Vecinos del barrio de La Corredoria piden el cierre de un bar por el ruido que genera: «Es insoportable»
La Voz de Oviedo
Residentes en las inmediaciones de la plaza Juanín de Mieres y la calle Anabel Santiago han puesto la situación en manos de la justicia. Por culpa de este malestar, «varios vecinos pusieron sus pisos a la venta y se fueron»
12 Oct 2024. Actualizado a las 09:18 h.
Vivir en las inmediaciones de la plaza Juanín de Mieres, en La Corredoria, se ha vuelto una auténtica pesadilla para muchos residentes. Los vecinos de la zona están «hartos» del excesivo ruido generado por la música y las actividades propias de un local de hostelería situado en la calle Anabel Santiago, en Oviedo. Los usuarios de dicho establecimiento protagonizan además peleas a altas horas de la madrugada en las que no faltan tampoco los gritos. Así lo aseguran desde una de las comunidades perjudicadas que califican la situación «de locos». «Es insoportable», confiesan.
Cansados de las molestias que sufren cada día y que están afectando «seriamente» a la calidad de vida, los vecinos del bloque número 4 de la calle Anabel Santiago han decidido interponer una demanda. «Intentamos llegar a un acuerdo tanto con el propietario como con los inquilinos del local pero no hubo manera. Entonces no nos quedó más remedio que iniciar los trámites para formular la denuncia», señalan desde esta comunidad que busca cuanto antes volver a la normalidad.
«Por culpa de esta situación varios vecinos del edificio pusieron sus pisos a la venta y se fueron», asegura una propietaria que no descarta tampoco hacer lo mismo. «Hubo días que hasta lloré de impotencia, de rabia, porque muchos estamos terminando de pagar los pisos —otros ya lo hicieron— y tener que tomar la iniciativa de vender y volver a empezar de cero otra vez y en otro sitio me parece muy injusto», apunta indignada.
Toda esta odisea comenzó en el año 2020. El local estaba, por aquel entonces, abierto como cafetería y a ella acudía cualquier persona para tomarse tranquilamente un café o una copa de vino. De repente, cambió el ambiente. Empezaron a llegar clientes que con «sus guitarras» animaban un poco más el ambiente. El problema estaba en que «llegaban a montar aquí unos tablaos» y, por tanto, el ruido ya se convertía en molesto para los vecinos de la zona. «Mi hija hasta tuvo que marchar a estudiar a casa de otros familiares porque era incapaz de concentrarse», dice una vecina
La situación se agravó, según la versión de la fuente consultada, cuando usuarios del establecimiento hostelero comenzaron a consumir sustancias ilícitas. «Tengo de asomarme a la terraza y ver a gente esnifando a pleno día», asegura dicha vecina, quien cada día tenía que bajar a por su hija a la calle porque le daba «hasta miedo» la situación. «No me atrevía a que estuviese ni un segundo sola», confiesa.
El local pasa a abrir las puertas también por la noche
Dado el panorama, varios vecinos decidieron dialogar con el dueño del local. Sin embargo no pudieron llegar a un acuerdo porque argumentaba que «lo de dentro lo tenía todo en regla y lo de fuera no se hacía responsable». Se pusieron entonces en contacto con el gobierno municipal pero el caso también fue «omiso»: «Cuando pidió la licencia de nocturnidad subimos hasta el Ayuntamiento porque claro si la situación era de locos por el día no te quiero ni contar las 24 horas. Pero finalmente se la dieron», imploran desde la comunidad afectada.
En varias ocasiones, desde esta comunidad, aseguran haber llamado a la policía a «las tres o las cuatro de la mañana» por el excesivo ruido generado en el establecimiento que impedía el descanso de los vecinos. «Yo prácticamente iba sin dormir a trabajar. Tuve que empezar a dormir con tapones y tomar diazepam para poder conciliar el sueño», asegura una residente.
«A los vecinos del cuarto llegaban a vibrarles las ventanas»
El problema de todo esto es que el local «está sin insonorizar». «Si que es verdad que ahora con el chico que lo lleva la música se escucha más baja porque antes, literal que cantabas la canción de la cama porque oías hasta la letra. Se despertaban hasta bebés y a los vecinos del cuarto llegaban a vibrarles las ventanas», detalla.
Aún así, «el ruido es continuo»: «De semana te abre hasta las tres o tres y media pero el viernes y el sábado hasta las cinco y media de la mañana». Y a esto hay que sumarle las peleas protagonizadas por los usuarios del establecimiento hostelero. «Son constantes a altas horas de la noche», aseguran desde la comunidad afectada.
Como ya no pueden más, varios vecinos de la zona han puesto ya esta situación en manos de la justicia. «Desde nuestra comunidad pusimos una demanda de forma conjunta todos los vecinos», aseguran desde el bloque número 4 de la calle Anabel Santiago, confiando en que los magistrados «cierren el local» y acaben por fin con el problema. Eso sí se mantienen firmes en su compromiso de buscar una solución pacífica y conforme a la ley.