La Voz de Asturias

«Un Sporting hundido mentalmente»

Sporting 1905

Dani Souto
Villalba

Texto de opinión

08 Mar 2022. Actualizado a las 23:18 h.

Resulta misión imposible esgrimir un único motivo que explique de manera fiel esta extraña temporada en el Real Sporting de Gijón. Un equipo que en las 10 primeras jornadas era el líder de la competición y que aislando las 20 siguientes tan solo encontramos a dos equipos con menos puntos que los asturianos. Más allá de la evidente caída del equipo en cuanto al juego, la cual no se logró corregir desde la pizarra de David Gallego, con mucho más margen de tiempo que Martí, actual inquilino del banquillo rojiblanco, hay algo que viene acompañando al equipo desde el inicio de la actual mala racha y que ahonda en un problema aún mayor: la cantidad de errores individuales cometidos fruto de una desconfianza patente.

Toda cualidad con el balón debe ir acompañada igualmente de una salud física y mental que la potencie. Cuando uno de estos dos elementos falla, el rendimiento cae estrepitosamente. Esto se nota a nivel colectivo en la dificultad competitiva que arrastran aquellos equipos incapaces de aguantar el ritmo de un partido o que atraviesa momentos fuera mentalmente del mismo. La realidad es que ni este Sporting es el mejor equipo de la categoría ni tampoco el antepenúltimo, pero sí parece claro que el aspecto psicológico juega y está jugando un papel fundamental que permitió en su día brillar sobre el resto y que hoy hunde al vestuario hasta lo más profundo de la clasificación.

La llegada de Martí es más fácil entenderla por esa vertiente que por la meramente táctica. El balear es un técnico con ciertas semejanzas y disimilitudes con Gallego en cuanto a su propuesta de juego, pero lo que más distancia a ambos entrenadores es su experiencia dentro de un vestuario. Si bien el de Súria logró ser profesional, Martí acumula grandes éxitos como jugador, trabajó bajo las órdenes de personalidades muy fuertes y de renombre dentro del balompié y tuvo en sus manos la gestión de plantillas llamadas a grandes cosas en Segunda División que tuvieron que atravesar momentos complicados. Él mismo lo dijo nada más llegar: "mi papel es hacer que estos jugadores vuelvan a creerse lo buenos que son". Y ese es el rol que se le ha encomendado a su llegada.

No se espera que Martí llegue con una fórmula mágica que cambie por completo a este Sporting desde el juego o la pizarra, pero sí que pueda ser no solo ese soplo de aire fresco en el discurso y en el día a día sino que además sea el encargado de liderar una remontada moral dentro de un vestuario a la vista hundido. No faltan jugadores con experiencia en él, pero sí esa personalidad que se encargue de dar un paso al frente, alentar a los suyos y sacar un carácter que es especialmente necesario en estos momentos tan difíciles. Este mismo equipo se ha visto en una situación con el viento a favor y ha demostrado que en esas todo se edulcora; las cosas salen, los jugadores son atrevidos y el acierto pesa sobre los errores. Sin embargo, ha demostrado de igual manera esa fragilidad cuando toca asumir una realidad mucho más delicada, algo que se refleja en la cantidad de errores y miedos de un equipo que ha perdido la costumbre de ganar. La peor de las suertes para Martí es que el efecto de un cambio táctico puede notarse -incluso al primer día para bien o para mal-, como estamos viendo, pero el cambio psicológico es un proceso que necesita de tiempo para valorar su efecto. Un tiempo que ni el Sporting ni el propio técnico tienen. Cada vez las urgencias apremian más y eso no hace más que retroalimentar este bloqueo mental. Es muy fácil decir que deben creer en sí mismos o que eso es la solución para todo y mucho más complicado conseguirlo, pero este debe ser el primer paso para salir del agujero en el que han entrado.

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