esta semana es uno de ellos. En en este edificio de Gijón, uno de sus habitantes decidió taladrar pasadas las 22:00 horas. Un hecho que molestó al resto de sus vecinos haciendo que uno de ellos dejase una nota reclamándole esta situación. Fue el perfil de Threads @Istratag quien optó por recurrir a la ironía en el momento de trasladar sus protestas a su vecino. El autor comienza su escrito con un párrafo repleto de sarcasmo. En el inicio dirige esta carta al «queridísimo maestro del taladro» y le felicita por su tarea a la hora de decorar su apartamento: «Primero que nada, enhorabuena por tu incansable dedicación a la perforación. Pocos vecinos consiguen tu nivel de entrega, y aún menos a horas tan... selectas», afirmaba en el escrito.

En el segundo bloque de la nota, el más largo de los tres que contiene la carta, la «amabilidad» demostrada en el inicio por el afectado comienza a tornarse en cierta hostilidad, a pesar de comenzar exclamando su enorme felicidad por tenerlo como vecino. «¡Qué alegría saber que vives justo al lado!, aseveraba. Aunque luego el autor del escrito hacía ver que quizá eran demasiado cercanos, «tanto que casi siento que el taladro estaba en mi propia cabeza», apuntaba. Posteriormente, continuó con un afable recordatorio: «Pero, oye, por si acaso no te enteraste del cambio de hora (porque igual fuiste la única persona en España que no lo hizo), te informo: las 22:15 de la noche no es la franja horaria premiun para perforar paredes, suelos o la paciencia ajena», le explicaba atentamente.
Ya en el último párrafo es cuando el autor del escrito ve colmada su paciencia y termina haciendo una «sutil» sugerencia a su convecino para próximas ocasiones: «Si en el futuro dudas sobre si es buen momento para taladrar, haz esta sencilla prueba: metetelo por el culo. Si molesta, imagina cómo nos sentimos los demás», escribía. Ya para finalizar, el creador de esta nota se despide educadamente de su compañero de edificio con un «abrazo insonorizado» y firma el escrito como uno de sus «múltiples vecinos cabreados».
Sin duda, una situación digna del guion de una de las mediáticas series de televisión ambientadas en un bloque de edificios y un caso que hace pensar que quizás las escenas que se recrean en estas ficciones quizás no son tan exageradas. Y es que, la convivencia vecinal, siempre deja lugar a este tipo de casos estrambóticos que tratan de solventarse con humor e ingenio.