Pasión por la esgrima histórica en Oviedo: las dos hermanas que saben empuñar una espada a sus 7 y 11 años
La Voz de Oviedo
A pesar de su corta edad, Alba y Sofía combaten como si fueran auténticas guerreras de la Edad Media. Acuden a clase de esgrima histórica con sus padres, quienes también practican esta modalidad deportiva
08 Nov 2024. Actualizado a las 09:08 h.
Hacer deporte reporta múltiples beneficios para la salud. Practicar de manera regular cualquier actividad física, ya bien sea de tipo aeróbico, de resistencia o de flexibilidad, ayuda a prevenir enfermedades, permite mantener el cuerpo en buena forma y activo, además de mejorar el estado de ánimo y, por ende, hacer que las personas se sientan mejor consigo mismas. Si encima te ejercitas con la compañía de tus seres queridos tendrás la ventaja de poder pasar tiempo de calidad con las personas que de verdad te importan, aparte de estrechar aún más si cabe los lazos afectivos.
Existen numerosas opciones para practicar deporte en familia y por tanto de inculcar al mismo tiempo hábitos saludables en los más pequeños de la casa. Si hablamos de actividades al aire libre, el senderismo es una posibilidad muy buena. Ahora bien, si uno prefiere ejercitarse a techo, hacer esgrima histórica puede resultar muy interesante. Esta disciplina, que combina agilidad, estrategia y coordinación, permite tener una buena condición física, además de poner, a quienes la practican, la historia en la mano gracias a usar la espada.
Poder empuñar un sable, un estoque o cualquier otra arma blanca de hoja larga en compañía de sus dos hijas es para los ovetenses Aída y Álvaro una de las mejores decisiones que han tomado en sus vidas, además de ser una experiencia única. «Como padres nos permite sacar tiempo para estar haciendo actividades guiadas con nuestras hijas, algo que no es muy fácil de hacer en casi ninguna actividad de manera tan simultánea como aquí», asegura el matrimonio carbayón.
«Supongo que ellas se sentirán un poco menos "libres", sobre todo la mayor. La pequeña creemos que agradece el poder hacer esgrima con toda la familia junta porque le da seguridad», reconoce la pareja. Aún así, que los cuatro practiquen esta disciplina deportiva de forma simultánea hace que se mantengan más cohesionados y unidos que nunca. «Nos da tema de conversación en casa y la posibilidad de apoyarnos en el aprendizaje», resaltan.
Esta familia de Oviedo comenzó el año pasado a practicar esgrima histórica para poder cumplir así uno de los sueños de Álvaro. «Sabía que mi marido estaba interesado en la esgrima histórica desde hace tiempo pero por circunstancias de la vida nunca se pudo hacer. Así que cuando se acercó su cumpleaños le regalamos la posibilidad de hacer un pequeño curso introductorio con Gaudiosa», cuenta orgullosa Aida.
Como dicha formación tenía lugar en los meses de verano, al matrimonio le pareció buena idea que sus hijas también aprendiesen a empuñar una espada. «Preguntamos si podrían ir también las peques y dijeron que el único límite era la posibilidad de mover la espada, con lo cual solo empezó la mayor», precisa la matriarca de la familia. En este punto, Alba recuerda el día en que cogió por primera vez una espada. Tenía 10 años, «estaba un poco emocionada y nerviosa» porque a fin de cuentas «no sabía nada del tema».
Cuando terminaron el curso de verano se quedaron tan enganchados de esta práctica deportiva que en el momento que desde la escuela ovetense de esgrima histórica, Gaudiosa, les dieron la posibilidad de seguir con su formación no dudaron ni un segundo en decir que sí. «Nos ofrecieron facilidades para seguir y decidimos continuar, mientras se pueda», apunta Álvaro, antes de señalar que la pequeña de la casa, Sofía, ya se ha aficionado a esta actividad. «Vi a mi hermana hacerlo, lo probé y me gusto», confiesa a sus 7 años.
Desde entonces, la familia acude a las clases que, de manera continuada, la escuela de esgrima histórica Gaudiosa imparte en las instalaciones del Centro Asturiano de Oviedo. Van una hora a la semana para que así Alba y Sofía tengan también tiempo para cumplir con sus obligaciones como estudiantes, que incluye hacer los deberes y estudiar para los exámenes, además de tener ratos libres para jugar y divertirse con sus amigos.
Las dos hermanas son las alumnas más pequeñas de la clase. Pero, a pesar de su corta edad, saben casi empuñar una espada como el que lleva haciéndolo toda una vida. Ambas dominan con bastante soltura la espada larga y el sable. Eso sí, a Alba todavía le cuesta «mover y colocar los pies para hacer bien los golpes». «Puede ser muy lioso», dice la ovetense de 11 años.
A Sofía, en cambio, le suele costar sujetar el arma porque como bien dice «las espadas pesas». Cada una de las armas blancas que utilizan están, por supuesto, adaptadas a sus edades. De las dos que empuñan, les resulta mucho «más fácil» manejar el arma que habitualmente usaban en caballería e infantería en el siglo XIX e incluso XX: el sable.
Lo que más le gusta a Alba de practicar esgrima histórica es hacer los golpes y saberse el nombre de cada uno de ellos «mejor» que sus padres. A Sofía, por su parte, le resulta mucho más atractivo el hecho de poder empuñar una espada en compañía de su familia, sobre todo de hacerlo junto a su hermana.
Por el contrario, que le den en la cabeza es algo que Alba todavía no tolera. «A pesar de llevar careta y no doler no puedo evitar cerrar los ojos», confiesa, antes de señalar que no puede evitar tampoco defenderse «cuando estamos practicando y debo dejar que el otro acabe el golpe». A diferencia de su hermana, Sofía no soporta el olor de la careta. Es algo que detesta de practicar esgrima histórica.
Hasta la fecha, ninguna de las dos hermanas ha participado en un torneo de esgrima histórica. Tampoco tienen interés de debatirse a duelo en un campeonato oficial. «No me gustaría participar. Ahora no me gusta mucho hacer esgrima con gente desconocida», confiesa Sofía, la pequeña de la casa. Si no fuesen casi todos los contrincantes «tan mayores», Alba sí que se lo pensaría, pero por el momento rechaza la propuesta. «Es que me sacan muchos años», dice.
Seguirán eso sí perfeccionando la técnica para acabar luchando como si fueran auténticas guerreras de la Edad Media. Y lo harán, mientras puedan, en compañía de sus padres, quienes poco a poco van también empuñando cada vez mejor una espada. Como la piña que son, los cuatro, estarán unidos en esta aventura que tan solo acaba de comenzar.