La ONG de Oviedo que mejora la vida en Gambia: «La muerte allí está muy presente, incluso en niños»
La Voz de Oviedo
La entidad sin ánimo de lucro lleva infinidad de proyectos en este país del África occidental con el objeto de que la comunidad pueda desarrollarse
04 Jul 2023. Actualizado a las 09:35 h.
Hay personas a las que se le remueven los sentimientos e incluso se les encoge el corazón ante la situación de vulnerabilidad en la que viven millones de individuos en el mundo. Lejos de mirar para otro lado y quedarse con los brazos cruzados deciden dar un paso al frente y de forma altruista aportan su trabajo y conocimiento con el objeto de cambiar el mundo. Así es como nació Asturies por África. Esta ONG, con sede en Oviedo y que actualmente opera en Gambia, fue puesta en marcha en el año 2008 de la mano de Óscar Sainz, quien ya ha pisado en más de 50 ocasiones estas tierras africanas. Desde entonces han hecho una infinidad de proyectos con los que ayudan «a la comunidad en general» e intentan «que esta se pueda desarrollar», tal y como asegura su presidenta, Lucía Soto. Al fin y al cabo, por desgracia, «lo que está pasando allí es muy duro y difícil. La muerte está muy presente, tanto en niños como en adultos», asegura Beatriz Cimadevilla, quien es socia de la entidad desde hace más de una década.
Gracias al trabajo de Asturias por África se han construido y reparado varias escuelas en Gambia, donde alfabetizan en inglés a los niños, dado que es el idioma oficial del país a pesar de que muy poca gente lo habla, y así pueden en un futuro seguir educándose. De todos los centros educativos que se han levantado, «el más importante de todos es la nursery (guardería, en inglés)» que tienen en Ndungu Kebbeh. «Esta se mantiene con fondos propios y el dinero que recaudamos; el resto los gestiona el Gobierno. En cambio, aquí nosotros costeamos los salarios de los trabajadores y además damos gratis a los escolares comida y uniforme», cuenta Lucía Soto, quien asegura que cuando acuden a este complejo se les llena el corazón al ver a los retoños disfrutar del mismo. «Es lo que más nos marca», resalta.
De la misma manera, la ONG ha creado centros de salud «desde cero», que al igual que los colegios una vez levantados el Ejecutivo de Gambia se hace cargo del sueldo de los empleados, así como de los suministros de los mismos. Algunos de esos complejos sanitarios incluso cuentan con una sala de maternidad, para que tanto pacientes como el equipo médico se encuentren en las «mejores condiciones posibles». Asimismo, con el objeto de que en este país del África occidental cuente con agua potable, han construido varios pozos por distintos pueblos, aparte de arreglar los que están dañados. Por el momento, desde Asturias por África ya tienen en marcha la creación de un pozo de agua en Medina Manneh. «Estamos esperando a que nos concedan la subvención pública y en el momento en el que salga la resolución nos pondremos a construir», asegura.
También trabajan para crear un convenio con el Ministerio de Deportes y así poder realizar iniciativas en este campo. «Hay donantes que están interesados en hacer canchas de fútbol o incluso llevar a deportistas asturianos para que hagan talleres con escuelas, pero hasta que el ministro no firme el documento no podemos hacer nada», afirma Lucía Soto. «Estuvimos incluso sentadas con él, algo que en España es imposible, pues no hay manera de que tenga tiempo para firmar», apunta Beatriz Cimadevilla, quien asumió el cargo de presidenta de la organización desde el año 2020 hasta el 2022.
Y no han hecho más cosas porque no siempre todo sale bien a la primera o tal y como les gustaría. En este punto Beatriz Cimadevilla confiesa que «en estos tres últimos años nos pasaron cosas curiosas que no nos habían pasado nunca». «En el 2021 habíamos identificado una escuela para hacer una reparación integral con una subvención del Principado y cuando fuimos a la conversación de que íbamos a empezar la obra, otra ONG holandesa ya había empezado el proyecto. Tuvimos que dar marcha atrás y renunciar a la subvención. Luego, en noviembre del 2022 identificamos un pozo en Mendi Kunda y cuando íbamos a hacerlo se iba a poner el Estado con ello», cuenta.
Unos contratiempos que frustran «un poco», pero «no te puedes cabrear porque al final es algo que la comunidad va a tener y eso es lo importante». Además hay situaciones que incluso son impredecibles. «Cuando asumí la presidencia en el 2020, como veníamos de una época de mucha construcción, dijimos "hay que parar y mirar qué cosas se estropearon en este tiempo para arreglarlas". De repente, en junio cayó una tormenta terrible que destrozó Bukere, una aldea de 7.000 habitantes; algunos de ellos incluso fallecieron», asevera Cimadevilla.
En ese momento, tuvieron que parar todo lo que estaban haciendo. «Montamos un comité de Urgencia y en tres horas pusimos en marcha una campaña para recaudar fondos», explica Beatriz. «Conseguimos 15.000 euros. Una parte se la dimos a las familias más necesitadas por decisión del Gobierno de Gambia y luego compramos material. El pozo del pueblo también se había estropeado y hubo una donación de 8.200 euros de una persona para arreglarlo», detalla la presidenta, que confiesa que, tras llegar al poblado en noviembre, ni siquiera podía caminar por la calle.
«La gente salía a darnos las gracias. A mí me daba corte, porque tú no haces eso para que te den las gracias, entonces no sabías cómo controlar esos sentimientos. Por un lado, mucho pudor porque lo hacemos porque queremos y, por otro lado, entiendes que quieran salir de casa para agradecerte que tienen agua o un tejado…», afirma. «Era además la primera vez que nos quedábamos tanto tiempo allí, porque nosotros en la escuela tenemos un centro polivalente donde dormimos cuando viajamos y además está previsto hacer voluntariado en terreno o si van socios a conocer el proyecto. Como salíamos todos los días por el pueblo, íbamos a la compra y demás, nos dimos cuenta de que la gente estaba muy agradecida con lo que hacíamos. Algo que hasta ese momento no nos percatamos porque apenas salimos del colegio», apunta Lucía Soto.
«No es fácil motivar a la mujer africana porque les toca la parte más dura de la vida»
Hubo además una vez en la que Asturies por África impartió un taller de costura a las mujeres de Gambia para que estas pudiesen ser «autosuficientes». Sin embargo, «no salió del todo bien, porque a ellas les cuesta aprender», tal y como asegura la actual presidenta de la ONG. «Para estas cosas hace falta estar allí porque no es fácil motivar a la mujer africana. Les toca la parte más dura de la vida. Tienen que trabajar con su niño a la espalda, cocinar, limpiar, llevar dinero a la casa, comprar en el mercado y encima por lo más barato… entonces, ¿en qué momento se pueden liberar?», señala Beatriz Cimadevila, antes de manifestar que en estos países «lo más importante es la vida y la muerte».
«Tú ves el beneficio a largo plazo, pero en África el largo plazo no lo entienden»
En este punto, cuenta: «Una vez creamos una escuela en un pueblo y, si nacía alguien, no iban a clase; si se moría, tampoco. Entonces, claro, el proyecto no cuajó mucho». «Te frustras porque tú ves el beneficio a largo plazo, pero en África el largo plazo no lo entienden; solo el corto. Es una realidad, porque hoy vives, pero mañana no sabes. Allí la muerte está muy presente, tanto en niños como en adultos», confiesa Beatriz Cimadevilla, quien asegura que «hay muchas cosas que aprender de ellos».
«El concepto que tienen de familia es brutal. Tienen tantos hijos porque se mueren y, además, cuando los padres sean mayores quieren tener a alguien que los cuide, porque en Gambia no hay geriátricos». Los gambianos tienen además una «creatividad tremenda», que es fruto de «la necesidad». «Hubo una vez que compramos muebles para la casa y no sabíamos cómo transportarlos. Nuestro mánager nos decía que entraba todo en el coche, algo que a nosotras nos parecía imposible. Pues al final lo llevamos encima atado con cuerdas. Lo resuelven todo y eso es algo que también aprendimos de ellos», relata Beatriz.
De la misma manera, «gracias a ellos también logramos trabajar la paciencia». «Puedes estar toda la mañana haciendo cola para que te atiendan y cuando te toca el turno, cierran la ventanilla porque es la hora de comer, y no te puedes cabrear», ejemplifica Cimadevilla. «A mí personalmente me cambió el chip. Cuando voy al centro de salud o al hospital y ves que el médico llega tarde y la gente está protestando, pienso mucho en la situación de Gambia. Tú vas allí y puede que la enfermera no esté porque se tuvo que ir al pueblo de al lado a mirar a alguien que se puso enfermo, y a lo mejor tarda dos días en llegar. Pues allí se quedan esperando y sin protestar», relata Lucía. «Y eso que los ves fatal. Me acuerdo que estaba en un centro de salud, llegó una chica en un taxi y a los tres segundos ya había dado a luz. Que no parió en el taxi de milagro», apunta Beatriz.
¿Cómo ser socio de Asturies por África?
Lo cierto es que para poder seguir mejorando la educación, la salud y el desarrollo de Gambia, la ONG necesita aumentar el número de socios. «Para nosotros es fundamental porque a la hora de hacer los presupuestos es un dinero fijo con el que contamos», asegura la presidenta de Asturies por África. Para darse de alta hay que hacerlo a través de la siguiente página web o en el punto de información que tienen en el bajo número 1 de la calle Campomanes, donde además venden telas, neceseres, camisetas, bolsas e incluso carteras hechas por mujeres africanas.
La cuota mínima anual es de 40 euros. Un importe que «desgrava el 80% en la declaración de la renta» y que permite alimentar diariamente a los niños de la guardería. También está la opción de pagar 60 euros anualmente para así completar el salario de una profesora o de 120 euros para darles acceso a agua potable. Una de las ventajas que te permite ser socio es que puedes viajar a Gambia y conocer el proyecto in situ, aparte, por supuesto de visitar la Nursery School de N´dunghu kebbeh. «Tenemos un código ético para quienes viajen y vayan a la escuela porque al final es un colegio con menores que tienen los mismos derechos que los de aquí. Pueden hacerse alguna foto, pero debe quedar en la intimidad porque tienen su familia. La ONG sí que utiliza esas imágenes, pero para conseguir fondos, porque al final no son niños desamparados; tienen su familia que los adora», asegura Lucía Soto.
También cualquier persona interesada en aportar su granito de arena para cambiar el mundo puede hacer la donación que considere. «Preferimos que sea dinero porque para llegar a Gambia el transporte es carísimo y, además, lo que hacemos es comprar las cosas que necesitamos allí, porque así apoyamos el comercio local y la economía de allí», señala Beatriz, antes de resaltar que «también desgrava». Cuentan además con un perfil en la plataforma Teaming, donde por solo un euro al mes contribuirás a la alimentación de los 120 niños de la Nursery School de N´dunghu kebbeh».
De la misma manera, Asturies por África necesita voluntarios. «Al final el trabajo más importante es el que se hace aquí. Es muy guapo ir a Gambia y ver cómo es todo aquello y los proyectos que se han hecho, pero la labor real y dura es la de aquí. Es fundamental organizar eventos para conseguir contactos que te ayuden o que incluso te inviten a ir a otros eventos para darte a conocer. Contamos también con socios y colaboradores que nos brindan la oportunidad de hacer mercadillos en sus espacios y, para poder llevarlos a cabo, necesitamos gente que coja las maletas, vaya hasta allí, monte y desmonte el puesto y, por supuesto, venda. Eso es menos bonito, pero nos supone ganar 300 o 400 euros, que es la comida del mes de los niños», asevera Lucía Soto.
A día de hoy, Asturies por África cuenta con más de 300 socios, todos ellos comprometidos con la causa. «Hay gente que está siempre y algunos, por circunstancias económicas, se tienen que dar de baja», reconoce Beatriz Cimadevilla, antes de apuntar que «también contamos con ciertas personas que cuando sucede algo malo, sabemos que van a responder económicamente; entonces, es un gran alivio». Cada uno de esos individuos «poseen unos valores tremendos y, por suerte, forman parte de nuestra ONG», agradece, al mismo tiempo que anima a todo aquel que pueda a sumarse a la causa.
De crecer significativamente en número de socios, a esta ONG asturiana le encantaría poder actuar en más países de África, algo que es relativamente difícil. «Al principio, la cooperación era más fácil porque al llegar a un país te abrían las puertas, pero hoy en día hay mucho trámite administrativo. Por eso los proyectos que hacemos son con subvenciones públicas, porque el dinero privado va principalmente a la escuela y no da para mucho más, pues esa subvención va por puntos y una de las cosas que se puntúan es la experiencia en el país. Luego tienes que hacer una organización ahí, tener acuerdos con el Gobierno. Además, están subiendo mucho los precios; tuvimos que subir todos los salarios a todos los trabajadores de Gambia, que supuso 2.500 euros anuales, que para una ONG como la nuestra es mucho dinero. Pero sí que nos encantaría», afirma Lucía Soto. «Nosotros al final somos una entidad pequeña, local, de voluntarios y voluntarias que hacemos lo que podemos», apunta Beatriz Cimadevilla.