La Voz de Asturias

Diez reflexiones básicas sobre el nuevo Molinón que plantea Orlegi

Sporting 1905

Tomás García Morán
El Molinón

Artículo de opinión

02 Oct 2022. Actualizado a las 23:27 h.

El proyecto tiene muchas aristas: lo diseña el yerno de Irarragorri, impacta en una zona sensible (Piles, Parque) y es, a fin de cuentas, una gigantesca intervención privada en una gran área pública, empezando por el estadio, que es público. Nada, a fin de cuentas, que no se hiciera en su día en lo que hoy es la avenida del Llano, por poner un ejemplo que todo el mundo conoce.

A esto venía Orlegi. Muchos nos preguntábamos cuál era la fórmula que permitiría a un grupo inversor rentabilizar una inversión de 50 millones, comprando una sociedad anónima (ruinosa) que, de acuerdo con la Ley del Deporte, no puede tener ánimo de lucro ni repartir dividendos. Bueno, pues el modelo es este: una inversión que pretende poner al Sporting en el centro de un polo económico en el que habrá muchísima actividad económica: hostelería, parkings, hoteles, centro comercial… Se trata, explicándolo de forma sencilla, de privatizar una zona pública de Gijón mediante la única fórmula que lo hace posible, utilizando el Sporting como “tapadera”. Es decir, nadie se atrevería a proponer un Parque Principado en ese lugar, que por otra parte tiene un atractivo descomunal, como ya se ha demostrado con el Alimerka, el Carling…

Ojo, que Orlegi ya se fue de un equipo en México (el Tampico Madero) porque planteó hacer algo parecido y no lo consiguió. La lógica dice que aquí haría lo mismo: vender a quien fuera y largarse a buscar otro lugar en el que poder hacer algo así.

La labor de seducción de Alejandro va a tener que ser descomunal. En una ciudad que no se pone de acuerdo ni para peatonalizar cuatro carriles, los intereses, las presiones y las resistencias van a ser enormes y de todo tipo. Todo el mundo va a querer mojar en esa salsa, a poder ser sin poner un euro, como siempre suele ocurrir en Gijón. El debate se va a plantear en una ciudad sin liderazgos, en la que ni siquiera sabemos quienes van a ser los candidatos de los principales partidos a las elecciones de mayo.

El argumento fundamental va a ser que El Molinón es el estadio más antiguo de España y bla, bla… La realidad es que aquí hay dos posibles escenarios: seguir en un palacete del siglo XIX, con goteras y sin calefacción, o tirarlo y hacer uno nuevo. Y con palacete no me refiero sólo al estadio, que también. Con la familia Fernández no fue solo El Molinón lo que llegó a estar en estado ruinoso (y fue salvado por los fondos E de Zapatero), y volvía a seguir la misma dirección. Sino que fue el Sporting en general. O mejor dicho el sportinguismo. La metástasis fernandiana ha sido tan dañina que hoy mismo empezará la campaña de los que prefieren seguir como estábamos, con un equipo casi en tercera división, formado por jugadores que se van y no los quiere ni el Caudal, a ver cómo El Molinón se convierte en un platillo volante, el sportinguismo pierde sus esencias etc. etc. Es decir, el cuento de la buena pipa que llevamos escuchando casi 30 años.

Porque está claro que Orlegi no monta un estadio con 100 palcos VIP para tener un equipín en media tabla de Segunda. En la mano de los sportinguistas (y de los políticos, pero tenemos la suerte de que los podemos cambiar o renovar en mayo) está la elección.

Así que el dilema está claro: quedarse para siempre en el mundo del sentimentalismo, el gol de córner de Ferrero al Torino, los siete pichichis del Brujo (el mismo mundo en el que están, por ejemplo, los deportivistas que siguen soñando con Bebeto o los zaragocistas que aún están cantando el gol de Nayim); o dar el salto al mundo del profesionalismo, en el que están todos los equipos que se han situado en la senda de cumplir otros 120 años.

Para terminar, dos consejos rápidos a Orlegi, que seguro que no necesitan porque ya lo han considerado: un estudio serio sobre qué opina la afición y la ciudad (lo que viene a ser lo mismo) sobre el tema, antes de que ocurra lo mismo que con el cascayu.

Y que no descarten entre las fuentes de financiación los Fondos NextGen, porque sin duda un proyecto así tiene opciones de ser financiado por la UE.

Y por último, una crítica: el primer boceto ha quedado muy merengón, hay que ponerle detalles rojos.

*Tomás García Morán es periodista y socio del Sporting.


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