La Voz de Asturias

Pablo García: «Necesitamos convertir parte de nuestro tejido en industria verde, hay muchas oportunidades»

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Manuel Noval Manuel Noval
Pablo García González, presidente de AJEPablo García González, presidente de AJE

El presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios cree que «hay muchos modelos low cost que no son sostenibles»

22 Jun 2022. Actualizado a las 13:54 h.

Pablo García González (Oviedo, 1982) es el presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Asturias y vicepresidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE). Es director gerente de la empresa de formación AFA, que pertenece a un grupo empresarial que incluye otros sectores como el inmobiliario o los deportes.

-Siempre se ha dicho que Asturias carece de suficiente cultura emprendedora. ¿Cree que es así todavía?

-En Asturias los recursos están a disposición de emprendedores, y creo que son suficientes. Quizá todavía tenemos un problema de cultura emprendedora con el que hay que luchar, que es fruto de nuestra historia, y tenemos que hacer un mayor esfuerzo que otros. La clave está en el sistema educativo. Debemos formar en esta cultura emprendedora desde edades muy tempranas hasta la Universidad, para conseguir que haya mas empresas. Si las hay, nos permitirá fijar población, generar empleo y conseguir una mayor sostenibilidad.

-Usted está en el sector de la formación. ¿Es ahí donde hay que buscar la clave?

-De todo el sistema educativo, la parte de formación es, precisamente, la que más pone el foco en el emprendimiento y la creación de empleo. El mejor ejemplo son los módulos de Formación y Orientación Laboral (FOL), que son transversales a toda la Formación Profesional. A diferencia de otras etapas educativas, aquí sí se ponen los medios en el currículum para que la gente tenga esa inquietud emprendedora.

-La Formación Profesional (FP) estuvo desprestigiada durante mucho tiempo. ¿Ha cambiado la mentalidad de la gente respecto a esta formación?

-Sí. Los datos están ahí. En breve, los números de la FP superarán a los de la Universidad. Y es así porque es una necesidad. No es un invento de España, sino que lo vemos en los países de nuestro entorno. En cualquier pirámide laboral de la Unión Europea lo que tiene que haber es cualificación que podamos denominar como media. En España hay una sobrecualificación en las titulaciones. Hay muchos titulados universitarios y las empresas demandan unas titulaciones medias de las que carece el sistema. Hay que tener en cuenta que el 48 por ciento de la población activa no tiene ninguna titulación. Si nos ceñimos solo a los desempleados, el porcentaje es mucho mayor. Existen distorsiones en nuestro mercado laboral que hace que la FP sea una apuesta clara y decidida.

-¿Lo ven así las familias?

-Es un tema cultural que tenemos que superar, aunque se está venciendo poco a poco. Algunos quieren la FP para el hijo del vecino. Pero, insisto, las cifras están ahí y la tendencia en el crecimiento de la FP se está venciendo. Porque es cierto que hay un abanico enorme de posibilidades en empleo. Por ejemplo, tiene un cien por cien de empleabilidad en la rama tecnológica, y también se puede opositar, acceder al empleo público, emprender o ir a la Universidad. La FP no tiene por qué ser el final del camino. Puedes empezar por FP y acabas con un título superior universitario.

-¿Como ve el futuro de la economía asturiana?

-Tenemos indudablemente un potencial enorme que no podemos obviar:  la industria. No la podemos dejar de lado y es uno de los principales activos que tenemos que preservar. La parte industrial debe seguir siendo una prioridad para la región. Y el sector TIC tiene que ser una apuesta clara. Y están también la parte sanitaria, el deporte y lo relacionado con el envejecimiento. La clave es que la gente se forme en lo que demanda el tejido empresarial más próximo, lo que nos permitirá fijar población. Estamos siendo capaces de formar a los jóvenes para que se ganen la vida a miles de kilómetros pero no debajo de casa. Necesitamos orientación laboral y cultura emprendedora. Si un joven se quiere quedar en Asturias tiene que saber lo que tiene que estudiar. Si se quiere ir fuera, no hay ningún problema, pero no tendría que haber ni un solo joven que se fuera de Asturias por necesidad.

-¿Cree que pertenece a una generación empresarial preocupada por el medioambiente?

 -Sí. De hecho, en los premios que dimos la semana pasada el eslogan fue Disfruta del PaisAJE. Y no fue solo el eslogan. Fue un gala muy enfocada a trasladar toda esa necesidad de la sostenibilidad, y los proyectos premiados lo hicieron visible. El premio AJE JR se dio, precisamente, a la empresa Reciclaje Blimea, que está funcionando muy bien. Y un accésit a la sostenibilidad se lo llevó la empresa Bosquia, que se dedica a plantar bosques para paliar la huella de carbono de las empresas. Y el premio más importante, al joven empresario, se lo llevó  Omar González Exiom, la empresa de Pola de Laviana que se dedica a energía fotovoltaica. Casi sin quererlo, el emprendimiento ha tomado ese camino. Las empresa han tomado un papel más activo en el cuidado del medio. Se preocupan por el empleo, la riqueza, el bienestar y la sostenibilidad. Las nuevas generaciones venimos con esa conciencia en nuestro ADN.

-¿Cómo entró contacto con el hábito de reciclar?

-Cuando me casé y me independicé fue cuando más conciencia tomé. De alguna manera, tienes una familia, tienes varios hijos y quieres concienciarlos sobre la necesidad de cuidar el medio.

-¿Qué les diría a los jóvenes respecto a la sostenibilidad?

-Creo que, como consumidores, es importante intentar trasladar que no se trata solo de reciclar. No se trata tan solo de meter el plástico en la bolsa amarilla sino también ser responsables en nuestros hábitos de consumo. Porque hay algo de contradicción en la gente joven. Hay muchos modelos «low cost» que no son sostenibles. Por ejemplo, comprarse prendas de vestir de usar y tirar no es sostenibilidad, «low cost» es un concepto que lanza un mensaje contradictorio. Podemos parecer muy sostenibles pero nuestros hábitos de consumo no lo son en realidad. Si tienes que tirarlo, recicla, pero lo mejor es no tirar.

-Lo sostenible es también una oportunidad económica.

-Sí, sobre todo cuando a nivel político se nos marca un camino, que es lo que quiere inculcar la Unión Europea. Existe un modelo de economía sostenible y entonces surgen oportunidades de negocio acompañando este cambio económico que estamos llevando a cabo. Lo que necesitamos es convertir parte de nuestro tejido en industria verde. Hay oportunidades, y debemos estar con los ojos bien abiertos.

-¿En qué ha afectado la pandemia a la cultura empresarial?

-Precisamente en los hábitos, que tienen mucho que ver con la sostenibilidad y el medio ambiente. Ha cambiado muchos hábitos de las empresas para bien. Ahorramos muchísimos viajes, lo que no es solo una cuestión económica sino también de reducción de la contaminación. Nos hemos dado cuenta de que hay muchas reuniones que se pueden hacer por videoconferencia. Eso es ya un grandísimo paso. No obstante, no todas las empresas lo pueden hacer, y hay sectores que lo siguen notando. Nosotros tenemos un gimnasio que, aunque se ha recuperado, no está todavía en cifras como las de antes de la pandemia.

-¿El modelo híbrido presencial-remoto ha llegado para quedarse?

-Sin duda. Es ya una realidad. Creo que las bonanzas del sistema híbrido se irán haciendo palpables y las empresas profundizarán sobre ello. Todas las que se lo puedan permitir. No solo las empresas grandes sino también las pymes y micropymes. No se trata solo de ahorrar costes. También se busca la utilidad de las personas. La gente más feliz es gente más productiva, con lo cual las empresas lo tienen claro. La apuesta por la productividad es algo fundamental en la empresa.

-La recuperación está siendo lenta en algunos sectores.

-Sí, porque a la crisis de la pandemia se han sumado otras como la de suministros o la inflación, que van haciendo media. Pero se está saliendo adelante. El sector turístico, por ejemplo, se está reactivando y es importante a nivel económico. Hay empresas que están un poco al límite de aguante, pero en el ADN del empresario está el tirar y ver las cosas con optimismo. Como jóvenes empresarios, y con el tipo de empresa que tenemos, pequeñas, nuevas y con pocos años de vida, podemos ser más flexibles. Siendo pequeño puedes nadar mejor en el mar revuelto.


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