La Voz de Asturias

Las 4 claves del aprobado a Albés y de la victoria de un Sporting «camaleónico» en un partido «más efectivo que brillante»

Sporting 1905

Dani Souto
Rubén Albés

Texto de análisis

25 Oct 2024. Actualizado a las 18:05 h.

Terminó ganando el Real Sporting de Gijón, aunque lo hizo con más incertidumbre de la que el desarrollo del juego había pautado durante el grueso de los 90 minutos a raíz de un desafortunado gol en propia en los últimos minutos. Los de Rubén Albés fueron superiores a la SD Huesca de Antonio Hidalgo en líneas generales, si bien, como reconocía el propio entrenador gallego, no llegó a ser un partido brillante. Cuán importante es sumar de 3 cuando no estás excelso. Analizamos la victoria rojiblanca a partir de 4 claves tácticas destacadas:

Plan de inicio bien trazado pero sin recorrido

Siendo la primera jornada intersemanal de la temporada, justo en el momento en el que más se comprime el calendario, las rotaciones llamaban a la puerta de cara al once frente al Huesca. Cambios que se produjeron, hasta 4, cosa no habitual en la figura de Rubén Albés. Sin embargo, el técnico gallego incidía en la previa de la importancia de acertar con ellos, y lo hizo buscando un sentido en los perfiles elegidos a partir del plan de partido. El cuerpo técnico rojiblanco dibujó un contexto de mayor tenencia de balón, con una defensa adelantada al estar mayormente asentados en campo rival y pocos espacios que atacar por el bloque medio-bajo del rival, necesitando de más presencia en área y recepciones al pie. De esa manera se entienden las entradas en el once de Diego Sánchez, con más velocidad para defender su espalda y pie en salida de balón, de Nacho Martín, más posicional y con capacidad para verticalizar el juego más desde el pase que desde la conducción, de Dani Queipo, con esa recepción al pie y capacidad de desequilibrio individual, y de Jordy Caicedo, siendo una referencia en el juego aéreo y especialmente en el área.

Irónicamente, el primer gol del encuentro, obra del citado Caicedo, llegó tan pronto que alteró el guion de partido que se había diseñado en su inicio. El Sporting, algo más cauto en cuanto se puso por delante en el marcador, cedió terreno a un Huesca que, sin especial amenaza ofensiva, comenzó a controlar más el balón de lo que estaba previsto, haciendo que los rojiblancos tuvieran otras necesidades, defendiéndose más veces cerca de su área y teniendo que transitar más, siendo Caicedo prácticamente el único que podía amoldarse bien a ese contexto en acciones puntuales. No por ello se renunció al balón en el primer tiempo, tratando de bajar varias marchas el ritmo del partido a través de la posesión, claramente con una intención diferente con el cuero controlado que con la puesta en escena y el 0-0 en el marcador.

Pérdidas por dentro derivadas de un ritmo bajo

El cambio de guion marcó, como decimos, otra actitud en el equipo rojiblanco. Los de Rubén Albés buscaron bajar el ritmo al encuentro mientras estuvieron en ventaja, sobre todo en la primera mitad. A partir de una correcta defensa posicional, aunque muy exigente para los dos mediocentros asturianos, cuando el Sporting podía recuperar y no tenía opción de transitar o bien tenía que iniciar sus jugadas desde saque de puerta, los rojiblancos cocinaban a fuego lento sus primeros pases, jugando en corto y pasando por su centro del campo con mucha mayor frecuencia de lo habitual. Esto respondía claramente tanto a los perfiles que había sobre el campo como a las intenciones. Una propuesta que puso de nuevo de manifiesto un problema que casi se había olvidado, como son las pérdidas en zonas vulnerables. A raíz de ese ritmo bajo en la asociación, el Sporting facilitó la presión del Huesca, que se intensificaba por dentro especialmente cuando uno de los mediocampistas rojiblancos recibía de espaldas. El equipo sumó varias pérdidas en esa zona de inicio que resultan muy peligrosas al estar muy abiertos, obligando al repliegue. La activación tras la pérdida para reordenarse permitió que en buena medida no fuera a mayores. Algo que hay que vigilar.

El balón parado nuevamente diferencial

Viene siendo habitual en las últimas semanas que las acciones a balón parado den rédito al Sporting, algo que no es ajeno al resto de la Segunda División; una categoría tan igualada en la que este tipo de jugadas muchas veces marca las diferencias. En esta ocasión, aunque fuese de distintas maneras, los 3 goles del partido llegaron en otras tantas jugadas de estrategia: 2 en un saque de banda, tantas veces olvidados, y una en un córner. La acción del primer gol quizás no salió tal y como estaba planeado, con un balón demasiado pasado al segundo palo, pero sí evidenció una idea que el equipo parece tener clara: aprovechar con celeridad las segundas jugadas para sacar tajada de los movimientos del rival y la posibilidad de que pierda las marcas, así como mirar lejos, buscando las opciones siempre en el segundo palo, zona donde se concentran más esas dificultades cuando el equipo que defiende trata de dar un paso adelante. Lo mismo en los saques de banda, buscando la verticalidad y siendo inteligentes para aprovechar la acumulación de jugadores próximos a la cal para buscar una referencia intermedia -como también hizo el Huesca en su gol y el Sporting no atinó a contrarrestar- para acabar llevando el balón al área o al costado opuesto.

Amenaza en transición

Ya en el segundo tiempo el Sporting cambió de nuevo el chip, ajustándose en el paso por vestuarios. El equipo volvió a subir el ritmo al partido, en esta ocasión permitiendo que el Huesca tuviera más la posesión de la pelota y que de su necesidad se generase un contexto más propicio para el ida y vuelta. Este factor propio del juego, sumado a los futbolistas que iban entrando de refresco, como Gaspar Campos, Juan Otero o César Gelabert, inclinaban más la balanza hacia un plan de partido en el que el Sporting se impusiera en transiciones, algo que ha demostrado en este inicio de temporada saber manejar de buena manera. Los de Rubén Albés fueron mucho más verticales en cuanto recuperaron el balón, adelantaron las posiciones medias de sus tres centrocampistas y, escalonados como suelen estar en fase ofensiva, comenzaron a generar triángulos sumando un apoyo por fuera para favorecer el pase vertical. Así, tanto en combinación como a la contra, el Sporting sumó una amenaza en transición que prácticamente no había tenido en todo el encuentro. Mismamente el segundo gol, aunque surja en un saque de banda, llega precisamente por esa voluntad de verticalizar cada ataque. Yendo 1-0, pero buscando la sentencia. Y se consiguió.

Los cambios

Gaspar y Otero por Dubasin y Caicedo. Piernas frescas en la delantera, manteniendo el sistema, aunque sí cambiando la intención de un equipo que ganaba ritmo y verticalidad en su juego para poder transitar con mejores argumentos.

Gelabert por Queipo. Un cambio que sí alteró la disposición del equipo, siendo Gelabert un futbolista más propicio para entrar en juego. Su entrada ayudó a dar fluidez al juego combinativo de los rojiblancos.

Kevin y Campuzano por Rosas y Olaetxea. Vuelta a un dibujo más típico, con el centro del campo reordenado y Gelabert ya partiendo de dentro. Dos cambios que no tuvieron mayor incidencia en el juego ya en el tramo final.

Nota a Rubén Albés y el resto del cuerpo técnico

Suficiente. No fue un partido excelso ni brillante, aunque sí efectivo, ya que se supo leer y ejecutar -en mayor medida- lo que el equipo podía ir necesitando en los diferentes momentos del mismo. Sobre todo, destacar la capacidad para marcar el ritmo del mismo sin verse especialmente exigido en defensa. Aun así, fue un encuentro marcado por el acierto en acciones de estrategia que terminaron configurando el marcador final, ya que la falta de mordiente y atrevimiento por momentos le impidió generar más. Un Sporting camaleónico que no estuvo nada definido en un partido al que por momentos ir dos marchas por debajo en el juego le pudo penalizar. Eso le alejó de ser un partido más completo en clave rojiblanca.


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