Dar pena, sentir pena
Sporting 1905
Columna de opinión
11 Apr 2017. Actualizado a las 17:01 h.
La primera acepción de la palabra pena habla de sentimiento grande de tristeza. Seguramente nunca se podría haber definido mejor la sensación del sportinguismo. O sí porque la historia en este club siemprese repite. Después de haber recorrido los casi 363 kilómetros que separan Gijón y San Sebastián a los aficionados rojiblancos se les volvió a quedar cara de idiotas. La habitual en las últimas ocasiones porque la grada nunca falla y siempre acompaña al equipo. Gente que había sacrificado su tiempo un lunes, algunos con la fortuna de haber podido pedir un día libre en su trabajo, para ver cómo una banda saltaba a Anoeta pensando que aquello sería un paseo. Cambios inexplicables en el once, falta de actitud; en definitiva, un equipo que da pena (otro de los significados de la palabra). Aficionados que llevan 23 años sangrando por la misma herida, la que produce la propiedad de la familia Fernández con todos sus errores y apenas aciertos.
Como el abonado padece poco, el colmo de la vergüenza es hacerle pagar en el encuentro ante el Real Madrid del próximo sábado. En una entidad seria (está claro que ésta no lo es) se retiraría el suplemento. Después de los vergonzosos partidos que está realizando el equipo con ridículo tras ridículo, la mejor decisión es que abone lo que se debe. Y ya puestos que calle también porque sólo se le quiere para que abra la cartera.
Al mal resultado hay que sumarle valoraciones muy poco acertadas. ¿Cómo puede preguntarse Rubi cuantas personas hubieran apostado por un 2 en la quiniela? Pues si no lo haces con la Real Sociedad, con el Real Madrid o Villarreal lo llevas claro amigo. Eso, sin tener en cuenta que supone una falta de respeto a los aficionados y a tu propio club que es el que te paga. Y para seguir añadiendo a la colección los profesionales hoy descansan. ¿Acaso es merecido que hoy disfruten de jornada de descanso? Claro, hay que desconectar antes de que llegue el líder. Mejor iba el fútbol con entrenadores como John Toshack que después de que la Real perdiera una eliminatoria de Copa del Rey en Oviedo y tras acostarse a las dos de la madrugada, levantó a sus futbolistas a las 4.30 para emprender la vuelta y hacerles entrenar. Era 1985, era fútbol.
El único que ha sido capaz de alzar la voz ha sido Carlos Castro. Es cierto que no fue su mejor partido y que el de Ujo no está bien pero indudablemente su discurso debería ser apoyado por algunos que llevan mucho tiempo chupando de la entidad. Es la diferencia entre quien siente los colores y le duele y al que le da igual porque al final la mitad de los que hoy besan el escudo en junio estarán fuera. Casi que será un alivio porque está plantilla es horrible.
El mal endémico del Sporting es la propiedad y a partir de ahí otros muchos factores. En la cúspide está Javier Fernández. Es el mismo que en pretemporada habló de asturianizar la plantilla, el que se quería comparar con la Real o el Celta. Humo, nada más que humo. Ese planteamiento inicial se ha plasmado en 16 incorporaciones y estar a punto de bajar a Segunda. Es cierto que el consejo de administración que preside no mete goles, pero sí un sueldo para el presidente y dietas para los consejeros. Compararte con la Real, el Celta o el Eibar no es difícil. Sólo necesitas tener un modelo de gestión real, no una SADque sólo piensa en hacer caja y cuanto más mejor. Hace no tanto la Real y el Celta deambulaban por la categoría de plata, hoy en Europa. El Éibar ni en sus mejores sueños imaginaba que jugaría en Primera pero un tal Álex Aranzábal puso en marcha un modelo que pasaba por no gastar más de lo que se tenía. La entidad armera tiene poco más de 5.000 abonados y ha contado con unos ingresos de televisión parecidos a los del Sporting. Sin embargo, el club rojiblanco cuenta con un factor a favor. Casi quintuplica el número de abonados. Ni con esas. Nunca han sabido cómo gestionar un club de fútbol y por eso un nuevo tren se está escapando, camino del tercer descenso. La Real Sociedad subió un año después que el equipo de Preciado. El modelo está a años luz. Decía Fernández que en año y medio vendía. Su séquito defiende que eso sucederá. Partiendo de la base de que esto ya se dijo varias veces, sería infinitamente mejor que vendiera ya. No se le puede pedir que se vaya porque es el dueño pero sí que venda. Ofertas hay. Otra cosa es que bajo el argumento simplista de querer dejar saneado el club no se haga ahora. También estaba saneado con Manuel Vega-Arango.
En el segundo escalafón de la catástrofe está Nico Rodríguez. Dedicarte a ser director deportivo sin tener ni puñetera idea debe ser muy reconfortante. Sus últimas apuestas ahí están. Traoré, un jugador mediocre y que no aporta nada superior a lo que hay y Elderson que no sabe ni guardar la posición. El problema reside cuando la propiedad hace una apuesta personal que ha acabado mal en sus anteriores equipos, que no sabe de planificación y que además intenta escurrirse como una anguila si tiene ocasión. Mejor guardar silencio y seguir en la cueva porque para salir de vez en cuando y mentir vale más callar.
Que la temporada se acabe pronto y que vayan desfilando como un pelotón. Han tenido la oportunidad de hacer un nuevo proyecto después del milagro del ascenso pero han preferido pensar que el milagro dura de forma indefinida. Nico ya debería estar fuera y Javier Fernández vendiendo. Esos futbolistas que antes reían cuando Abelardo lloraba el día de su despedida deben tener el gesto cambiado. Al final a unos da pena verlos jugar y la grada siente pena por el escudo y el camino que lleva la entidad. Vergonzoso.