La Voz de Asturias

Chirigota en El Molinón

Sporting 1905

Josu Alonso Gijón
Jugadores del Cádiz celebrando el 0-1 en El Molinón

Dosis de realidad en la derrota ante el Cádiz

20 Nov 2017. Actualizado a las 20:36 h.

El Sporting demostró ante el Cádiz que no es el rival a batir. El equipo no funciona y, lo que hasta ahora era puntuar sin jugar bien, ha dado paso a un equipo ramplón incapaz de hacer de su casa un fortín. El encuentro ante los andaluces sirvió para ratificar que un punto de los últimos 9 disputados no es casualidad. Esto sin tener en cuenta el calendario que viene por delante.

Los de Paco Herrera demostraron desde el inicio que las bandas, ambas, siguen siendo una autopista para los visitantes. Las internadas de los amarillos se multiplicaban y eran avisos de lo que acabó siendo un baño. Como muestra, el primer disparo con cierto peligro del Sporting no llegó hasta el minuto 40. Los rojiblancos no aprovechan los corners o las faltas laterales para que el rival se sienta incómodo. Al contrario. Acaban convirtiéndose en una ocasión para el que está enfrente.

Ante el Cádiz volvió a quedar demostrado la dependencia del equipo de Sergio Álvarez. La ausencia del avilesino, de baja entre 4 y 6 semanas, va a pasar factura a un equipo que, ahora mismo, carece de director de orquesta. Ver a Bergantiños sacando el balón desde la línea defensiva da buena cuenta de lo que es el equipo ahora mismo. No hay manera de salir con el cuero jugado. Todo son balones aéreos donde el equipo no se impone y eso, a la larga, se paga.

Los planteamientos de los partidos son nulos porque, simplemente, no hay planteamiento. Sacar a Rachid en el 66, tres minutos después de recibir el segundo, es carecer de un plan, de una idea de juego, de un patrón. Sin mencionar la entrada de Pablo Pérez en el minuto 81. ¿Qué pretende sacando a un chaval de casa a 9 minutos del final y con un 0-2 en el luminoso? Lo que demuestra la derrota del domingo es que Herrera no puede dirigir la nave; un barco a la deriva que se va hundiendo según avanzan las jornadas.

El discurso del técnico catalán, autocomplaciente en la mayoría de ocasiones, ya no convence a una afición desencantada. Decir, a toro pasado, que ganando al Cádiz el equipo podría ser segundo es una obviedad. También podría liderar la tabla si no se hubiera perdido en Soria, Pamplona, Reus… La rueda de prensa tras el partido fue un bochorno, una tomadura de pelo. Su afirmación sobre la cantera es una broma de mal gusto o casi un insulto a la grada. El once que sacó en El Molinón no tenía ningún futbolista procedente de la Escuela de Fútbol. El primer entrenador que pasará a la historia por no haber alineado a ningún asturiano. Dudoso honor.

Al final Herrera es un fiel reflejo de lo que es la entidad. Un club gris, triste, sin ideas. Y encima, en la cúspide, una propiedad que desconoce el fútbol y la manera de gestionar, que se ha equivocado desde que llegó al Sporting, incapaz de echarse a un lado para que entre sabia nueva. Él y todos los que le rodean al calorín del palco. A decir verdad la única persona que se salva es El Brujo. Ver a Quini solo reflexionando da para entender en lo que se ha convertido el Sporting. Seguramente si alguien hubiera pensado que uno de los mejores futbolistas que ha tenido el Sporting y el fútbol español sirve para algo más que para ocupar una silla, posiblemente a este equipo le iría mejor. Pero ¿qué sabrá un hombre que ha ganado siete Pichichis? Hace tiempo que a esta entidad le sobran muchas cosas. La primera su dueño, la segunda todos los encargados de hacer esta plantilla. Ahora que la chirigota continúe frente al Albacete.


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