Una concursante de «First Dates»: «Nunca salí de Gijón, ni siquiera conozco Asturias»
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La gijonesa le confesó a Carlos Sobera que tenía ganas de enamorarse aunque «no muchas»
08 Aug 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Era la primera vez que salía de Gijón y lo hacía para buscar el amor. Esta es la carta de presentación de Marta, una gijonesa de 51 años «soltera de toda la vida» que llegó al plató de First Dates, el programa de citas más famoso para encontrar a su pareja ideal. «¿Cuántas ganas tienes de enamorarte del 1 al 10?», le preguntó Sobera, que como buen maestro de ceremonias le acompañó a la barra donde estaba su pareja, «un cinco, tal vez un cinco y medio», contestó la concursante. Allí le esperaba Rusky, cuyo verdadero nombre era José María, un vallisoletano de 59 años que se consideró así mismo como «fiestero, pero trabajador».
«Es la primera vez que salgo de Gijón, no conozco Asturias. Solo Oviedo, Avilés y Covadonga que es la visita obligada», se presentaba Marta ante su cita, que la miraba ojiplático. Rusky, de profesión mesonero le animaba a salir más, «porque Gijón es muy guapo pero España ofrece otras cosas», incluso la invitó a conocer Tordesillas, donde él reside. «¿Va el Alsa a Tordesillas?», le preguntaba la gijonesa, que afirmo vivir al lado de la estación pero que duda si sabría llegar porque no le gusta viajar, más bien quedarse en su «zona de confort». A pesar de tales comentarios, al concursante pareció gustarle la asturiana: «Es joven y delgadita».
Ambos se sentaron en la mesa con ganas de hablar sobre sus vidas y concerse mejor, por lo que Marta le contó que era «soltera de toda la vida» y que a pesar de ser buena conductora tenía ciertos miedos: «No puedo con las rotondas. Cojo una y adiós». También se confesaron su pasión por cantar, una afición que compartían, y que Rusky demostró arrancándose entonando una romántica canción con la que incluso se arrodilló ante la asturiana. Pero a pesar de que la cita parecía ir muy bien, un comentario de la gijonesa hizo saltar las alarmas del mesonero, que al igual que había visto un hobby común, también vio una enorme diferencia entre los dos. «No me gusta salir, solo quedo los fines de semana a tomar un café con una amiga y punto», confesaba ella y añadía irónica que su vida era «pura adrenalina». José María, que explicó que su mote le venía de su abuelo, algo que Marta tampoco comprendió, le explicó entonces que a él si le gustaba salir y hacer muchos planes, por lo que no quiso darle una segunda oportunidad en la decisión final del programa, «a mí sí me gustaría tener una segunda cita, pero entiendo que hay que hacer cosas con la pareja que les guste a los dos», respondía Marta.