«Soy igual de hombre partiéndome la cara con el boxeo que haciendo natación sincronizada»
La Voz de Oviedo
A sus 32 años, Jorge Serrano es el actual campeón de Asturias de natación sincroniazada en categoría máster. Descubrió este deporte después de que una lesión de rodilla le obligase a bajar del ring para siempre. Desde entonces, desafía los estereotipos bailando bajo el agua
22 Jun 2024. Actualizado a las 11:19 h.
El deporte no entiende de géneros pero tradicionalmente se ha asociado a los hombres. Desde tiempos inmemoriales la práctica de cualquier ejercicio físico era desarrollada por el género masculino. Hasta que poco a poco las mujeres fueron rompiendo barreras y consiguieron adentrarse en las diferentes disciplinas. Esa normativa sexista hace también que los hombres estén vetados de ciertas actividades. Un ejemplo claro de ello lo encontramos en la natación artística. No obstante, hay quienes desafían a los estereotipos bailando debajo del agua como lo hace Jorge Serrano. «No sé ni entiendo por qué la gente se sorprende cuando hago sincronizada si es algo que puede hacer todo el mundo», asegura el actual campeón de Asturias en categoría máster.
Jorge nunca se había sentido atraído por esta disciplina deportiva, sin embargo, sí le llamaba «mucho» la atención ver cómo los nadadores eran capaces de moverse y hacer posturas en la piscina al ritmo de la música. Le gustaba ver las competiciones en televisión, pero jamás se imaginó haciendo natación sincronizada. Es por este motivo que no le dio ningún tipo de reparo zambullirse en el agua y hacer con sus piernas y brazos cualquier tipo de figura después de que una lesión de rodilla le obligase a los 24 años a dejar de lado el boxeo, deporte que practicó durante una década y que le llevó a ser subcampeón de España en la categoría amateur.
Por culpa de la lesión de rodilla este vallisoletano de nacimiento, pero ovetense de adopción no era capaz de correr. No podía por tanto realizar ningún tipo de ejercicio físico que implicase impacto. Ante esta situación su mujer, consciente de que le encantaba hacer deporte, le animó a practicar natación sincronizada. Como es entrenadora del club Sincroviedo le instó a que fuese un día con ella a probar. Así hizo. Y para su sorpresa, le gustó. «Al principio me parecía súper complicado, no me salía nada, pero al final lo vi como un reto y eso fue poco a poco lo que me fue enganchando», confiesa a sus 32 años.
A medida que iba viendo que era capaz de colocar la pierna en posición de ballet o lograba que su cuerpo estuviese en línea recta casi fuera del agua o verticalmente dentro de la misma, entre otras muchas posturas, «cada vez tenía más ganas de ir entrenar». Jorge contaba las horas que le quedaban para sumergirse en la piscina y así poder seguir aprendiendo sin cesar. Tal era el dominio que iba teniendo de la técnica que unas semanas después de adentrarse en esta disciplina decidió apuntarse a una competición regional de natación sincronizada en la categoría máster, aquella adaptada a las capacidades y nivel de experiencia de los nadadores de más de 25 años..
Se puso a practicar y sin ni siquiera habérselo imaginado se colgó la medalla de oro al realizar correctamente todas las figuras. «La verdad que soy un poco perfeccionista y si no me veo con posibilidades de quedar el primero no voy a competir», confiesa. Tras su primer premio, Jorge siguió entrenando hasta que al convertirse en padre tuvo que dejar de practicar. En el momento que sus retoños crecieron, volvió a bailar al ritmo de la música bajo el agua y desde entonces no ha dejado de hacerlo.
Debido a sus obligaciones laborales y su deber como padre, no puede dedicarle tanto tiempo a la natación sincronizada como le gustaría. Pero siempre que tiene la posibilidad se sumerge en la piscina. Aprovecha cuando sus hijos tienen clases de natación para entrenar y así seguir perfeccionando la técnica, de cara a presentarse a alguna que otra competición regional. A nivel nacional ni se lo plantea. «No puedo dedicarle tanto tiempo para poder aspirar a algo más. Yo al final hago esto porque me gusta y me entretiene», dice el actual campeón de Asturias en categoría máster.
Desafía los clichés bailando debajo del agua
Así, de esta manera, es como Jorge además de seguir practicando deporte, rompe también con los estereotipos que hay en torno a esta disciplina dominada hasta hace poco por el sexo femenino. «Yo no entiendo por qué la gente se sorprende al ver un hombre haciendo natación sincronizada cuando es un deporte que lo puede practicar cualquiera. Si ves por ejemplo vídeos en internet, puedes ver a chicos metiéndose en el agua con las chicas y cuando levantan las piernas para arriba no sabes realmente quién es el hombre o quién la mujer», asegura.
«Uno nunca se imagina lo que es la natación sincronizada hasta que se mete debajo del agua»
La natación sincronizada realmente es un deporte «muy exigente» para la que «físicamente tienes que estar muy bien preparado». «Aguantar debajo del agua 30 segundos en apnea y moviéndote al mismo tiempo, salir luego rápidamente a la superficie a coger aire durante cinco segundos, volver a entrar y así sucesivamente, pues eso no todo el mundo puede hacerlo», dice Jorge, antes de señalar que aquellos que critican es porque «no tienen otra cosa mejor que hacer». «Si la gente se pusiese a intentarlo fijo que se callaba porque uno nunca se imagina lo que es este deporte hasta que se mete debajo del agua. Yo nunca me lo imaginaba así y no es de maricas como dice alguno», reconoce.
En su caso no ha sentido ningún tipo de discriminación por practicar natación sincronizada, salvo la «típica gracieta» de algún compañero del trabajo. Pero a él «nunca» le ha importado lo que opinase o dijese la gente. «Yo he sido igual de hombre jugando al fútbol que partiéndome la cara haciendo boxeo o haciendo ahora natación sincronizada», confiesa Jorge, a quien le da «pena» que los más pequeños sean víctimas de los estereotipos. «Si algún chico llama a mi hijo marica por hacer sincro —ya hace alguna figura— me fastidiaría la verdad. A mi me gustaría que este deporte fuese visible y que los niños o las niñas puedan hacer lo quieran porque al final practicar deporte es bueno, da igual el que sea», manifiesta.
Acabar con los estereotipos y erradicar en cierta manera la discriminación pasa por la educación en los niveles más tempranos. «Como a los niños no se les inculque cuando tienen cinco años que la natación sincronizada no es una cosa de niñas y se les anima a que lo prueben, es muy difícil que un niño sin que haya otro vaya ahí a hacer algo», dice Jorge, antes de aprovechar a animar a todo aquel a practicar este deporte que combina la gracia y la belleza de la danza con la fuerza y la resistencia de la natación. «Siempre que veo a algún amigo le digo que se apunte, pero ninguno da el paso. Pero bueno, al final somos ya mayores y cada uno tiene su trabajo y sus cosas», asevera.
¿Qué consejo le daría a aquellos hombres que quieren hacer natación sincronizada, pero que todavía no se atreven a dar el paso? «Si les gusta, que prueben y que les dé igual lo que diga la gente. Al final la natación sincronizada es un deporte sano, en el que lo vas a pasar bien y a hacer amigos. Sirve además para desestresarte porque, cuando estás debajo del agua, no piensas en mucho más que lo que te tocar hacer. Es decir, si tienes estrés en casa o quieres desconectar, no hay nada como meterse debajo del agua», señala. «Además, así pueden competir contra mí», apunta entre risas no sin antes confesar que le gustaría poder enfrentarse a algún individuo de su mismo sexo. «Pero no hay manera», apunta.
En Asturias, por el momento, la artística masculina se va abriendo paso con timidez. «Son varios los chavales y exnadadores que se han acercado a probar esta actividad dentro de los tres clubes asturianos —Pedro Menéndez Sincroastur y Sincroviedo—, y han competido en las ligas territoriales a lo largo de los últimos 10 años», asegura Emma Escribano, directora y fundadora de la entidad donde entrena Jorge Serrano, quien se ha convertido ya en «todo un ejemplo de constancia y esfuerzo».