La Voz de Asturias

Ana Lena, escritora: «Mantengo siempre la neutralidad política porque como lectora no me gusta que me intenten adoctrinar»

La Voz de Oviedo

Esther Rodríguez Redacción
La escritora ovetense Ana Lena

La asturiana se ha convertido en una «excepcional cronista» de la historia de España más reciente, después de dejar su puesto de directora en una multinacional. Cuenta qué la llevó a dar el paso para cumplir ese sueño de ser escritora y señala además cuál es su fuente de inspiración. Desvela también cuál es el mayor desafío al que se enfrenta a la hora de escribir

16 May 2024. Actualizado a las 09:33 h.

Se estrenó como novelista en la edad adulta pero desde que era una cría ya se sentía atraída por las letras. Esa pasión por la escritura llevó a Ana Lena Rivera (Oviedo, 1972) a poner punto y final a una «emocionante» carrera profesional dentro del mundo empresarial multinacional. Decidió cambiar los negocios para convertirse en autora de novelas, dos de ellas best seller. Son cinco ya las obras a las espaldas de esta asturiana que ha logrado emocionar a miles de lectores de fuera de nuestras fronteras. La última de ellas, La niña del sombrero azul (Grijalbo, 2024), un ejemplar inspirado en los relatos que escuchaba en el taller de costura de su tía con el que la asturiana se confirma como una «excepcional cronista» de la historia de España más reciente

—Abandonaste tu puesto de directiva en una multinacional para convertirte en escritora. ¿Qué te llevó a dar el paso?

—Desde niña quería ser escritora, lo que pasa es que precisamente las cosas no se arreglan tan fácil. Yo estudié una carrera porque no era opción dedicarte a escribir sin más y cuando terminé la carrera, estaba viviendo en Madrid y tuve que ponerme a trabajar, no podía ponerme a escribir un libro y esperar a ver si la cosa funcionaba o no. Fueron pasando los años y la motivación para seguir trabajando era fundamentalmente económica. Me fue muy bien; la verdad es que tuve una carrera profesional muy buena, fui ascendiendo y subiendo hasta llegar al Comité de Dirección de una multinacional que nunca es fácil y siendo mujer mucho menos. Pero sí es verdad que siempre tuve el sueño de tener en algún momento una segunda vida profesional. Lo que hice en paralelo fue ir formándome. Estuve estudiando en la Escuela de Escritores, hice el Máster de novela, muchos cursos... y de repente, cuando ya no me lo esperaba, me quedé embarazada con 43 años. Al ser un embarazo tardío era de alto riesgo y me mandaron a reposo domiciliario. Como me encontraba perfectamente, en casa podía hacer lo que quisiera y todavía tenía seis meses de embarazo por delante, dije: «Este es el momento». Escribí mi primera novela, Lo que callan los muertos, y a los tres días de terminarla nació mi hijo. Ahí ya no quería volver a mi puesto, me había acostumbrado a escribir 12 horas diarias y a levantarme deseando escribir. Un período que hubiera sido superaburrido a mí me lo llenó la novela; entonces, me hice un plan a dos años para probar suerte. Negocié con la empresa y si en ese tiempo conseguía ver la luz, ver que podía vivir de eso aunque no fuese en ese momento y que tenía futuro, dejaría mi trabajo para ser escritora y sino volvería a lo que estaba haciendo o similar. Tuve suerte y todo salió bien.

—Te estrenaste en el 2019 con Lo que callan los muertos. Si echas la vista atrás, ¿cómo ha evolucionado tu estilo de escritura en todo este tiempo?

—La verdad es que la experiencia es un grado en todos los trabajos. Ahora mismo me costaría muchísimo releer la primera novela porque estoy segura que encontraría 80.000 fallos. Por un lado mejoras mucho la técnica literaria y luego que llega un momento que empiezas a escribir lo que quieres, no lo que te sale de dentro. Tú al principio, o a mí por lo menos me ha pasado, escribes emulando aquello que te gusta leer. Luego poco a poco, no sé cuando se produce el cambio porque yo creo que es una cosa gradual, empiezas a contar aquello que realmente te remueve por dentro, que constituye tu propósito a la hora de escribir. Ahí es cuando te olvidas un poco de los que tú admiras, de los grandes, de los que te gustaría «ser como» y empiezas a ser «muy tú».

—Es muy importante ser siempre uno mismo.

—Sí. En realidad, siempre eres tú quien cuenta las cosas y que cuentas lo que quieres contar, pero es verdad que llega un momento que ya no tienes nada en mente, no quieres llegar a nada, no quieres ser como, sino lo que quieres es transmitir el mensaje que te come por dentro.

—¿Cómo fue el salto de la novela negra a la realista? ¿Por qué decidiste darlo?

—Empecé escribiendo novela policíaca porque a mí me gusta y me sigue gustando mucho leer novela policíaca desde un determinado estilo, pero llega un momento que yo tenía muchas cosas que contar, un mensaje que quería transmitir y que se convertía un poco en mi propósito. Era un mensaje mucho más allá de lo que era el entretenimiento del policíaco, que quería plasmar en las novelas pero que el género policíaco no me permitía. Después de haber dado el salto de dejar una carrera profesional como la mía y haberme dedicado a escribir, dije: «Aquí ya no hay miedo, si ya hice eso no vamos a frenar por el cambio de género». Así que decidí contarlo sin el cascarón de la novela policíaca. Al final, cuando estás en un género muy específico, como es el policíaco, tiene una serie de requerimientos y yo lo que hice fue contar mi historia sin nada a lo que tener que ajustarme. Por eso dejé el policíaco.

«A mí lo que me inspira es contar la historia de las generaciones pasadas, de las que nos precedieron de forma reciente que fueron las que yo conocí y que para mí son verdaderas referencias vitales»

—Fue una máquina de coser la que te llevó a rendir ese homenaje a la evolución de las reivindicaciones femeninas con la publicación de Las herederas de la Singer.

—Efectivamente, fue esa máquina de coser de mi tía, de mi abuela, de mi madre y que ahora es mía. Realmente esa máquina de coser es un símbolo porque las historias que yo plasmo en las novelas, la mayoría de ellas, las escuché justo alrededor de esa máquina de coser en el taller de costura que tenía mi tía. Ella era modista y tenía aprendices, por lo que por ahí pasaban muchas mujeres y como la costura además lleva mucho tiempo, estaban cosiendo y cosiendo y charlando y charlando. Hablaban de tantas cosas que a mí me llamaban tanto la atención — yo al final me crie allí hasta los 18 años y anda que no las he visto coser al traqueteo de la máquina— y de todo eso que me llamaba la atención es de donde sale el germen de Las herederas de la Singer y de La niña del sombrero azul.

—Esas historias son las que han hecho que Las herederas de la Singer se convirtiese en un best seller

—Sí y también La niña del sombrero azul. Lleva solo tres meses en el mercado pero ya estuvo seis semanas en la lista de los Top 20 más vendidos de España. Pero la verdad es que Las Herederas de la Singer era más difícil porque era un cambio de género, era desde cero, un público que no me conocía... y efectivamente se convirtió en un best seller, y dos años y pico después de su publicación, se sigue vendiendo y se siguen sacando ediciones y ediciones.

Con esta nueva novela, Ana Lena hace un viaje por el siglo XX con rigor documental y una brillante cercanía popularCedida

—El pasado mes de febrero salió a la luz la que es tu quinta obra, La niña del sombrero azul, ¿Qué te inspiró a la hora de escribir esta novela?

—A mí lo que me inspira es contar la historia de las generaciones pasadas, de las que nos precedieron de forma reciente, que fueron las que yo conocí y que para mí son verdaderas referencias vitales, sobre todo de las mujeres porque vivían en una situación en la que eran ciudadanas de segunda y estaban en una minoría de edad eterna porque pasaban de estar al cuidado de los padres al cuidado del marido. La generación de mi madre no podía administrar sus propios bienes que recibían por herencia, no podían trabajar o sacarse el carné de conducir si no tenían un permiso del marido... y esto cambió a finales de los 70, después de que yo naciera. Ya por no hablar de las abuelas que vivieron en la posguerra, con una represión, con hambre, con escasez... y al final cómo salieron estas mujeres, cómo sacaron a sus familias adelante y cómo nos trajeron hasta aquí a nosotras que estamos viviendo lo que ellas les hubiera gustado vivir, estamos viviendo lo que gracias a ellas estamos disfrutando nosotras. Eso no quiere decir que queden muchas cosas por hacer, porque sí que quedan muchos avances para lograr una sociedad más respetuosa e igualitaria con todos, pero es verdad que no es comparable con lo que ellas vivieron. Y es la historia de estas mujeres, de su resiliencia, de su valentía, de su coraje, la que quiero contar, tanto en La niña del sombrero azul como Las herederas de la Singer.

—Te basas en las historias de tus familiares y allegados, pero, ¿cómo consigues incorporar tus experiencias personales a las historias?

La niña del sombrero azul recorre el siglo XX y Las herederas de la Singer recorren los últimos 80 años desde la actualidad hacia atrás. Entonces hay un momento en el que pasa por mi generación digamos y ahí las experiencias que en otro caso fueron vividas por gente a la que yo ni siquiera conocí porque era lo que escuchaba a mi madre o las costureras sino también a mi padre, a mis tíos o incluso mi suegra, cuando pasa por la época que tú conociste y has vivido en directo pues a mi me encanta siempre meter un puntito personal.

«Las novelas llevan un trabajo documental muy extenso, por eso son difíciles de escribir en el sentido de que llevan muchos meses de trabajo detrás»

—La niña del sombrero azul es una novela protagonizada por mujeres, ¿se puede considerar una obra feminista?

—Creo que las novelas no son feministas ni nada. Esta es una novela totalmente neutral, realista. Cualquiera que la lea puede reconocer a su familia, de hecho se reconoce en Asturias, Madrid, Córdoba o incluso Cataluña. Hay gente que me dice estoy viendo a mi abuela en el patio de los limones cuando estoy leyendo a Manuela o estoy viendo a mi abuela en La Masía hablando con mi abuelo. Al final es la mayor parte de las familias de España que no estaban metidas en el gobierno, que no eran los grandes decisores del futuro del país sino que eran familias normales y corrientes que luchaban por sobrevivir. Al ser vivencias muy parecidas en toda España la gente se emociona mucho al leer porque recuerda esas generaciones pasadas e identifican a sus familiares, incluso más que ellos mismos.

—Para poder desarrollar ciertos aspectos de la historia tuviste que llevar a cabo varias investigaciones ¿Cómo fue ese proceso?

La niña del sombrero azul lleva un proceso de documentación tan largo y más que de escritura. Tardé más de 16 meses en escribirla, los tres primeros fueron solo de documentación y luego mientras iba escribiendo seguía documentándome porque por mucho que tú estés hablando de historias que conociste, de pequeños sucesos que vas hilando, al final esos sucesos tienes que contrastarlos con lo que realmente ocurrió y pudo suceder. Luego está toda la documentación política, las novelas van continuamente atadas a los hechos históricos que se están produciendo en el momento. En el caso de La niña del sombrero azul que recorre muchos escenarios diferentes como Cuba o Rusia pues hay que saber lo que estaba estaba ocurriendo allí para poder hablar de la Revolución Cubana o de la Segunda Guerra Mundial o la posguerra en Rusia en Rusia. Todo ese proceso documental tienes que tenerlo muy pero que muy ajustado a lo que está pasando a los protagonistas. Y todo lo que es la ambientación también porque no es solamente el hecho histórico en sí sino cómo se vivían, qué comían en Rusia en la posguerra, qué películas ponían en el cine en los años 50 o qué ven en la tele en los años 70 en España o... todo eso está calcado si la protagonista y el marido están viendo Vacaciones en el mar es porque en un momento determinado se emitió esa serie. Todo eso lleva un trabajo documental muy extenso, por eso son novelas difíciles de escribir en el sentido de que llevan muchos meses de trabajo detrás.

—La novela transcurre por numerosos escenarios, entre ellos Asturias. ¿Qué lugares de nuestra región aparecen en la historia?

—Aparece Oviedo, Gijón, Pola de Lena y Colombres. Creo en este momento que no aparece ninguno más. Los que sí aparecen lo hacen todos en diferentes momentos de la historia. Por ejemplo, podemos estar en 1912 en Pola de Lena y luego en 1929 o en Oviedo en los años 70 y luego en los 90...

«Siempre intento mantener esa neutralidad política porque si algo no me gusta como lectora es que me intenten adoctrinar»

—¿Cuál fue el mayor desafío al que te enfrentaste a la hora de escribir este libro?

—Hay uno muy importante para mí, sobre todo cuando tocas episodios como una guerra civil y una dictadura, que es mantener la neutralidad política. Tiene que ser una novela para que todos se vean reflejados, da igual el bando en el que haya caído su familia, que no despierte ningún tipo de sentimiento político, que no se incline hacia ningún lado simplemente que cuente lo que ocurría en ese momento sin tomar partido ni mostrar ningún tipo de ideología. Siempre intento mantener esa neutralidad política porque si algo no me gusta como lectora es que me intenten adoctrinar y yo también creo que es una de las cosas que más valoran los lectores

—¿Qué esperas que los lectores se lleven después de leer La niña del sombrero azul?

—Que se lleven una referencia y que cuando cierren el libro se sientan muy orgullosos de dónde vienen porque tengo la sensación de que ahora construimos, sobre todo a la gente joven, referencias vitales sobre humo, entre los influencers o youtubers, que seguramente haya muchos que sean personas que puedan ser una referencia vital. Pero creo que solo con mirar atrás podemos ver una serie de valores que ahora están muy de moda como puede ser la resiliencia, la aceptación y que a veces no sabemos bien que significan pero si miramos atrás tenemos 800.000 ejemplos en nuestras propias familias. Por eso, es un homenaje a esa generación de nuestras abuelas y nuestros abuelos.

«La niña del sombrero azul» es un viaje emocional por el siglo XX a través de las mujeresCedida

—¿Habrá una segunda parte de La niña del sombrero azul?

—No, no va haber una segunda parte porque ya he recorrido un siglo entero y recorrer otro ya no me gusta. Además, Manuela que es la protagonista ya termina aquí y terminó. Ahora estoy trabajando en documentar una nueva novela. Todavía ni siquiera tengo las ideas claras sobre lo qué va a ser la siguiente, tengo un par de cosas que sobrevuelan que son importantes para mi. Eso sí, nos mantendremos en la época, volverá a ser en algún momento del siglo XX pero ya no será un recorrido por todo el siglo.

—Todo ese proceso de documentación lo tienes que compaginar con ser madre, ¿cómo te organizas?

—Sí y también compaginar con la promoción porque no paro. Desde febrero estoy de viaje todas las semanas prácticamente y si no lo estoy pues estoy conectada de forma online con México, Argentina, Alemania, clubes de lectura... y estaré así hasta finales de junio. Luego quitando unas vacaciones de verano que seguramente me tomaré una o dos semanas vuelvo ya a escribir y a estar trabajando desde casa. Entonces, familiarmente son períodos diferentes pero entre mi marido y yo compatibilizamos para estar siempre uno de los dos en casa. No tenemos además una familia detrás por lo que es siempre él y yo.

—Por último, me gustaría saber cuál de todas tus obras es tu favorita y por qué.

—Eso no tiene respuesta. No lo sé. Cada una tuvo su momento y su por qué. Siempre parece que la más reciente es la que sientes más tuya porque estás continuamente hablando de ella, la acabas de sacar y es la que se está recibiendo ahora, pero la realidad es que posiblemente cada una no habría existido si previamente no hubiera existido la anterior. De la primera tengo unos recuerdos maravillosos porque permitió ganar el premio Torrent Ballester y llegar hasta aquí pero la verdad que no podría decirte una porque cada una cumple su función en lo que yo quiero hacer y dejar en el mundo, lo que hace que cada día me levante a trabajar con una sonrisa a las 6.30 de la mañana. Y ya te digo la última es la que siempre sientes más tuya porque es lo último que has sacado del corazón y todavía te remueve porque son novelas con las que lloras mucho, que pasas incluso noches sin dormir porque te ha removido lo que has contado... son novelas que tienes mucha intensidad a la hora de escribirlas y lo tienes reciente, por lo que los tienes un poquito ahí todavía en vivo. 


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