La Voz de Asturias

«Las 4 claves de la victoria del Sporting y del aprobado a Ramírez»

Sporting 1905

Dani Souto
Miguel Ángel Ramírez

Texto de análisis

03 Sep 2023. Actualizado a las 17:13 h.

Se hizo de rogar, pero finalmente en el minuto 98 llegó la alegría. El postrero gol de Dani Queipo le dio una victoria al Real Sporting de Gijón que se había trabajado a lo largo de todo el encuentro, aunque con momentos de mayor flaqueza y otros de lucidez. Analizamos en base a 4 claves destacadas el triunfo de los rojiblancos frente al Burgos.

Cal y arena a balón parado

Dos de los tres goles llegaron por la vía de las jugadas a balón parado, ambos desde el saque de esquina. El Sporting ganó enteros en su amenaza en estas acciones por el 'factor Cote'. El de Roces y su gran golpeo de zurda supuso un arma diferencial en unas jugadas de gran relevancia en un fútbol tan igualado y competitivo como el de Segunda. La primera ocasión de peligro llegó por ahí, y al poco rato también el gol de Otero con un magnífico centro del lateral rojiblanco. Sin embargo, en la faceta defensiva, se encajó un gol en una acción ensayada de los burgaleses que detectaron la debilidad de los locales al desarbolar su defensa del área con una gran jugada de anticipación. Lo que ayer le dio el balón parado también se lo quitó al Sporting.

Sin reacción yendo por delante

En un partido donde el dominio se fue alternando entre ambos equipos, sobre todo a raíz de los goles que iban subiendo al marcador, el Sporting pasó de ser protagonista en los primeros 20 minutos a bajar varios metros la altura del bloque y resguardarse en su propia mitad de campo para proteger la ventaja que habían obtenido con el gol de Otero. Un guion que volvió a acercarse al punto de partida una vez los visitantes consiguieron el empate. Siempre se dice eso de que «hay otro enfrente y también juega», pero en este caso parecía responder más a la propia voluntad de los rojiblancos. El equipo se juntó, fue solidario en defensa y concedió muy poco al ataque del Burgos. Sin embargo, la otra cara de la moneda estuvo en la ofensiva. El Sporting apenas encontró opciones para poder contragolpear, único recurso posible cuando vives tan alejado de la portería rival. Muchos despejes sin disputa, sin continuidad en el juego para trenzar un ataque vertical y sin capacidad para bajar el ritmo del partido controlándolo desde el balón. Al menos sí se controló defensivamente, pero cerca estuvo esto de costar dos puntos.

Sistema de ayudas por fuera

En relación a lo anterior, durante el largo tramo en el que el Sporting mostró su versión más defensiva, esa solidaridad destacada fue un elemento clave que ayer acompañó y que se corrigió respecto a citas anteriores recientes. Con el equipo muy junto y sin apenas ceder espacios entre sus líneas, lo cual ayuda a esas coberturas, el centro del campo hizo un gran trabajo sin balón para evitar que la congestión de jugadores ofensivos del Burgos por dentro les permitiera obtener ventajas a la hora de encarar el área de Yáñez. Mientras duraron las piernas, aliviados en el tramo final con la entrada de Varane, el doble pivote hizo un trabajo clave para sostener al equipo. Aunque especialmente llamativo fue el trabajo, por contraste respecto a otros días, de los extremos en sus ayudas a los laterales. Una norma muchas veces básica en el juego colectivo, que quedó patente en las constantes indicaciones tanto de Miguel Ángel Ramírez como de Endika Gabiña, su segundo, sobre Hassan y Gaspar, incidiendo sobre todo en el aspecto defensivo. El míster así lo reconoció en la rueda de prensa posterior. Esta vez funcionó y facilitó ver una mejor versión coral de los rojiblancos ante la amenaza del Burgos.

Rupturas en el último tercio como vía ofensiva

En los tramos de mayor dominio del Sporting, es decir, antes del primer gol y en el arreón final en busca de la victoria, los de Ramírez ofrecieron una versión controladora y calmada. La circulación, formando una línea clara de tres centrales, no asumía demasiados riesgos. El objetivo de desgastar y mover al bloque rival en búsqueda de cualquier resquicio era claro. El Burgos destaca por su consistencia y solidez, y no iban a permitir un avance cómodo a los rojiblancos, estando a gusto replegados en su campo. El Sporting tampoco asumió grandes riesgos ante la dificultad de avanzar por dentro, movió el balón, esperó, juntó gente y elevó la posición de los hombres de fuera -Cote y Hassan- como ya viene siendo habitual. Si bien dio la sensación de que faltó un paso más a la hora de ganar amenaza en el área rival, resaltando de nuevo más el mérito de los de Bolo que el demérito propio, los movimientos de ruptura al espacio, que se iban alternando en hombres como Djuka, Otero o Gaspar, fueron una vía interesante para generar problemas en la estructura defensiva burgalesa. Faltó atrevimiento, precisión o una pizca de entendimiento, o quizás un poco de todo, pero supone un punto de partida positivo para buscar abrir este tipo de bloques bajos tan frecuentes en la categoría.

Los cambios

Varane y Queipo por Martín y Gaspar. Mantenía las piezas y el sistema en el tablero dando un oxígeno necesario y piernas en el centro del campo, que ya empezaba a sufrir para llegar a cada acción, mientras se ganaba un arma más en amplitud, siendo Queipo un jugador más próximo a la cal que Gaspar.

Rosas y Lozano por Pascanu y Djuka. El plan seguía ganando enteros con los cambios a explotar el juego exterior. Rosas fue importante con sus desdoblamientos por banda, cosa que a Pascanu no se le pide, y con Lozano sumas un rematador de área también por alto que puede aportar más en ese sentido que Djuka.

Villalba por Hassan. Partiendo desde banda pero incidiendo por dentro para dar más protagonismo al sector diestro en el último tercio con Queipo más las subidas de Rosas. No llegó a incidir en gran medida en el juego, pero Villalba también facilitó darle mayor ritmo al equipo con balón.

Nota a Miguel Ángel Ramírez y el resto del cuerpo técnico

Bien. Se trabajó y estudió el trabajo defensivo a realizar de cara a este partido para minimizar sobre todo el juego interior del Burgos. Y se vio con facilidad. A nivel ofensivo, mejor en el tramo final, aunque fuera apurado por la necesidad. El claro aspecto a mejorar fue el control del partido, o mejor dicho la incapacidad para despojarse del dominio rival durante un largo tramo del mismo. Aun así, una victoria trabajada que esta vez encontró recompensa aunque fuera en la última jugada, sin por ello condicionar el análisis. Ahora toca trasladar lo que se logra en casa lejos de El Molinón.


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