El Quiosco de la música, 135 años siendo testigo de los bailes y los paseos en el Bombé
La Voz de Oviedo
El singular edificio del Campo San Francisco, de Oviedo, lleva en pie desde el año 1888
31 May 2023. Actualizado a las 09:35 h.
Cualquier persona conoce el Campo San Francisco o por lo menos ha oído hablar de él. Se trata del parque por excelencia de Oviedo, a pesar de que no es el más grande en cuanto a tamaño. En él se albergan edificaciones de lo más singulares, algunas de ellas incluso históricas, como es el caso del Quiosco de la Música. Con forma de templete elevado sobre un podio de piedra, de planta octogonal, esta construcción que se levanta entre el Paseo del Bombé por su parte superior y el de La Herradura por la parte inferior lleva 135 años siendo testigo del paso de las generaciones asturianas.
De estilo ecléctico propio de la segunda revolución industrial, fue ordenado construir en el año 1887 por Leopoldo Alas, Clarín. El autor de La Regenta, que por aquel entonces era concejal en el Ayuntamiento de Oviedo, vio la necesidad de crear un quiosco con un templete para que acogiese aquellos conciertos y actuaciones de la banda municipal que amenizaban los bailes y festejos que tenían lugar en el Campo San Francisco los jueves y los domingos, principalmente.
Por aquel entonces, había dos bandas de música que se consideraban «rivales». «Una era la Ovetense, que estaba dirigida por un tal Bascarán, y la otra la Banda Santa Cecilia, cuyo director era uno de los músicos más importantes de Asturias: Víctor Sáenz Canel. Este fue además socio fundador de la compañía de teatro Castalia y da la curiosidad de que estaba casado con Clementina Beltrán, hija del empresario de Fundiciones Beltrán, quienes hicieron todo lo del quiosco», cuenta Ana Tolivar Faes, la bisnieta de Clarín. Por otro lado estaba la banda de música La Residencia, conducida por el famoso poeta mierense Teodoro Cuesta, y en el 92 es cuando se crea la Real Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo».
Por tanto, para que dichas bandas tuviesen un escenario fijo, aparte de contar con un lugar donde guardar los instrumentos, después de que la Comisión de Parques y Arbolados aprobase la propuesta de crear el Quiosco de la Música, con su correspondiente texto, se encarga al arquitecto municipal Juan Miguel de la Guardia que realice el proyecto del mismo. Tras elaborar y presupuestar el boceto, la obra salió a subasta. Una construcción que fue adjudicada al empresario Doroteo Manteola por valor de 11.430 pesetas, a quien se le entregó una fianza previa del 10% del montante final.
Para que el Quiosco de la Música fuese una realidad, la famosa empresa Fundición y Construcción Bertrand —compañía que propició la industrialización de Asturias en la segunda mitad del siglo XIX— fue la encargada de realizar la estructura del mismo, así como de todos los forjados y elementos decorativos. Como prueba de ello, en las columnas que conforman el templete está grabado el nombre de la compañía.
Todo el proceso de construcción finalizó en junio de 1888. Pero no es hasta el 8 de septiembre, Día de Asturias, cuando se inaugura el mismo con la celebración de un baile, tal y como asegura Sofía Fernández-Peña. En este punto, la cofundadora de los Franciscanos, asociación que vela por el estado del Campo San Francisco, resalta el poco tiempo que pasó desde que se presentó la idea del proyecto hasta que el mismo fue una realidad. «Tan solo pasaron un año y dos meses», destaca.
Objeto de varias restauraciones
Pasan los años y evidentemente los materiales del emblemático edificio se van desgastando, necesitando así una reforma. Es por ello que en noviembre de 1972 el consistorio local ordena rehabilitar el templete, modificando de esta manera por completo la cubierta del primitivo. «El Quiosco pierde los aleros, lambrequines, adornos florales y demás elementos ornamentales que lo hacían especialmente atractivo y realzaban su aspecto decimonónico», lamenta Sofía Fernández-Peña, antes de asegurar que «hay gente que tiene dudas sobre cuál es el proyecto original porque, como lo vio así durante mucho tiempo, se olvidaron de la otra parte, la original».
Poco tiempo después, debido al avanzado estado de deterioro de la cubierta de zinc, se sustituyó la misma por otra con similares características, además de cambiar la madera del techo de la bóveda del templete. También se llevó a cabo una reforma de los bajos del quiosco, donde se habilitaron unos modernos aseos públicos. «Hoy en día, estos son utilizados por los usuarios de las instalaciones de la Universidad Popular», según apunta Sofía Fernández-Peña.
Ya a finales del siglo XX, en el año 93, es cuando se aprueba la instalación de un bar-cafetería en la plazoleta del paseo de la Herradura. Un proyecto que lleva por nombre «Pavo Real» y que trae consigo, tiempo después, la creación de un amplio local destinado a Escuela de Hostelería, que es adosado al Quiosco. En este local, cubierto por un tejado a un agua pintado de verde, se alojan en su interior una serie de estancias de dimensiones variables destinadas a salas de conferencias, archivos y oficinas, tal y como se desprende del Catálogo Urbanístico del Concejo de Oviedo.
«Todo esto iba a ser algo temporal, pero ahí sigue todo plantado, a pesar de que en el catálogo urbanístico de Oviedo, en las condiciones estéticas, se señala textualmente que "hay que eliminar la construcción anexa del Quiosco y recuperar el espacio libre del entorno como era originalmente". Algo que nosotros también reclamamos porque no se está viendo la parte baja, que es súper bonita», resalta Sofía Fernández-Peña.
También esa exigencia «se mantiene con el plan director que había sido encargado a Cosme y Cuenca y consensuado con la Consejería de Cultura, porque, en teoría, la disculpa es que, al ser un jardín histórico, tienen que pedir permiso a Patrimonio para todo, y ese plan era para que las cosas fueran más rápido», señala la franciscana.
Dos décadas más tarde, en enero del 2013, debido al mal estado de los pilares de metal, así como de los tornillos que sujetan su cubierta, el Ayuntamiento decide vallar el mismo. «Así estuvo nueve años y nueve meses. Y cada día que pasaba parecía que en cualquier momento se iba a caer», rememora Sofía Fernández-Peña, antes de precisar que no es hasta septiembre del 2014 cuando se adjudican las obras de recuperación del edificio a la empresa MC Restauración y Conservación.
«El contrato era de 240.000 euros y las obras debían de ejecutarse en tres meses, teniendo que estar todo listo antes del 20 de enero del 2015». Sin embargo, a la hora del montaje de la nueva estructura metálica, «esta no encaja con la cubierta y, para defenderse, la empresa dice que habían seguido las instrucciones de la dirección del proyecto», señala la miembro de la asociación de Los Franciscanos.
Tras varios desencuentros, se judicializa la situación y se paraliza la obra, puesto que «al fin y al cabo había un problema de dinero». Llegado casi el final del mandato del tripartito, «en noviembre del 2018, a unos meses de las elecciones municipales, el área de Infraestructura anuncia un nuevo proyecto para el Quiosco». «Antes de entrar en funciones se licitó el contrato pero no se llegó a adjudicar y, por tanto, de nuevo quedó todo parado».
Con la llegada del Partido Popular y Ciudadanos al gobierno municipal, «se sacaron dos licitaciones que quedaron desiertas». «Al final fue un problema de dinero y eso es algo que nosotros habíamos advertido, porque había anunciado X presupuesto y luego sacaron el proyecto por un premio menor, con lo cual era evidente que no se iba a cumplir», asegura Sofía Fernández-Peña.
No es hasta el año 2020 cuando el bipartito apuesta por enésima vez por rescatar la emblemática estructura. Para ello, y sirviéndose del proyecto de rehabilitación presentado por la arquitecta Clara Rey-Stolle y «aprobado por Patrimonio en el 2013», se realizaron las obras pertinentes. Con ellas, no solo se desmontaron y restauraron todos los elementos originales, sino que se recuperó el aspecto que tenía el Quiosco cuando este fue diseñado por Juan Miguel de la Guardia.
A día de hoy, el Quiosco de la Música sigue siendo testigo de los paseos de los asturianos por el Campo San Francisco, así como de la evolución de la sociedad. «Lo que celebramos es que ya está arreglado, que es lo importante», resalta Sofía Fernández-Peña, quien a través de la asociación seguirá velando por la conservación del mismo, al igual que por el resto del parque.
¿Por qué se le encargó a Juan Miguel de la Guardia diseñar el Quiosco del Bombé?
Aunque De la Guardia fuese en aquel momento el arquitecto municipal, que se le encargase diseñar el proyecto de Clarín también tiene su motivo personal. Aparte de trabajar ambos para el Ayuntamiento de Oviedo y, por tanto, ser compañeros de trabajo, estos eran vecinos. «El arquitecto vivía en el pasaje que él mismo construyó en la calle Uría y el escritor lo hacía muy cerca, en el número 34 de la misma calle Uría», cuenta Ana Cristina Tolivar, antes de resaltar que «es evidente que se conocían y tenían cierta amistad».
Además, se da la curiosidad de que estos dos grandes artistas, en sus facetas, no solo fueron vecinos en vida, sino también en muerte, puesto que «sus sepulturas están muy próximas en el cementerio», detalla la bisnieta del escritor. Y, por si fuera poco la coincidencia, la tumba de Clarín, que fue un obsequio del Ayuntamiento de Oviedo, está diseñada por Juan Miguel de la Guardia.