La Voz de Asturias

De aprender con su abuelo a motor ofensivo del Sporting, así se formó Cote

Sporting 1905

Francisco Rodríguez /  A.V.M.
Cote

El zurdo ya acumula 5 asistencias de gol pese a ser defensa

13 Nov 2022. Actualizado a las 23:04 h.

Los goleadores son muy gustosamente deslumbrados por los flashes de las cámaras, pero para que exista esa deseada claridad, alguien debe asumir antes el papel del necesariamente preciso último eslabón. Esa figura, la de asistidor, está perfectamente representada por el rojiblanco Cote, tan poco reconocida por quienes tienen la responsabilidad de definir a los protagonistas de la obra en las portadas, como ponderada por quienes desde el banquillo poseen el poder de influir en el planteamiento y modificación del guión.

Tras el partido de Copa del Rey, Abelardo Fernández reconocía la notable influencia de Cote en el juego sportinguista, siendo una baza ofensiva a la hora de saltar desde el banquillo para tratar de pasar de ronda.

Dicho y hecho, menos de 10 minutos después de entrar al verde ya se había empatado la contienda gracias a un centro de Cote rematado por Christian Rivera a la red. Se trata del quinto jugador que celebra una diana gracias a un pase del gijonés, José Gragera, Carlos Izquierdoz, Djuka y Juan Otero han sido los otros futbolistas hasta el momento.

En LaLiga Smartbank, solo Aketxe supera con un 6 en su casillero personal las asistencias de Cote, y para encontrar las razones que se atrevan a poder argumentar su desequilibrante calidad técnica hay que remontarse a sus inicios.

Cuando los genios del fútbol se enfrentan a los micrófonos para explicar sus inigualables genialidades con el balón, la mayoría de ellos no lo saben argumentar. Todas esas acciones técnicas las convirtieron se hábitos diarios. Una cosa llevó a la otra para que Cote sea uno de los mejores centradores del balompié nacional. Desde que se iniciase con 5 años en el mini benjamín del Roces, y posteriormente en las canteras del La Braña y del Sporting, el canterano rojiblanco no ha dejado de buscar perfeccionar la técnica y el ‘timming’ del golpeo a través de la repetición bien realizada y continuada.

De niño, Cote no se despegaba de la pelota ni para comer. Además de con su equipo, sus compañeros de clase en el patio del Colegio Alfonso Camín y sus amigos en las calles de Roces, el resto del tiempo libre José Ángel lo dedicaba a jugar con su abuelo en las pistas del antiguo Colegio de Las Palmeras. Unas tardes donde el lateral zurdo perfeccionaba los contactos con todas las superficies de ambas botas, la fuerza y la dirección necesaria de los disparos, los controles para quedarse el esférico en ventaja, y los regates y auto pases. Y, como no, también aprovechaba para conocer su cuerpo y unirlo eficazmente a la pelota de cara a desarrollar, por ejemplo, sus característicos centros ondulados donde se demanda cerrar el tobillo y posicionar el tronco hacia la línea de fondo.

Su capacidad técnica era tan notable en comparación a sus compañeros gracias a las horas de más que echaba con la pelota que, en ese proceso de aumentar sus límites y enseñarle a dominar el juego, su entrenador en la etapa juvenil del Sporting decidió meterlo en problemas colocándole como interior. ¿Objetivo de situarlo en posiciones más intermedias? Hacer que, ya sea estando cerca o lejos del balón, se acostumbrase a ir percibiendo a su alrededor los mejores espacios a ocupar y a tener visualizada la siguiente acción desde tres segundos antes de recibir el cuero para tomar ventaja con su control. Todo ello para acabar tomando la decisión más correcta posible. Unos aspectos cognitivos que posteriormente José Ángel trasladó a su posición natural para impedir que el rival disminuya la calidad de un centro que, antes de recepcionar el balón, Cote ya sabe cómo y a dónde enviar.

Como si de un proceso formativo y evolutivo en la función de lateral se tratase, una vez que dio el salto al primer equipo del Sporting, Cote comprendió la importancia de crear y afianzar lazos futbolísticos con el compañero más cercano en el campo. Diego Castro fue vital en la adaptación del de Roces al fútbol profesional, insuflándole de confianza para que no dejase de mostrar con brillo esa insistente y profunda capacidad de desdoblamiento. Cualidad que barnizó junto al extremo de Pontevedra consiguiendo, desde la equilibrada interpretación de sus virtudes y las del extremo gallego, ir mejorando el tiempo y forma con el que se proyecta al ataque.


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