Análisis: Dos caras de un mismo Sporting
Sporting 1905
Artículo de opinión
03 Sep 2019. Actualizado a las 23:05 h.
Hemos tenido que esperar a la tercera jornada del campeonato para poder contabilizar nuestra primera victoria de la temporada. Tras batirnos con dos de los recién descendidos y sumar dos puntos que dejaron una sensación agridulce, continuamos con nuestra subida particular a L'Angliru de comienzo de campaña ante uno de los equipos que disputó el playoff el curso pasado, el Albacete de Luis Miguel Ramis. El Sporting al fin hizo buena su renta inicial en el marcador y, acabando, esta vez sí, con once futbolistas sobre el tapete de El Molinón, terminó firmando un gran encuentro.
Sin embargo, si bien el resultado termina siendo lo más importante, las sensaciones del conjunto gijonés fueron dispares en esta ocasión. Los primeros 45 minutos se asemejaron en cierto modo a lo que vimos ante Girona y Rayo Vallecano. Contemplamos un Sporting sobrio en defensa, concediendo muy poco al rival y presionando especialmente en campo propio bajo un claro 4-4-2 sin balón en el que Pedro Díaz hizo las veces de Nacho Méndez saltando prácticamente a la misma altura de Uros Djurdjevic, pero volviendo a mostrar déficits a la hora de mover y mantener la posesión de balón. El Albacete tapaba las líneas de pase hacia nuestro primer receptor, Javi Fuego, y el Sporting era incapaz de conectar con él para aprovechar la superioridad numérica de los sportinguistas en el carril central una vez superada esa primera línea de presión. En este contexto, la solución en salida suele venir por fuera, a partir de los laterales, pero con Carmona y Aitor interiorizando mucho su posición, los hombres de banda no terminaron de aportar soluciones.
De nuevo, el envío en largo fue la opción más recurrente con el balón en nuestro dominio. José Alberto ya ha dejado claro en este inicio de liga que no le importa jugar de forma más directa, renunciando a una construcción de juego más enfocada a la combinación, si el contexto así lo requiere, pero lo cierto es que el Sporting venía demandando ya más poso con la pelota. Es cierto que Girona y -especialmente- Rayo Vallecano no son los mejores baremos para medir nuestra capacidad con balón, pues son dos equipos que gustan de tener la posesión, y el plan posiblemente pasaba por algo más reactivo que propositivo. Pero la primera parte ante el Albacete parecía seguir el mismo guion, y eso ofensivamente estaba lastrando al Sporting.
A pesar de lo visto en ese tramo inicial del partido, el 45% de posesión de balón de la primera mitad se convirtió en un 54% en la segunda (con picos cerca del 60%). No es más que un simple número, pero detrás esconde una intención que permitió ver por primera vez en la temporada a un Sporting con poso y gusto por el balón. Pero, ¿qué fue lo que cambió para poder ver una versión tan diferente de los de José Alberto con pelota? Especialmente la altura y posicionamiento de dos figuras clave para entender al Sporting con balón: Javi Fuego y Manu García. El poleso pasó a ubicarse entre centrales, saltándose un paso en construcción, para generar superioridad ya en la primera línea ante los dos delanteros manchegos que iban a la presión. Esto arrastró también al ex del Manchester City a retrasar unos metros su zona de influencia, siendo el primer receptor en el espacio que se formaba tras la presión rival. Ahí pudimos ver al fin al mejor Manu García, el que más pudo explotar sus cualidades, girándose en una baldosa de terreno, siendo muy escurridizo para sus marcas y generando ventajas desde el regate. Su papel, como el de Fuego, fue clave para que el Sporting ganase ampliamente la cuota de posesión al Albacete en la segunda mitad, y a partir de esas posesiones el conjunto rojiblanco creció.
El Sporting, que defensivamente ya venía mostrando muy buena dinámica, siguió dando muestras de su solidez atrás, siendo capaz de mantener la ventaja en el marcador sin apenas pasar apuros cerca del área de Mariño. Esta vez sí, pudimos ver durante los noventa minutos a un Damián Pérez que firmó un partido notable atrás, aunque ofensivamente los laterales del Sporting aún tienen mucho que decir y demostrar. Si la nota positiva, más allá de la defensa, ha sido la demostración del equipo asturiano de poder ser dominante con balón, la parte negativa sigue siendo esa falta de desborde exterior, de protagonismo ofensivo para unas bandas que siempre fueron sinónimo de peligro en El Molinón. Una profundidad por fuera que, más allá de lo que pueda llegar a aportar Aitor García, está complicado que podamos explotarla en alguna otra pieza de ataque de la plantilla. En definitiva, veremos si José Alberto logra darle continuidad a esa segunda parte que vimos ante el Albacete, porque esa es la cara que la afición del Sporting demandaba ver en su equipo.