La Voz de Asturias

Annus Horribilis

Sporting 1905

Josu Alonso Gijón
Sporting

Artículo de opinión

27 Dec 2017. Actualizado a las 12:56 h.

2017 dice adiós. Y puede decirse que es lo mejor que le puede pasar al Sporting y al sportinguismo. Un año donde se perdió la categoría y cuyo retorno a Segunda está siendo, a estas alturas, digno de un suspenso. Cuatro entrenadores, dos directores deportivos y un sinfín de fichajes que compusieron retales son la radiografía de una entidad que continúa sin tener un modelo claro por mucho que sus dirigentes traten de vender lo contrario.

Abelardo fue el primero en caer. Al Pitu el equipo se le había ido de las manos, o mejor dicho, algunos se habían cansado del director de orquesta y se decidió que había que cambiar. Con Javier Fernández saliendo a escena para protagonizar el papelón nadie contó lo que se acabo sabiendo: al míster una parte del vestuario ya no lo quería. Nico Rodríguez siguió en su cargo de director deportivo y en el colmo de la inutilidad reforzó al equipo con futbolistas de medio pelo, algunos de ellos protagonistas por situaciones extra deportivas más que por lo que pasaba en el verde. Con estos mimbres llegó Rubi. El catalán trató de poner rumbo a un barco a la deriva. No pudo ser y el equipo bajó a Segunda División.

En verano Nico Rodríguez se convirtió en historia. No fue el único que cayó. También Rubi que después de decir por activa y por pasiva que no le hubiera importado continuar recibió la noticia de su no continuidad de la mano del nuevo responsable de la parcela deportiva, Miguel Torrecilla. El catalán no dejó mal sabor de boca en la grada pero los resultados lo condenaron. Con Torrecilla parecían llegar aires nuevos. Una nueva plantilla y un nuevo entrenador: Paco Herrera regresaba a casa después de su época de jugador para tratar de cerrar el círculo devolviendo al Sporting a la élite. La plantilla tenía lagunas, puntos que el propio entrenador había señalado con la ausencia de jugadores en determinados puestos que se habían solicitado en verano. Herrera no empezó mal la temporada pero Reus fue el inicio del desplome. A partir de ahí el equipo entró en caída libre con espectáculo bochornosos y domingos de sufrimiento para una parroquia que se cansó y pidió a Herrera que se fuera. El técnico no estaba dispuesto a dimitir pero el último resultado en el Mini Estadi hizo que el consejo de administración lo destituyera. Ese mismo consejo cobarde que se amparó en decisiones de la dirección deportiva para argumentar el cambio de inquilino en el banquillo.

Lo último es la llegada de Baraja. Es el vigésimo noveno entrenador en 25 años de la familia Fernández. El máximo accionista cierra un año que solo le ha sonreído en lo económico. El Sporting respira tras salir del concurso. A decir verdad no ha sido fruto de su gestión sino de la lluvia de millones que trajeron Abelardo y sus guajes a través de la televisión por medio del ascenso y de la Liga de Fútbol Profesional con techos de gasto marcados para que el fútbol dejara de ser una barra libre donde se gastaba sin orden ni concierto. En lo deportivo una reflexión. Abelardo comienza a esbozar un buen año para el Alavés, Rubi tiene líder al Huesca y Paco Herrera acabará encontrado equipo seguro. Son tres historias de ex técnicos rojiblancos. Si a los que salen de aquí les va bien ¿no estará el problema más arriba? Veremos si 2018 es el año de las alegrías. La asignatura pendiente sigue siendo la cantera hacia la que poco o nada se mira. Suerte para Baraja y sus futbolistas. Su suerte será la de todos.


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