Análisis: La clave táctica que mejor explica la arriesgada transformación del Sporting de Albés

Con el paso de las semanas el proyecto del Real Sporting de Gijón de Rubén Albés va tomando una forma cada vez más definida en cuanto a propuesta e identidad. Los famosos «automatismos» que se van adquiriendo y desarrollando con el tiempo ganan en consistencia en su ejecución con el avance de los partidos. Más si cabe cuando el viento sopla a favor y los resultados se van dando en un círculo virtuoso entre juego y rendimiento. Todo bajo esa identidad «canalleta» en Albacete, que ahora traslada a su Sporting más atrevido.

Una de las principales claves tácticas que permiten ver ese atrevimiento de los rojiblancos está en su presión alta. Esta es uno de los puntos divergentes más palpables entre la propuesta de Miguel Ángel Ramírez del curso pasado y la de Rubén Albés en el presente, priorizando la solidez defensiva a diferentes alturas. Con el grancanario era más habitual establecerse en bloque medio mientras que el vigués está intensificando más los esfuerzos en bloque alto al menos en los primeros tramos de partido y con un contexto de marcador igualado, antes de ajustar su propuesta en otros escenarios con el desarrollo de los encuentros.

De este modo, el Sporting suele partir de un 5-2-3 sin balón (en ocasiones de un 4-2-3-1), pero las piezas se van moviendo para realizar un reparto de marcas individuales que ahoguen la salida desde atrás de los rivales. Si lo «clásico» que todo aficionado asocia es que el lateral se encarga del extremo rival y viceversa, así como que el delantero se empareja con los centrales -de ahí que un 4-4-2 sea el sistema equilibrado por antonomasia-, lo cierto es que la evolución del fútbol y de los sistemas de juego ha empujado a diseñar otros movimientos y repartos de marcas. Lo que hace Albés, siguiendo una tendencia ya muy extendida en las tácticas del fútbol europeo, es lanzar a sus laterales para emparejarlos con los homónimos del conjunto rival. Una opción nada conservadora.

Tanto Guille Rosas como Pablo García (o 'Cote' en su momento) tienen la libertad y la orden de saltar al lateral contrario cuando este recibe el balón una vez el rival consigue circular el cuero de lado a lado. Así, un extremo (Gaspar o Dubasin, aunque habitualmente por izquierda) se empareja con el lateral, mientras que el del lado contrario se ocupa del central que queda libre, quedando Otero encargado del otro, así como de saltar a la presión al portero tapando línea de pase con ese central que deja si se da el caso, siendo por último el lateral más alejado el que teóricamente está libre y que ofrece la salida exitosa a los rivales del Sporting. No es así para Rubén Albés. Ahí es donde exige un gran esfuerzo y recorrido al lateral rojiblanco para que deje su zona y llegue incluso a la altura de sus compañeros de ataque para llegar a la presión, como se ve en la siguiente imagen en el duelo ante el Cádiz.

Es a partir de este momento donde la táctica colectiva toma una gran relevancia; la prueba del algodón para medir la cohesión y coordinación de todos los jugadores sobre el campo. Si el lateral salta a por el rival, es el extremo entonces el que queda libre de marca, para marcarlo debidamente el Sporting tiene que ajustarse interpretando qué opción es la adecuada. Por eso es importante que se forme una línea de 5 atrás, con el paso a la retaguardia de Lander Olaetxea. El vasco puede encargarse de uno de los puntas del rival o avanzar unos metros para cubrir al interior o mediapunta o incluso ejercer como hombre libre haciendo la cobertura para que sea el central de ese lado el que se encarge de cambiar de marca. A su vez, la ayuda del centrocampista de ese lado (Nacho Méndez o César Gelabert) también es fundamental, tapando primordialmente el pase por dentro y ocupándose de marcar al jugador que esté en esa zona pendiente de cubrir, ya sea el mediapunta/interior o el extremo si es que éste abandona la banda y pisa zonas interiores, como se ve en las siguientes imágenes.

Esa interpretación de lo que hace el compañero, el entender de forma prácticamente automática (automatismo) qué hacer y cómo comportarse y que todo se ejecute en el tiempo adecuado para que el rival no tenga ese espacio por haber llegado tarde (lo más difícil de todo esto) es lo que se va puliendo con el paso del tiempo. Todo planteamiento de cualquier entrenador tiene unas necesidades u otras, siendo en este caso sólo uno de los pequeños aspectos del juego dentro de todo lo que ocurre a lo largo de 90 minutos sobre el verde, pero en esta presión coordinada reside uno de los elementos clave de la propuesta de Rubén Albés. Su coordinación y ejecución es a su vez uno de los motivos -entre otros muchos- por los que el Sporting ha llegado a este primer tercio de la temporada como uno de los mejores conjuntos de la Segunda División.

La quinielona de Sporting1905

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