El punto débil de Pelayo Gayol, el policía más admirado de España
Viral
26 Jan 2022. Actualizado a las 10:48 h.
Su debut fue en las Azores, en pleno Atlántico, agarrado a una zodiac, en la oscuridad plena de la noche, con la única luz del plancton fosforesente del océano, abordando un buque con la adrenalina controlada. «Fue pura poesía táctica». El que habla no es Kurtz, aunque escenas de su vida merecerían ser narradas por Joseph Conrad. Se llama Pelayo Gayol, es tapiego y es el geo (y el policía) más admirado de España. Su aparición en la magnífica docuserie G.E.O. Más alllá del límite (Amazon Prime), ha elevado al Inspector Pelayo a unos niveles de popularidad desconocidos para alguien acostumbrado al anonimato. El descubrimiento de un personaje real, no ficticio, cuya templanza, rectitud y exigencia le han convertido en un fenómeno televisivo.
¿Pelayo Gayol? Los datos biográficos, muy escuetos, se ajustan a la doctrina de un cuerpo en el que prima más el equipo que el individuo. Gayol nació en al concejo de Tapia en una familia de ganaderos. Desde joven ya quería ser GEO y lo logró: lleva ya 22 años en el cuerpo de élite. En 2015 ascendió a inspector como número 1 de su promoción y es el responsable de la instrucción de los futuros geos. «Soy el Mourinho del equipo», ironiza. Su experiencia es un grado: admite que cada semana le toca hacer una misión. Entre sus trabajos más relevantes: intervino en el operativo antiyihadista de Leganés tras el 11-M que le costó la vida a su compañero Javier Torronteras. «Mi máximo dolor es la falta de Javier», admite. «Los dolores del alma son los peores. Las secuelas físicas que me quedaron fueron mínimas pero no hay día que la imagen de Javier no me venga a la mente». También ha participado en operaciones contra ETA tras estar destinado como policía en San Sebastián, en la defensa de embajadas (este verano en Afganistán, sin ir más lejos), asalto a buques y lucha contra el narcotráfico.
En Afganistán, en una misión reconocida por el Ministerio del Interior (fueron los últimos en abandonar el país) Gayol experimentó una ración de su kriptonita particular, su punto débil. El calor. «No me gusta nada, soy asturiano. El frío lo aguanto muy bien. Y recuerda su pasado en Asturias. «MI padre estaba volcado en su ganadería y en su familia. Esa era su vida. No me acuerdo nunca que no estuviera nunca en su casa o con la familia», recuerda en la serie. «No se iba con amigos a los bares. No tenía grandes amistades, tenía conocidos del pueblo. Pero todo estaba vinculado a su núcleo familiar. Era un tipo serio. Afable, dependiendo de en qué momentos. Con ese cariño que dan las personas serias, que parece que es más potente que el de personas más abiertas. No hacía falta que te dijera ‘te quiero’. Muy pocas veces me lo habrá dicho en la vida. Pero no hacía falta. Solo con una mirada o un gesto es suficiente», evoca.
Gayol describe su trabajo con pasión. Las operaciones más sencillas con las más complicadas, la confianza excesiva suele ser un gran hándicap. Ninguna situación es igual que la anterior. «Somos un equipo y todos confiamos en todos». Todos los criminales son igual de peligrosos. Y no se puede ir a medias. La mentalización es muy importante y la fortaleza psicológica está por encima de la física. «No hay plan B. Si tu fallas no hay otra opción, no hay otra unidad que haga el trabajo». El entrenamiento es permanente, el aprendizaje continuo y la familia te tiene que apoyar. «Es duro decir a tu familia que tienes que pasar tus quintas navidades fuera. O perderte cumpleaños…», reconoce.
Su mujer, Yolanda, sabe a qué se dedica su marido; si va a una operación de buceo o en alta mar sabe el peligro que existe. «Son muchos años ya, sabe más de los GEO que yo», bromeó en la Cadena SER. Normalmente hablamos de cosas generales. Pero a veces cuando vienen compañeros a cenar hablamos de temas más concretos y hablamos más de la cuenta. Entonces es cuando pone el oído», relata. El inspector Pelayo recuerda que fue precisamente su mujer quien le llamó para alertarle del atentado de Atocha. Gayol evoca esa sensación de impotencia y lo que le dijo a su mujer: «Los tengo que detener sí o sí».
Y una última frase que nos evoca al Kurtz de Coppola: «Somos artistas tácticos, jugamos con la improvisación, necesitamos mucha creatividad y capacidad analítica».