Las demoliciones tienen sello asturiano: «Tiramos la chimenea más alta que se ha tirado en el mundo»
La Voz de Oviedo
La compañía está detrás de la mayoría de los proyectos de voladuras que se llevan a cabo en nuestro país. El ingeniero de minas y socio de la entidad, Cristóbal Lombardía, cuenta cómo han conseguido que la empresa ovetense sea un referente a nivel nacional
30 Sep 2024. Actualizado a las 09:35 h.
Si hay una empresa que, en cierta medida, está contribuyendo al crecimiento económico de sectores clave como la minería o la construcción esa es Perforaciones Noroeste. La compañía asturiana desempeña un papel crucial en diversas industrias debido a su capacidad para hacer trabajos especializados que son esenciales para el desarrollo de proyectos a gran escala. Con sede en Oviedo y fundada en 1981, la entidad diseña y ejecuta, de manera precisa y segura, todo tipo de perforaciones, detonaciones y voladuras. Realiza su actividad a lo largo de toda España, siendo la responsable de «casi todas» las demoliciones de centrales térmicas que se han hecho en nuestro país.
«Hemos hecho ya más de 30 demoliciones», asegura uno de los socios de la compañía. Cristóbal Lombardía (Avilés, 1958), licenciado en Ingeniería de Minas y doctor por la Universidad de Oviedo, comparte con La Voz de Asturias los retos que enfrentan en estos proyectos de gran escala, además de destacar los trabajos más importantes realizados por Perforaciones Noroeste. «Tiramos la chimenea más alta que se ha tirado en el mundo», resalta. Revela así cómo, junto a su socio Manuel Macías, han conseguido convertir a la empresa asturiana en un referente a nivel nacional.
—¿Cuál es realmente vuestro ámbito de actuación?
—Perforaciones Noroeste es una empresa que está dedicada a la ejecución de perforaciones de todo tipo. Hacemos también voladuras, tanto en canteras como en minas, incluso en parques eólicos. Normalmente trabajamos a cielo abierto porque las de interior se hacen a través de otra empresa del grupo. Tuvimos el dudoso honor de ser los últimos en hacer voladuras en las minas de carbón de Cerredo. Trabajamos también en obra pública y desde hace unos cinco años empezamos a hacer demoliciones. Este era un reto que yo tenía desde siempre, me llamaba mucho hacerlo. Pero hasta hace tres o cuatro años era relativamente raro hacer demoliciones por voladura, se hacía muy poco. Pero con el tema de la transición energética y el cierre de todas las térmicas de carbón esto se disparó.
—Con vuestra actividad ayudáis a dar pasos hacia la descarbonización de nuestro país. ¿Cuáles son los proyectos más significativos en los que, recientemente, ha participado Perforaciones Noroeste?
—De la mano de una empresa francesa con mucha experiencia en demoliciones, 4D Demolition, estamos haciendo demoliciones por toda España. Comenzamos a trabajar con ellos en septiembre del 2021 pero previamente, en el 2017, con Perforaciones del Noroeste hicimos demoliciones por voladura en silos y cintas en una cantera de la provincia de Barcelona. Desde que llegamos a un acuerdo con esta empresa francesa prácticamente hemos hecho todas las demoliciones que se han hecho en centrales térmicas desde entonces.
Así, por orden de inicio, hemos participado en la central térmica de Velilla, en Palencia. Posteriormente comenzamos en La Robla, en León. Luego, simultáneamente, empezamos en la central térmica de Meirama, en la provincia de A Coruña. Poco después, en la central térmica de Andorra, en Teruel. Hemos hecho también una demolición y haremos alguna más en el futuro en la central térmica de Compostilla, al lado de Ponferrada. Demolimos también una torre de una central solar de Sevilla. A partir de finales del año pasado, hemos hecho demoliciones en la central térmica de Soto la Barca, en Tineo.
«Hemos ejecutado el mismo día la demolición de tres estructuras bastante grandes y diferentes»
La pasada semana hemos hecho quizá la voladura más importante de las que hemos hecho hasta ahora, porque hemos ejecutado el mismo día la demolición de tres estructuras bastante grandes y diferentes: una chimenea, una estructura metálica de una caldera y un edificio de hormigón para las tolvas de carbón. Todo eso lo hemos hecho simultáneamente. Ahora estamos trabajando en la central térmica Litoral de Almería, en Carboneras.
Son también destacables un par de actuaciones que hicimos aquí en Asturias. No es que sean muy espectaculares pero sí que tienen su importancia. En enero del 2022 se produjo un desprendimiento de una piedra que provocó un accidente mortal en Soto de la Barca. Como consecuencia se cortó la carrera hasta asegurar que había medidas de seguridad. Para ello hicimos un proyecto de emergencia para, de alguna manera, dar estabilidad al talud y eliminar riesgos. Dentro de esa actuación hubo que hacer una demolición de un crestón rocoso que tenía unos 20 metros de altura y estaba muy roto, muy meteorizado, y amenazaba con caer a la carretera. En dos semanas hicimos el proyecto y lo ejecutamos. Fue una obra que se hizo en tiempo récord.
—¿Y aquí en Asturias algún otro proyecto que habéis llevado a cabo?
—Demoliciones por el momento no se han hecho más en Asturias pero en su día la empresa trabajó en los cielos abiertos de Hunosa en San Victor y, posteriormente, en la mina de oro de Belmonte de Miranda, hasta que se pasó a minería de interior. Participamos en voladuras de construcción de la Autovía Minera, de la Autovía del Cantábrico, además de trabajar en muchas obras de carretera. Hemos tenido presencia en varias explotaciones de áridos.
—Vuestra actividad en Asturias ha sido y es intensa
—Si. Pero desde que los actuales socios nos incorporamos (en el año 2013), la empresa ha ido expandiendo su territorio de actividad a gran parte de España, excepto al este del país. Cataluña, la comunidad valenciana y Murcia ya nos queda lejos. Pero, bueno, prácticamente en todo el resto de autonomías estamos trabajando.
—¿Qué tipo de tecnología y equipamiento utilizan para llevar a cabo estos trabajos?
—Perforaciones del Noreste tiene un parque de 28 perforadoras propias y si tenemos en cuenta las empresas que participan en el grupo llegamos hasta más de 40 perforadoras. Tenemos un equipo de 33 personas en perforaciones y con el resto de empresas estamos por encima de los 70 empleados. Dentro de estas personas tenemos desde ingenieros de minas hasta ingenieros técnicos y graduados en minas, pasando por mecánicos, perforistas y artilleros, aparte del personal de oficina.
— Para realizar esas demoliciones hay previamente un gran trabajo de planificación. ¿Cuáles son los pasos a dar desde que reciben el encargo hasta que acaban, por ejemplo, con una gran torre?
—Sí, es muy llamativo porque parece que todo se reduce a unos pocos segundos. Desde que se toma la decisión de que algo se va a demoler por voladura hasta que se hace la demolición hay un proceso largo de preparación con el objeto de que los trabajos se puedan simplificar al máximo. Hay que hacer primero un estudio de qué vamos a demoler, luego hay que mirar la estabilidad y las características de lo que vamos a demoler, hay que ver también qué elementos contaminantes puede haber dentro de esa estructura y que hay que eliminar a priori para evitar que durante la caída se produzcan contaminaciones. Una vez que conocemos la estructura, se hace un análisis de la misma. Cuáles son sus puntos débiles para poder demolerla y cuáles son las posibilidades que tenemos de aligerar todo lo que es la estructura para que el proceso de demolición sea lo más sencillo posible.
Cuando demolemos edificios que tienen hormigón normalmente hay que una hacer perforación y utilizamos explosivo de tipo dinamita. Cuando se trata de estructuras metálicas, empleamos unas cargas especiales que tienen la capacidad de cortar planchas de acero de diversos espesores. Todo eso se combina con detonadores de tipo electrónico que permiten hacer una iniciación muy exacta, en tiempos que están en el rango de los milisegundos. Pero antes de hacer las detonaciones preparamos las estructuras. Las debilitamos sin que pierdan estabilidad para que luego se vayan al suelo de una manera controlada.
—Y en cuestión de segundos esas estructuras ya están en el suelo...
—Las detonaciones a veces no duran ni un cuarto de segundo y las demoliciones, por tanto, son muy rápidas. Las estructuras que más tiempo tardan en caer al suelo son las que son muy altas como, por ejemplo, chimeneas. Cuando la estructura tiene poco diámetro y mucha altura tarda un rato en coger inercia de caída. Nosotros hemos tirado la chimenea más alta que se ha tirado en el mundo, en Andorra, y ha tardado más de 20 segundos en empezar a caer.
«Si se hacen las cosas bien hay una probabilidad de éxito muy grande»
—¿Cómo se viven los momentos previos y posteriores a esa demolición?
—Siempre hay un poco de incertidumbre, de nerviosismo, pero como una demolición por voladura está muy estudiada, si se hacen las cosas bien, hay una probabilidad de éxito muy grande. Normalmente tratamos de hacer la demolición en el momento programado, es decir, si decimos que la demolición es a las once en punto de la mañana pues lo tenemos que hacer. Esos cinco minutos anteriores a la hora programada sí que es verdad que se hacen muy largos, parece que no pasa el tiempo. Luego una vez que se le da la energía a los detonadores para que hagan su trabajo y se produce la detonación hay ahí unos segundos de tensión porque las estructuras tardan un poco en moverse. Una vez que ya vemos cómo evoluciona vivimos momentos de alegría, de satisfacción y de euforia.
—¿Alguna vez os fallaron los planes?
—De todas las voladuras combinadas que hemos hecho, que en total suman más de 60 estructuras, solo hemos tenido un par de incidentes. Uno por un fallo de explosivo. Este no funcionó como el fabricante especificaba que funcionaba y no cortó. Otro tuvo lugar en Soto de la Barca. Unas chimeneas no cayeron a la primera porque tenían muchísimo más acero de lo que estaba previsto y tuvimos que hacer una segunda voladura.
«No hay nada más peligroso que una demolición fallida»
—¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentan a la hora de realizar estas demoliciones?
—Lo más importante es encontrar un equilibrio entre no provocar daños en el entorno por un exceso de explosivo y garantizar que la estructura caiga y además lo haga correctamente, porque no hay nada más peligroso que una demolición fallida, que se quede a medias, digamos. Por eso, hay que calibrar muy bien que el explosivo que se ponga sea suficiente y que no cause problemas en el entorno. Es verdad que de las demoliciones que llevamos no hemos tenido mayores problemas en el entorno. Hemos hecho demoliciones a 20 metros de algún edificio o oficina que tenía que seguir funcionando y ha seguido funcionando sin problema.
—¿Qué medidas implementan para garantizar la seguridad de sus trabajadores y también del entorno durante las operaciones? Deben cumplir con el reglamento de explosivos y con el seguridad minera...
—El reglamento de explosivos es un reglamento que fija cuáles son las condiciones que deben cumplir las personas y las empresas que manejan el explosivo en el caso de las voladuras, desde el punto de vista de la preparación técnica y del buen uso del explosivo. Cuando hacemos el proyecto de demolición estudiamos —entre otras cosas— los riesgos asociados a los trabajos que vamos a hacer y las medidas que hay que aplicar para minimizar estos riesgos. Luego dentro de lo que es el propio momento de la ejecución de la voladura tenemos que fijar un entorno de seguridad, un perímetro en el cual debemos evitar que haya nadie que no seamos los propios ejecutores de la voladura. Nosotros sabemos dónde nos podemos colocar, cuáles son los riesgos y cuáles son las protecciones que podemos necesitar.
—Una demolición produce toneladas de residuos metálicos. ¿Cómo se gestionan estos residuos?
—Con la voladura lo que hacemos es poner en el suelo todos esos productos que si hubiera que gestionarlos a grandes alturas serían trabajos con mucho más riesgo y mucho más costosos. Una vez que están en el suelo empieza lo que se llama la labor de economía circular, de aprovechar todo lo que había. Normalmente se aprovecha todo tipo de materiales desde el acero hasta el zinc, incluido el aluminio. El resto de elementos metálicos va para chatarra. Luego todo lo que serían materiales de tipo hormigón o rellenos de piedra se les somete a un proceso de trituración y clasificación para tratar de reutilizarlos como áridos en posibles obras de construcción que hay alrededor. Incluso en las propias centrales muchas veces hay que crear explanadas nuevas y se utiliza ese material.
«La voladura contribuye a que la huella de carbono de todo el proceso de demolición se reduzca notablemente»
—¿Cómo abordan el impacto medioambiental de sus actividades?
—La huella de carbono que puede dar una actividad es en gran medida el consumo de combustibles de las máquinas. En el caso de las voladuras a eso hay que añadir que hay una reacción química del explosivo que genera CO2 y óxido de nitrógeno. Pero eso siempre va a tener un impacto positivo porque en el caso de que tuviéramos que trabajar a grandes alturas, las máquinas que hay que emplear para trabajar por encima de los 40-50 metros son máquinas muy potentes que tienen grandes consumos de combustible. Además, hacen las labores con mucho menor rendimiento que cuando el material está en el suelo. En este caso, la voladura al final contribuye a que la huella de carbono de todo el proceso de demolición se reduzca notablemente.
—Para llevar a cabo vuestra actividad trabajáis mano a mano con otras empresas.
—Sí. Las grandes empresas de demolición, por lo general, no tienen una empresa de voladuras que se dedique a ello porque son trabajos muy esporádicos y económicamente es más eficiente subcontratar a una empresa que se dedique a ello y nosotros somos especialistas en esta actividad. Hasta la fecha hemos trabajado con varias empresas líderes en demolición a nivel nacional e internacional, que son las que pilotan el proyecto completo de la demolición. Hemos trabajado para dos empresas de Vizcaya: Afesa Medio Ambiente y Lezama, además de colaborar con la compañía francesa-portuguesa, Recimetal, que es la que está trabajando en la central de Ponferrada y haciendo también demoliciones en Lada, pero en este caso no se contempla hacer voladuras, por la proximidad del entorno urbano. Por último, hemos trabajado con una unión temporal de empresas en Andorra que es UTE Moncobra.
—¿En qué proyectos trabajan actualmente y cuáles tienen pensado llevar a cabo?
—Nos queda por hacer una o dos demoliciones en Soto de la Barca. Hay una estructura que hay que decidir si se vuela o no. También nos quedan por hacer cuatro demoliciones en la Central térmica Litoral de Almería y en Compostilla tenemos que al menos demoler las chimeneas, que hay dos. Luego hay una serie de centrales térmicas que se van a demoler, en las cuales suponemos que podemos participar, pero que no las tenemos todavía aseguradas. Una es la central de As Pontes, en la provincia de A Coruña, que ha iniciado ya el proceso de demolición. Otra está en Córdoba y otra en Cádiz, que empezarán también muy pronto su proceso de demolición.
Está además en fase de adjudicación la demolición del antiguo hospital general de Oviedo. En principio, no se habla de que se vaya a demoler por voladura, pero nosotros entendemos que por la altura de la estructura, la situación que tiene y porque es una actividad que va a generar muchas menos molestias a los vecinos, lo suyo sería hacerlo por voladura. La empresa con la que nosotros colaboramos está ahora mismo en Francia demoliendo grupos de edificios de esa o más altura en el centro de las ciudades sin problema. Creemos por tanto que demoler por voladura el antiguo hospital es mucho más económico, mucho más rápido y mucho menos molesto para la gente.
Tirar un edificio de 14 plantas, desde arriba hasta abajo con maquinaria, es un trabajo que lleva tiempo. A nosotros la preparación puede llevarnos dos o tres meses, entre autorizaciones, diseño del proyecto y demás… pero es que luego cuando se tire al suelo, en menos de un mes está desaparecido todo el escombro. Ese tiempo son máquinas que están creando molestias a los vecinos.
—Por último, ¿cómo ve el futuro de la industria de las perforaciones y detonaciones en España?
—Siempre que hace falta construir algo hacen falta hacer voladuras. Para construir una carretera, una línea de ferrocarril, ampliar un puerto o excavar una zona para hacer una instalación importante se necesita primero hacer una voladura. Se necesita también hacer voladuras para tener áridos para construir. Nosotros, por ejemplo, hicimos la explanación de la fábrica de cerveza Estrella Galicia, que fue una obra gigantesca. De la misma manera, para producir metales y rocas industriales hace falta hacer voladuras.
Por eso, en la medida en que el nivel de vida aumenta y hay más necesidad de metales, de áridos, de elementos de construcción, de hormigones, etc., la voladura es imprescindible. Es siempre el primer paso en la cadena de actuaciones que hay que hacer hasta llegar a obtener la materia prima, el metal, el acero, el cobre, lo que necesites. También la transición ecológica hacia las funciones como la energía eólica, la energía solar, el coche eléctrico, todo eso tiene una alta demanda de metales y eso requiere minería. Y la minería siempre empieza en una voladura de excavación.