La Voz de Asturias

En busca de un perro de asistencia para cambiar la vida de Noah, el ovetense de 3 años con autismo

La Voz de Oviedo

Esther Rodríguez Redacción
Lara Espinosa y Abel Díaz son padres de Noah, un niño de 3 años con TEA. También tiene otro hijo de un año

Para que el pequeño pueda seguir creciendo con la mayor calidad de vida posible, los padres de este vecino de La Corredoria recaudan fondos para poder hacerse con un can que mejorará la habilidad comunicativa, la seguridad y le dará tranquilidad cuando sea necesario

22 Jan 2024. Actualizado a las 19:51 h.

Noah Espinosa vino al mundo en plena pandemia. Su nacimiento inundó de ilusión la casa de los ovetenses Lara Espinosa y Abel Díaz, quienes se acababan de convertir en padres por primera vez. Desde ese momento, empezaron a compaginarse a la perfección para criar a su hijo y darle todo lo que precisase. En todo momento estaban pendientes de su crecimiento, disfrutando al mismo tiempo de su evolución, hasta que empezaron a darse cuenta de que algo no iba bien. El retoño apenas hablaba, le costaba mucho relacionarse con otros niños y, por si fuera poco, tenía problemas de sueño y también con la alimentación. Tras ir de especialista en especialista, con un importante desembolso económico de por medio, esta familia vecina de La Corredoria encontró la respuesta a lo que le estaba pasando: su hijo tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Para que el pequeño que ahora tiene tres años pueda seguir creciendo con la mayor calidad de vida posible sus padres están a la espera de conseguir un perro de asistencia que le ayude en mejorar su habilidad comunicativa y su seguridad, además de tranquilizarlo cuando sea necesario. Y, para ello, la familia que tiene otro hijo de un año precisa de la solidaridad de los asturianos, dado que necesitan recaudar 10.000 euros con los que costear el importe del cánido. 

Los trastornos del espectro autista son discapacidades del desarrollo causadas por diferencias en el cerebro. Las personas con TEA con frecuencia tienen problemas con la comunicación y la interacción sociales. Esta condición acompaña a la persona a lo largo de su vida.

«Si echamos la vista atrás nos damos cuenta que desde pequeño Noah ya daba muchas señales que para nosotros pasaron más inadvertidas», cuenta Lara Espinosa, quien se empezó a alarmar cuando vio que su hijo apenas hablaba y lo que chapurreaba «no se le entendía». Ante esta situación, la ovetense decidió pedir cita al pediatra. El facultativo, asegura, no le dio vueltas al asunto, motivo por el cual solicitó que su retoño fuese visto por Atención Temprana. Su sorpresa fue mayúscula cuando le dijeron que su hijo no tenía nada, incluso «le mandaron para casa sin atenderlo».

Pero como Noah no solo no hablaba sino que además tenía despertares nocturnos y no era capaz de dormirse solo, la mosca seguía rondando detrás de la oreja de sus padres. A esto hay que sumarle que al pequeño le costaba mucho relacionarse con otros niños y tenía también problemas con la alimentación, «al principio solo tomaba purés y luego lo contrario, no podía tomar texturas líquidas». Como esta situación se iba intensificando, Lara y Abel decidieron llevar a su hijo al logopeda y realizaron también unas valoraciones de integración sensorial.

Estas pruebas demostraron que Noah es «hipersensible» a los ruidos, olores, texturas e incluso a luces, es decir, ante estos casos, el pequeño sufre una desregularización del sistema nervioso. Y por culpa de estos colapsos sensoriales, que hacen que esté más ansioso y se ponga «fuera de sí», el niño es «incapaz de hacer las cosas más básicas como puede ser comer o dormir, de ahí los problemas con la alimentación o el sueño».

Para llegar a esta conclusión, los ovetenses tuvieron que dar muchas vueltas y tirar de ahorros, dado que en la Seguridad Social «se pasan por alto» estas señales y además a esto hay que sumarle las «largas listas de espera» y «la falta de profesionales especializados» en la materia, denuncian. «Hace más de un año que pedí cita al foniatra para que me derivase al logopeda y hasta enero no me va a atender», pone como ejemplo Lara Espinosa, quien incluso llevó a su hijo a una clínica de Cantabria hasta dar con el diagnóstico.

No fue hasta este verano cuando Lara y Abel supieron que su hijo era tenía TEA. Una noticia, que a diferencia de muchas familias, supuso un «gran alivio» para ellos. Cuando recibieron el diagnóstico, el matrimonio comenzó a respirar tranquilamente, dado que de esta manera sabían «realmente» lo que le estaba pasando a Noah. «Daba respuesta a algo que llevábamos mucho tiempo insistiendo, investigando e informándonos por nuestra cuenta. También nos sirvió para saber cómo debemos trabajar al respecto ya que esta condición acompañará a nuestro hijo a lo largo de toda su vida», asegura.

«Las Administraciones Públicas no nos dan ningún tipo de apoyo, nos dejan totalmente desamparados»

Lara Espinosa lamenta que no haya una detección temprana de estos trastornos neurológicos y todo porque «se pasan por alto muchos signos de alarma». «Los padres de niños con autismo reclamamos una unidad específica en Atención Temprana y que los profesionales estén más actualizados porque nos encontramos muy solos. Mi hijo está yendo a Salud Mental Infantil-Juvenil, en Teatinos, y las psicólogas me han asegurado que no tienen la formación necesaria para aconsejar. Y eso es muy triste. Las Administraciones Públicas no nos dan ningún tipo de apoyo, nos dejan totalmente desamparados», denuncia, antes de reconocer que la parte «más dura» de todo esto es «verte solo antes y después del diagnóstico».

Ahora que ya han puesto nombre a la afección neurológica de su hijo, «como cualquier padre o madre», Lara y Abel proporcionan a Noah las herramientas necesarias para enfrentarse a «un mundo que para su sensibilidad es hostil». Para ello, los progenitores se rodean de «los mejores profesionales», aquellos facultativos que han tenido que buscar por sus propios medios y, evidentemente, pagarles para que les acompañen en el cuidado y la educación del pequeño. También siguen documentándose e informándose por su propia cuenta para saber cómo actuar en «cada reto» que se le plantea al pequeño y así «saber por dónde ir».

En busca de un perro de asistencia para transformar la vida de Noah

Como Noah «siempre» ha presentado «mucha sensibilidad» hacia los animales y la naturaleza —«de hecho, tenemos una perra caniche y desde bien pequeño estaba muy pegado a ella», dicen—, sus padres empezaron a buscar información para saber si los peludos de cuatro patas podían ayudar a su hijo. Vieron que había asociaciones en España que proporcionaban perros de asistencia, tanto a personas con movilidad reducida como a niños con autismo, y les atrajo la idea. Finalmente se decantaron por Kuné «porque tenía menos lista de espera».

Perro de asistencia para personas con autismo

Tras contactar con la entidad, pasar las correspondientes entrevistas psicológicas y hablar al respecto con la trabajadora social de la Asociación Kuné, decidieron poner en marcha una campaña de crowdfunding para recaudar fondos para conseguir un perro de asistencia para su hijo con TEA. Necesitan recaudar 10.000 euros, dado que los 10.000 restantes para hacerse con este can que estará «adiestrado exclusivamente para Noah y sus problemas» serán aportados por dicha entidad social. Quien desee aportar su granito de arena a la causa debe hacer clic en este enlace y hacer la donación que considere oportuna.

Este perro de asistencia permitirá que Noah pueda seguir creciendo con la mayor calidad de vida posible, dado que supondrá un apoyo «las 24 horas». «Nos ayudará a los retos del día a día, a que Noah esté regulado, socialice más, se sienta seguro y sobre todo que no se escape por la calle», asegura Lara Espinosa, antes de señalar que su hijo seguirá además acudiendo una vez por semana a terapia para que siga avanzando. Realmente, el pequeño no puede dar más sesiones, porque si no «se sobrecarga mucho», de igual manera que la rutina debe ser prácticamente la misma, dado que «hay muchos sitios a los que no podemos ir porque sino tiene un colapso sensorial».

Para que a Noah «no le falte absolutamente de nada», sus padres seguirán haciendo «muchísimo esfuerzo», aparte de tirar «constantemente» de ahorros. «Las listas de espera en Sanidad son enormes y en la Seguridad Social no se proporciona ni siquiera tener integración sensorial», lamenta Lara, quien asegura que la evolución de su hijo depende de esas terapias especializadas. Aparte de costear estas sesiones, «nos hemos embarcado en conseguir un perro de asistencia y lo vamos a lograr porque peleamos por nuestros hijos e intentamos darles todo el apoyo y herramientas necesarias». 

«Tengo la esperanza de que al final Noah y otros niños con autismo van a tener un futuro prometedor porque les estamos ayudando en todo lo que podemos y nos estamos dejando la piel por lo que creemos que les va a venir bien», asegura Lara Espinosa, quien anima a todo aquel a aportar su granito de arena, mientras que en su cabeza planea más iniciativas con las que recaudar dinero. 


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